aixo afición txuri-urdin! No olvidaré nunca el día de mi debut. Fue como un regalo de Reyes, frase que, lejos de interpretar de modo metafórico, podéis asumir como circunstancia plenamente real. Era 5 de enero. Y solo tenía 16 años. Así que podéis imaginar cómo me sentí cuando pisé el césped. La verdad es que la papeleta para empezar resultó complicada, por mucho que el equipo afrontara dos partidos consecutivos en casa. En mi estreno conseguimos empatar contra un rival puntero. Y una semana después perdimos el derbi, 1-2. No os voy a negar que algo sí que me costó adaptarme al nivel de la máxima categoría. Pero enseguida empecé a ver puerta.

Inauguré la cuenta en mi tercer partido, a domicilio en el campo del Barcelona. Y en el cuarto pude festejar con alegría añadida mi primera victoria como txuri-urdin. También anoté. El marcador señalaba un empate a dos. El duelo había entrado ya en su tramo final. Y pude hacer el 3-2 en la primera edición para mí de un duelo que ya forma parte de la historia del club. Más de cinco años después, se repetiría en un partido mucho más trascendente que aquel. Volví a vencer. Sus guantes no pudieron con mi disparo. Y la celebración en un fondo plagado de camisetas txuri-urdin llegadas desde Gipuzkoa supone hasta la fecha uno de los puntos más emotivos de mi trayectoria. Que ya es decir. Porque he vivido casi de todo. Soy internacional. Sé lo que es jugar un Mundial. Clubes importantes se han interesado en contratarme. Y, del mismo modo en que me he llevado mis alegrías en esto del fútbol, también he conocido momentos más complicados, comenzando por los que nos ha tocado atravesar esta misma temporada.

Cuando todo se detuvo, eso sí, en el equipo veíamos el final de curso como una buena oportunidad para terminar con mejor sabor de boca. Teníamos tiempo y partidos para reforzar nuestro estatus en la categoría, objetivo que no supone ninguna tontería. A nadie le amarga un dulce. ¡Y qué dulce! Recuerdo aquellos días de mayo y aún se me pone la piel de gallina. Pero este proyecto debe afianzarse a base de pasos sólidos y firmes. Si esto se reanuda y terminamos la liga donde podemos terminarla, habremos demostrado que somos fuertes y constantes. Por si quedaba alguna duda.