- El debate se ha abierto en canal. Y dejará su evidente rastro. Para bien o para mal. Lo cierto es que el futuro de la final de Copa entre la Real y el Athletic no hace más que acentuar la incertidumbre que ha generado la decisión de la UEFA de privar la plaza europea a los finalistas en caso de que el título no se determine antes del 3 de agosto, fecha tope para la conclusión de las diferentes competiciones que se lleguen a reanudar en próximas fechas, medida que se extiende en caso de que la Liga no vuelva a disputarse a causa de la pandemia del coronavirus. Los dos clubes vascos deben decantarse por una de las opciones, o jugar a puerta cerrada para mantener el billete a la Europa League antes de la fecha citada del 3 de agosto o jugarla en La Cartuja cuando las autoridades permitan la asistencia de público, por lo que renunciarían al premio continental.

El Athletic tiró de un comunicado tibio la noche del viernes, en tanto que la Real mantiene el silencio, lo mismo que la Federación Española de Fútbol (RFEF), que también tiene mucho que decir. No en vano, el organismo presidido por Luis Rubiales habría hecho llegar tanto a la entidad guipuzcoana como a la bilbaina una notificación en la que da un plazo de 48 horas para que ambas comuniquen su decisión de jugar a puerta cerrada o aplazar la final a 2021, cuando ya se podría competir con público, lo que metería más presión a los dos clubes, seguidos de cerca por sus respectivas aficiones.

Son muchas las versiones ofrecidas hasta el momento. En lo que respecta a la Real, que hasta ahora no ha tenido prisa en pronunciarse porque el billete europeo lo tiene al alcance de la mano al estar clasificada en la cuarta plaza en la actualidad y disponer de ocho puntos de renta con respecto al octavo clasificado, no pone reparos a disputar la final sin público al entender que la directriz de la UEFA es diáfana. Peor lo tiene el Athletic, que es décimo a cinco puntos de la séptima plaza que ocupa el Valencia, el beneficiado de la decisión de la UEFA, y que en su última nota mostró su "profundo desacuerdo" con el organismo europeo.

La RFEF también debe mojarse. Rubiales -que pretende salvar el millonario contrato firmado con Sevilla- subrayó que su intención es que la final de Copa se juegue "con las gradas de La Cartuja a rebosar", como así también lo han manifestado desde la Junta de Andalucía, pero dejó un recado al decir que solo se jugaría a puerta cerrada "por imperativo", matiz que le puede valer para tomar esta última alternativa y exonerar de esta manera a los dos clubes vascos. Sea como fuere, la espera es tensa.