donostia - La experiencia es un grado y en el Dakar esa virtud pasa al siguiente nivel, siendo algo fundamental para superar con el mejor de los éxitos cada uno de los obstáculos que pone la carrera. Esta edición fue la de la novedad. Un nuevo continente y retos desconocidos para todos los participantes. Sin embargo, a pesar del estreno de Arabia Saudí y enfrentarse a rutas nunca vistas en la carrera, Carlos Sainz volvió a demostrar sus grandes dotes para la navegación y la habilidad para atacar en los días clave. El madrileño conquistó su tercer Dakar y estuvo secundado por otros dos pilotos que tampoco son nuevos en esto de correr por el desierto. Segundo quedó Nasser Al-Attiyah y tercero fue Stephane Peterhansel. En una época en la que el talento precoz está a la orden del día en el deporte, los viejos rockeros del Dakar volvieron a dar otra lección.

El motor y Sainz forman una simbiosis que parece no tener fecha de caducidad, más después de ver cómo se adjudicó con este último Dakar. El madrileño combina a la perfección las miles de lecciones aprendidas con una velocidad que no se reduce con el paso del tiempo. Los fracasos vividos en su trayectorias, alguno de ellos convertidos en historia del deporte estatal, le fortalecieron y le sirvieron para reconvertirse en un piloto más completo. Ayer, a sus 57 años, firmó su tercera victoria en el Dakar y logró convertirse en el más longevo en lograrlo, aunque la anterior marca también era suya. "He subido un poco más el listón, para que cueste más ganarlo", comentó Sainz. Esta victoria fue la prueba de que el madrileño tiene cuerda para rato, algo que no sorprende a su copiloto Lucas Cruz: "Cuando todo el mundo piensa que Carlos ya está mayor, da un golpe sobre la mesa y gana el Dakar".

La capacidad para transformarse es una de las virtudes de Sainz. El Matador es capaz de adaptarse a diferentes escenarios, ya lo demostró al ser un pionero en su etapa como piloto del World Rally Car, ganando en escenarios que parecían exclusivos para los locales. Además, es capaz de convertir en oro cada coche que toca. Muchas marcas apostaron por el madrileño para preparar su vehículos y este respondió no solo dejando a punto la máquina, también venciendo con ella. Con este último, Sainz tiene tres Dakar en su palmarés y cada uno logrado con una escudería diferente. Se estrenó en 2010 con un Volkswagen, venció en 2018 con un Peugeot y ayer llevó a Mini a lo más alto.

Sainz mostró un dominio total en este Dakar. Se puso en cabeza en la tercera etapa y ya no perdió el liderato. Su capacidad para gestionar las rentas fue ejemplar y esta vez ese famoso gafe con el que se le une al madrileño no se cruzó en su camino, llevándole a lograr el título permitiéndose el lujo de arriesgar lo más mínimo. Sainz solo titubeó en la octava etapa y sus dos perseguidores, Al-Attiyah y Peterhansel, se le acercaron. Pero ahí otra vez Sainz supo pisar el acelerador en el momento oportuno para recuperar la iniciativa y llegar victorioso a la meta final. "Me siento muy contento por todo. Es un montón de esfuerzo lo que hay detrás, muchísimo entrenamiento físico y con el equipo. Estoy muy contento por Lucas, mi familia y todos los que me apoyan. Para un piloto tan veterano esto es fantástico, tienes que trabajar muy duro para lograrlo".

La velocidad a la que se vivió esta edición del Dakar también benefició a Sainz. Los Toyota partieron como vehículos mejor preparados para afrontar la exigencia del desierto, pero la normativa permitió a los Mini tener un extra de velocidad punta debido a su condición de buggie y motor diésel. Ese pequeño extra permitió al madrileño brillar en las etapas más rápidas, aunque no negó que para ello tuvo que tomar sus riesgos, al igual que sus rivales más directos: "Creo que solo nosotros sabemos lo que hemos estado apretando cada uno de nosotros tres. Ha sido casi a fondo desde los primeros días. Ha sido un rally muy difícil, con mucho riesgo desde el inició y yendo al máximo".

Al ser preguntado por la retirada, Sainz mantuvo el discurso habitual de las últimas ediciones, repetido cada vez que realiza una gesta inesperada para su edad. "No lo sé, es demasiado pronto para pensar si seguiré o no, dejadme disfrutar", respondió con una sonrisa. Unas palabras que no es la primera vez que las pronuncia este piloto acostumbrado a batir récords de longevidad.

alonso, decimotercero Fernando Alonso cerró el Dakar con la decimotercera plaza (a 4h42:47). Su actuación fue notable: en ocho de las doce etapas estuvo en el Top 10. Ayer fue cuarto, su mejor resultado de etapa fue una segunda posición y concluyó como mejor debutante. Asegura que, si regresa, será para optar al título: "Si vuelvo, será con idea de ganar".