Luis Enrique le estaban esperando con la escopeta cargada. No ha caído de pie el técnico asturiano pese a que su llegada al banquillo de la selección española tras el descalabro del Mundial de Rusia 2018, aquel que dirigió Fernando Hierro tras la destitución de Julen Lopetegui a 48 horas del debut de España en el torneo, se entendió como una buena noticia. Aire fresco para un cargo en el que se había producido un terremoto. Años después, sus detractores le achacan algunos de sus modales, cuestión que parece importar bien poco a Luis Enrique, que se las traía muy felices hasta hace unas pocas semanas, cuando anunció la convocatoria para la Eurocopa. En ella no había ni rastro de ningún futbolista del Real Madrid, aquello se entendió como una ofensa y claro, a las primeras de cambio, después de que la selección española no pasara del empate frente a Suecia, le han leído la cartilla.

Poco amigo de la prensa, no encontrará Luis Enrique apoyo en ella. Más bien todo lo contrario. No solo la afición le ha puesto en duda, también un sinfín de periodistas, muchos de los cuales no le perdonan que no haya llevado al protegido Sergio Ramos, pese a que está lesionado, y que su lugar lo ocupe un francés como Aymeric Laporte. Poco importa que España ofreciera una más que interesante puesta en escena en su estreno en la Eurocopa, que sometiera a su rival, a la que borró prácticamente del mapa, que tuviera el control del balón durante casi el 80% del encuentro y que el guardameta Robin Olsen se erigiera en el héroe de la noche evitando con tres buenas paradas la derrota de su equipo. El combinado estatal no marcó, el choque acabó con empate a cero y eso es lo único que parece importar.

En la ecuación no puede pasarse por alto de dónde viene la selección española, cuya preparación para el torneo continental quedó muy trastocada por el coronavirus. No obstante, Sergio Busquets dio positivo por covid-19 el domingo día 6, lo que obligó a extremar las precauciones en el seno de la concentración, hasta el punto de que no fue hasta este pasado sábado cuando el técnico asturiano pudo dirigir su primer entrenamiento grupal en una semana. Antes de estrenarse ante Suecia dispuso de una segunda sesión en grupo, la de la previa, ya sobre el irregular césped de La Cartuja.

Había, pues, incógnitas por cuál sería la respuesta de la selección española, que debido al coronavirus únicamente pudo disputar uno de los dos amistosos que tenía previstos jugar antes del inicio del torneo continental, y al menos en el apartado físico los pupilos de Luis Enrique no dejaron ninguna duda. El gran ritmo con el que se fajaron en los 45 minutos iniciales, así como la reacción en el tramo final del encuentro deben invitar al optimismo en el seno del combinado español, aunque su falta de gol, sin un referente como sí lo tuvo cuando dominó el fútbol a nivel mundial, le puede pasar factura.

Mismo plan

Al término del choque ante Suecia, Luis Enrique no se cortó. Su idea de juego es la que es y morirá con ella, aunque ello implique seguir con el cuestionadísimo y silbado Álvaro Morata en el once. Eso sí, que junto a él no figure el sábado Gerard Moreno, será toda una sorpresa. "No cambiaré el plan, jugaremos igual", lanzó el técnico asturiano.

Por lo pronto, a tenor del rendimiento de sus futbolistas, se antoja complicado ver una revolución. Si acaso adelantar a Marcos Llorente a posiciones más cercanas al área y quitarle del lateral diestro; poner a Gerard Moreno en lugar de Ferrán Torres y, si acaso, dar entrada a Busquets, al que se le espera hoy de vuelta en la concentración, por Rodri. Pese a las ganas que algunos le tienen, Luis Enrique seguirá con su plan.