LEVANTE Cárdenas, Son (Miramón, m.86), Vezo, Mustafi (Duarte, m.73), Clerc, Malsa (Vukcevic, m.59), Campaña, Bardhi (Dani Gómez, m.73), De Frutos, Morales y Roger (Soldado, m.86).

ATHLETIC Unai Simón, Lekue, Yeray, Iñigo Martínez, Balenziaga, Berenguer (Zárraga, m.54), Dani García, Vencedor, Muniain (Nico Williams, m.66), Raúl García (Sancet, m.54) y Iñaki Williams (Villalibre, m.66)(Nico Serrano, m.86).

Árbitro Munuera Montero (Comité andaluz). Mostró tarjeta amarilla a los locales Roger Martí y Vezo y al visitante Yerai.

Estadio Ciutat de València. 15.600 espectadores.

- La inoperancia ofensiva tanto del Levante como del Athletic impidió que el marcador variase su empate inicial, en un duelo con mayor dominio del equipo local que careció de mordiente ante un rival que ofreció poco sobre el césped del Ciutat de València.

En un duelo en el que una intensa lluvia hizo acto de presencia en la segunda mitad del partido, ambos equipos hicieron gala de una notable indolencia en ataque, si bien el Levante, que sigue sin ganar, mostró una mejor cara de la que no supo sacar rendimiento.

Ninguno de los dos equipos se mostró especialmente acertado en los metros finales en la primera parte. De hecho, tras media hora de juego ni unos ni otros habían tirado entre los tres palos con peligro.

La intensa lluvia que desde el descanso arreció sobre el Ciutat de València hizo que el césped estuviera más rápido y tanto Levante como Athletic buscasen rasear más el balón.

Fue el Levante el que más activo se mostró el reanudación del choque; dominaba y llegaba a las inmediaciones de Unai Simón pero no encontraba el último pase con el que ponerle en aprietos.

Además, en pleno diluvio, el meta del conjunto bilbaino se lució para salvar a su equipo y evitar el tanto de Jorge De Frutos a los 77 minutos de juego en un disparo seco del levantinista en el interior del área. La respuesta del Athletic llegó por medio de Nico Williams ante la que respondió bien Cárdenas.

En la recta final del partido, a la ineficacia de los dos equipos, se unió la fuerte lluvia, que anegó la práctica totalidad el terreno de juego hasta dejarlo impracticable.