donostia - Chakib nació en Marruecos, con quince años se fue de casa y con 17 entró en España en los bajos de un camión. Lo cuenta con naturalidad. "Es nuestra mentalidad. Es algo normal allí", dice. Reside en Errenteria y busca que alguien le apoye en su carrera como atleta, en la que quiere seguir escribiendo más capítulos. Tiene potencial, pero pocos medios. La tranquila y extensa charla con este periódico tiene lugar en el miniestadio de Anoeta, donde suele entrenar. El viernes ganó la Pasai Antxoko Gabonetako Krosa y hoy compite en Beasain y Galdakao.

Nació en Ouargui.

-Es un pueblo tranquilo, pequeño, que cosecha olivos y trigo, a unos 80 kilómetros de Marrakech, la ciudad más grande cercana. Es gente muy humilde, la mayoría agricultores, es la principal dedicación ahí. Vivía con mis padres y con mis nueve hermanos. Youness y yo somos gemelos.

¿Hasta qué edad vivió allí?

-Hasta los 15 años. Ahí dejé de estudiar y empecé a buscarme la vida. Fui al sur, al norte, no estaba quieto en ningún sitio.

¿Por qué se fue de casa?

-Porque cuando acabé el colegio ya no pintaba nada ahí. Somos gente del campo, pero no teníamos campo para cuidar. Cada familia tiene su campo, lo trabaja y ya está, no es que haya campo de sobra y puedas trabajar. Era joven y busqué otras cosas; hay amigos que siguen trabajando hoy en día en el campo.

¿Qué buscaba?

-Nada concreto. A esa edad, con 15 años, no sabes qué te va a tocar. Tenía la curiosidad de conocer algo nuevo, probar cosas. Trabajé de albañil, de pastelero, vendiendo ropa y fruta... Me buscaba la vida.

¿Se fue solo de casa o con alguno de sus hermanos?

-Me fui solo, pero es que en Marruecos es normal, allí con esa edad eres mayor. Es distinta a la mentalidad que tenéis aquí. Con seis años salía solo a la calle, mis padres nunca me han llevado al cole, nunca. Desde el primer día iba con el grupo de chavales del pueblo que íbamos a la misma escuela. De verdad. Creces con otra mentalidad. Si te crías así, con 15 años sales a buscarte la vida. No tenía miedo con quince años, mucha gente allí hace eso. Durante dos años me moví, probaba sitios. Mi padre me apoyaba, él hizo lo mismo. Cuando salí de casa, no le pareció mal. Es la vida. Allí no hay eso de menor de edad. Mientras no hagas nada malo...

¿En qué momento decidió que quería salir de Marruecos y venir a España o Europa?

-Estaba viviendo en Tánger y veía gente que cruzaba el estrecho. Siempre tenía esas ganas de conocer sitios, de viajar, quería cruzar el estrecho, aunque no por necesidad. Yo estoy satisfecho allí donde estoy, no necesito muchas cosas para vivir. Duermo tranquilo. Pero tenía esa curiosidad de viajar. Pero para salir del país piden muchos requisitos, no es fácil, tienes que tener negocios o una cuenta bancaria con 10.000 euros en movimiento. Para mí era imposible.

Así que decidió pasar en los bajos de un camión.

-Es la mejor manera, es gratis, para ir en patera tienes que tener dinero. Te escondes, pasas y ya está. Hablaba con la gente allí que tenía experiencia y te dice cómo hacerlo. Tienes que saber cómo meterte en los bajos de un camión.

Le pillan cuatro veces.

-A la quinta lo consigo. Estuve un mes en Tánger y los últimos quince días cada dos días lo intenté, pero las cuatro primeras veces llegué a Algeciras y me devolvieron a Marruecos. Te tratan bien. Te dan un bocadillo, te devuelven a tu país y ya está. A la quinta lo conseguí, llegué a Algeciras y miré otros camiones para ir más lejos. Cogí uno para la zona de Murcia, vi los carteles.

¿Qué hizo cuando llegó a Murcia?

-No era exactamente Murcia. Bajé en una gasolinera, no había nada alrededor, estaba a unos diez kilómetros de un pueblo llamado Monforte del Cid. Bajé y fui andando. No conocía a nadie allí.

¿Con qué llegó a Monforte? ¿Qué llevaba en la mochila?

-Llegué sin nada, como me ves ahora, vestido pero nada más. No llevaba ni mochila. Era un pueblo muy tranquilo, no me gustó, eran las tres de la tarde y pensé: No voy a dormir aquí esta noche. Me voy a Murcia, que es una ciudad más grande y ahí me podré buscar la vida. Y fui andando (más de 70 kilómetros). A mitad de camino o así eran las tres de la mañana y se paró un coche. Era un paisano mío. Me lo trajo Dios. Me dijo: ¿Eres marroquí? ¿Dónde vas? Vivo en Elche. Le conté mi historia y me dijo que él hizo lo mismo en 1999. Sabía lo que estaba pasando y me dijo que me fuera a su casa, que parecía buena gente. Te duchas y estás tranquilo, me dijo. Así que me fui a Elche. Me quedé allí un tiempo. Luego fui a Murcia. Tenía 17 años.

¿Fue a algún centro de menores?

-Estuve menos de tres meses en Murcia. Era 2008 y solo se hablaba de la crisis, así que pensé en irme al norte y ver cómo estaba la situación en otros sitios. Vine a San Sebastián en autobús, había un amigo al que había conocido en Tánger y estaba en un centro de menores. Me dijo que podían cogerme en el centro de menores y que así sería más fácil conseguir los papeles. No me lo pensé y fui a la Policía municipal, me llevaron a un ambulatorio, me hicieron la prueba de edad, me dio 17 años y me llevaron al centro de menores que estaba en Tolosa. Me quedaban tres meses para los 18 años y cuando los cumplí pasé a un piso de mayores en Villabona gracias a la asociación Kolore Guztiak. A los meses me dieron la residencia y conseguí los papeles. Llegué en mayo y en diciembre ya tenía los papeles de la residencia, fue algo genial para mí. En esos meses en el centro aprendí castellano, no sabía ni decir hola. Hice también un curso de pastelería, que es en lo que más había trabajado en Marruecos. Cuando ya tenía los papeles, me llevaron a hacer prácticas a Lekuona y me hicieron contrato de un año.

Pasó un tiempo aquí y luego se fue a Alemania. He leído que allí empezó a correr.

-Tenía curiosidad. La empresa cerró y me fui a Alemania, a Fráncfort, en autobús. No conocía a nadie ahí, pero por casualidad me encontré con un amigo que había estado conmigo en Tánger, estaba alquilando una habitación compartida. Miré cómo estaba la cosa por ahí, pero no pude trabajar porque me pedían unos papeles. Este amigo iba a la tarde a correr. A mí siempre me ha gustado el deporte, en el cole en Marruecos era muy bueno en todos los deportes. En los estudios no, porque no me concentraba, pero en deporte sí. Y le dije: Venga, voy contigo. Fuimos a rodar una tarde, estuvimos 50 minutos y acabé muerto. Al día siguiente volví y día a día empecé a mejorar. Mi amigo me enseñaba a respirar, la técnica de correr. Un día noté que se me abrieron los pulmones y en quince días ya le esperaba yo en casa a él. Después de dos semanas entrenando nos apuntamos a una carrera que era una subida por alrededor de Fráncfort y quedé el segundo de la categoría promesas.

Después fue a Bruselas, pero no estuvo mucho tiempo allí.

-Sí, necesitaba un documento para trabajar y no lo tenía. Aquí tenía la residencia para dos años y la tenía que renovar y para eso necesitaba cotizar seis meses. No quería perder la residencia. Estuve un mes en Bruselas y me volví a San Sebastián a buscar trabajo en una pastelería. Encontré trabajo en Ogitxu, en Irun. Y cuando llegué aquí ya no paraba de correr, cuando tenía un hueco libre hacía algo. Empecé a entrenar con Ricardo Jiménez desde septiembre de 2011. Él me ayudó, aprendí mucho de él, entrenaba a gente de medio fondo. Estuve tres temporadas y me dediqué más al atletismo, todas las tardes venía aquí a entrenar.

Ahora vive en Errenteria.

-Sí, con tres de mis hermanos, entre ellos mi gemelo. El resto de la familia está en Marruecos.

Tiene victorias y buenos puestos en muchas carreras de diversas distancias, pero ganar la pasada Behobia le ha dado fama.

-No estuve mucho tiempo preparando la Behobia. Estuve intentando la mínima mundial de 1.500 para Doha, no la conseguí, en agosto paré y en septiembre empecé a entrenar más largo, a hacer más fondo. Quería hacer también algún buen 5.000, prueba en la que tengo 13.43, intentar mejorar y hacer 13.20. Mi objetivo era hacer fondo, no preparar la Behobia. Yo voy y entreno por sensaciones.

¿Le sorprendió ganar la Behobia?

-Cuando empecé a hacer más fondo, sabía que podía hacer una hora y un minuto en la Behobia. Había hecho entrenamientos buenos e hice 1.08 en la Donibane-Hondarribia, que son 22 kilómetros en un circuito más duro que la Behobia. Así que sabía que estaba para hacer un buen tiempo y acabar entre los cinco primeros. El día anterior vi en la previsión que daban mal tiempo y sabía que eso me favorecía, así que me fui a dormir muy tranquilo. En carrera cogí mi ritmo. Los que estaban conmigo delante hacían muchos cambios de ritmo y yo no quería meterme ahí. Fui a mi ritmo, los tenía vigilados, me acercaba, me alejaba. En los dos últimos kilómetros fui poco a poco acelerando y el cuerpo respondió bien y los últimos mil metros los tenía ahí, los hice a tope. Tenía fuerzas gracias a Dios, ellos se habían olvidado de mí y sabía que podía ganar porque tengo un buen sprint final. Entré primero y las sensaciones fueron increíbles.

¿Qué retos se marca?

-Yo como atleta voy a lo que salga. Quiero hacer una mínima para los Juegos o un Mundial, lo estoy intentando, pero para eso tendría que tener equipamiento deportivo bueno, hacer concentraciones en altura... y yo solo no puedo hacer eso. Si me sale una oportunidad, si me ayuda una marca o un patrocinador, intentaría hacer una mínima para los Juegos, no lo veo muy lejos, por qué no. Desde 1.500 a maratón. He hecho 3.40 en los 1.500 y para el Mundial la mínima es de 3.36. Dependerá de los medios que tenga. Y, si no, sacar lo mejor de mí. Me voy a sacrificar y trabajar con lo que tengo y lo que salga estará bien. No tengo masajista. Estoy muy satisfecho con mis resultados porque sé cómo los he conseguido.

Hoy compite en Beasain.

-Sí, por la mañana hago la San Silvestre de Beasain y por la tarde la de Galdakao. Y luego quiero competir en algún cross; estoy esperando respuesta de algunas organizaciones como Amorebieta o Huelva. También en Holanda. A ver lo que sale. Igual corro el Campeonato de España de Cross.

Necesita un entrenador, un sponsor, más medios...

-Sí, para poder entrenar de forma profesional y dedicarme a esto. Si no, seguiré igual. Si tengo apoyo, podré tener un entrenador, un fisio y esas cosas. Y así intentaría una mínima olímpica de 1.500, 5.000 o incluso maratón. Tengo 30 años, es una buena edad para correr, hasta los 34 o 35 puedes sacar lo mejor de ti.

¿Trabaja ahora?

-Estoy sacando el carnet para conducir camiones. Salió un curso y lo estoy haciendo, he aprobado ya el teórico. Es una oportunidad laboral para mí, siempre tienes que estar listo en la vida. Igual acabo trabajando de transportista, he hecho de todo. Trabajar en una pastelería no es que no me apetezca ahora, pero el horario es complicado de compaginar con el deporte. A ver en qué trabajo. No pido mucho, con lo que tengo estoy bien. Si tengo solo diez céntimos, dormiré igual que si tengo más. Mi familia está bien y me vale con eso.

¿Se queda aquí?

-No sé, voy con el destino, donde me salga una oportunidad. Me encanta Gipuzkoa, pero soy inquieto desde siempre, me gusta conocer sitios.

¿Entiende que aquí su historia impresione?

-Te digo sinceramente que si volviera atrás haría lo mismo. No me arrepiento, al revés. Me siento orgulloso de mí mismo. No tengo miedo de que me pase algo. Voy a otro sitio y empiezo de cero, ya lo he hecho varias veces. Todo lo veo como un plus. Todo lo que me venga es bueno. ¿Tengo más cosas? Pues mejor. ¿No las tengo? También voy a estar bien.