El portero del Beti Kozkor, Iñigo Gorriño (Donostia, 18/11/1998), descansa en su domicilio, donde se recupera de la operación de riñón que le salvó la vida hace dos semanas cuando ingresó en la UCI por un lance fortuito en el partido en Cintruénigo ante el Cirbonero. El meta, que ha estudiado Comunicación, estaba tomándose un año sabático para disfrutar de su debut en Tercera RFEF. Añorga, Orio, Real Unión y Zarautz han sido sus equipos antes de aterrizar en Lekunberri. Ahora, a pesar de haber perdido un tercio del riñón, confía en recuperarse para volver a disfrutar de lo que más le gusta: el fútbol.

Han pasado un par de semanas desde el accidente, ¿cómo se encuentra?

-Ahora, muy bien. Ya en casa, qué te voy a decir, más cómo que en la cama del hospital. De vez en cuando tengo dolores, pero es parte del proceso por el hematoma que tengo dentro según me han dicho. En ese sentido tranquilo, y pasando los días en casa, que tengo un mes de reposo, y aprovechando el sol que sale en Donosti.

¿En estos días le ha dado tiempo a asimilar todo lo que pasó?

-Ha sido todo muy rápido. Sí que he pasado un tiempecillo en el hospital, pero del dolor que tenía no me dio para pensar. No pensaba que tanta gente estuviera detrás apoyándome y escribiéndome. Al final ha sido mi entretenimiento el empezar a contestar todos los mensajes.

Se lo toma con humor, pero imagino que sería un manojo de nervios por la situación

-Era tal el dolor que tenía, era tan agudo, que al final no podía pensar en nada que no fuera el hecho de que quería que se me pasara. No podía pensar en lo mal que estaba. Era el dolor lo primero que me quería quitar del cuerpo, pero era difícil.

¿Cómo recuerda la acción del golpe?

-Perfectamente. Desde el golpe hasta ahora he sido plenamente consciente de todo el proceso. Ni me durmieron ni nada. El golpe fue un centro lateral. Gano espacio y salgo y de repente me embiste el lateral, que me estuvo visitando en el hospital, y me dio con la rodilla y recuerdo el quedarme sin aire en el suelo. Y levantarme y seguir jugando.

¿Qué le llevó a seguir jugando?

-El golpe era como uno más. No sabía de la gravedad de la situación y decido seguir porque no hay portero suplente y porque nos estábamos jugando el callo. Lo que procuré era que el jugador que se iba a poner, que lo hiciera el menor tiempo posible para que el Cirbonero no tuviera esa ventaja. Aguanté hasta el minuto 70.

Ahí el cuerpo le dice basta

-Tengo al entrenador de porteros y director técnico, Óscar Galindo, detrás preguntándome a ver cómo estaba. Para mí fue un gran apoyo. Él quería que cambiara, pero en la primera parte al estar caliente noto dolor. En el vestuario los compañeros me ven blanco y en la segunda parte el dolor va a más, aparecen las náuseas, los ojos también se me iban e incluso los pasos se me hacían difíciles. Me iba arrastrando, no podía ni correr del dolor.

Se viven momentos tensos cuando le llevan al hospital

-Recuerdo que me tumban en el vestuario y vienen las dos enfermeras que me tranquilizan para ponerme una vía con un calmante. Lo primero que hace Óscar Galindo es llamar a mis padres. Mi padre me contó que estaba en una comida y se le cambió la cara y de los nervios cogió a mi madre y se vinieron en coche al Hospital de Tudela. En urgencias dudaron en darme el alta porque no veían nada en el exterior. Ni un bulto ni nada, pero yo insistí en que me dolía mucho hasta que me diagnosticaron lo que era.

¿En todo momento fue consciente?

-Sí. En el catéter que me hacen en Pamplona me duermen el pie, y los enfermeros, Silvia y Óscar, me dijeron que me iban a dar un tranquilizante y me desperté para el final de la operación, donde pude ver lo que me hacían a través de una pantalla.

¿Cómo de delicada fue la operación?

-Fue muy importante, porque tenía una hemorragia interna, y me trasladan de Tudela a Pamplona porque ahí no tienen las herramientas para hacer un catéter. Las opciones eran o abrirme y operarme o seguir con el tratamiento conservador que estaban haciendo hasta el momento. Lo de abrir era la última opción y si me abrían me dijeron que iba a perder el riñón porque era una zona muy delicada para la arteria que estaba unida al riñón hacía que lo fuera a perder sí o sí porque lo tenían que sacar.

Ahora en la recuperación le estarán haciendo un seguimiento...

-Sí. Me hicieron otro escáner en Donostia, donde me hacen un diagnostico final donde se sorprenden de lo bien que estaba hecha la operación en Pamplona y ven que he perdido un tercio del riñón que es el último trozo. Y me ha salido una pseudoaneurisma, que es una especie de bolita, que el riñón a la hora de recuperarse busca una ventaja en vez de hacer el proceso normal y hace esa bolita de sangre. Estoy en control, me han pedido que esté en reposo un mes y en el segundo si me veo bien que salga a la calle a andar.

¿Cómo lo está llevando?

-Lo estoy llevando bien, aunque he tenido mis momentos, como todo el mundo. No es fácil el dolor postoperatorio cuando estaba en planta, que era inaguantable. Pero lo estoy llevando bien, estoy tranquilo y paciente y no tengo ninguna prisa. Lo llevo con alegría, no estoy triste por haber perdido un tercio del riñón, porque la operación ha salido bien.

En lo deportivo no puede ayudar al equipo

-Quedan pocos partidos, nos la estamos jugando y me da pena no poder ayudar al equipo. Me gusta el fútbol, me gusta la portería pero no es posible ayudarles. Esta temporada ya no voy a volver. Me queda recuperarme bien los dos meses que quedan y recuperar todo ese físico que he perdido por adelgazar, que he adelgazado bastante, pero el reto lo afronto tranquilo y motivado porque ya me ha pasado alguna vez.