- En la huida hacia adelante que protagoniza, el fútbol emplea toda la influencia que le otorga su poderío económico. El objetivo que guía a los estamentos que dirigen la industria del balón no es otro que evitar a toda costa la suspensión de la temporada. La última iniciativa que ha trascendido plantea a las autoridades sanitarias el inicio de la actividad de los clubes de Primera y Segunda la próxima semana. El martes sería el día elegido para efectuar los primeros test a futbolistas y demás personal vinculado a su trabajo diario, los entrenamientos, así como a los familiares que conviven con los primeros. A expensas de que la administración (Ministerio de Salud y Consejo Superior de Deportes) se pronuncie, este intento liderado por la LaLiga que preside Javier Tebas ha generado una agria reacción a nivel social y colisiona asimismo con las reticencias de la Asociación de Futbolistas (AFE) y de algunos jugadores a título individual.

LaLiga ya ha transmitido sus intenciones de forma directa a los jefes médicos de los clubes, así como que posee un acuerdo con un laboratorio privado para efectuar las pruebas a los profesionales. Para ello ha adquirido varios miles de test, pues pretende que se repitan cada tres o cuatro días para garantizar la inexistencia de afectados por el coronavirus durante el proceso. El mismo engloba una especie de pretemporada cercana a un mes, con distintas fases, y el calendario de competición, que fija la disputa de un partido cada tres días hasta consumir las once jornadas pendientes. La final de Copa se aplaza a la siguiente campaña. Sin fecha.

En este intrincado camino por alcanzar la normalidad, LaLiga ha ido limando asperezas con los diversos agentes aunque aún hay mucha tela que cortar. Clave fue la escenificación de unidad del pasado sábado, cuando comparecieron Luis Rubiales, dirigente máximo de la FEF, Irene Lozano, presidenta del CSD, y el propio Tebas, en representación de la patronal. Detrás del consenso, la aportación por parte de LaLiga de 50 millones de euros en cada uno de los cuatro años venideros para el fútbol no profesional y demás federaciones deportivas.

No es el único gesto de la patronal en su carrera contra el reloj. Así, LaLiga ha aceptado rebajar a una semana la concentración total de los equipos, en sus instalaciones o en hoteles, que precedería al arranque del torneo liguero y que en el protocolo original era de dos semanas. No obstante, la AFE sigue sin tenerlo claro. Recela del uso masivo de los test en el fútbol en un marco de escasez para la población en general y en concreto para sectores laborales en riesgo permanente de contagio. Los jugadores también cuestionan la viabilidad de los desplazamientos, especialmente con el campeonato en marcha. La AFE ha trasladado sus inquietudes al Ministerio y al CSD desde la premisa de que “la salud es lo más importante”.

Sin embargo, el fruto de la siembra (de millones) efectuada por LaLiga se percibe en el tono empleado ayer mismo por Irene Lozano: “Soy optimista con el regreso del fútbol”. La frase completa de Lozano incluía una matización, se refería a fútbol “sin público”. La ausencia de aficionados en los estadios es el único punto que concita unanimidad absoluta. Las partes implicadas han interiorizado que no cabe organizar espectáculos de masas mientras no exista un remedio contra el virus o un control social exhaustivo de la enfermedad, lo que se conoce como “inmunidad de rebaño”. Es decir, la certeza de que la mayoría de la población, no menos del 70%, ha estado expuesta al coronavirus, lo que evita su expansión.

“Será muy difícil que este año se pueda recuperar el público. Esas congregaciones de masas, hasta que no se encuentre una vacuna, será difícil recuperarlas. A lo mejor sí es posible un tercio o media entrada, lo veremos con la evolución de la pandemia”. Conviene apuntar que los plazos que maneja la comunidad científica para hallar una vacuna, en el mejor de los supuestos, nos sitúa irremisiblemente avanzado 2021. Lozano sostiene que el proyecto de reinicio del fútbol sería con garantías, si bien concedió en su alusión a los entrenamientos que siempre hay un margen para el error: “Todos tenemos miedo, pero será en condiciones seguras. ¿Eso quiere decir que habrá riesgo cero? El riesgo cero no existe en la vida. Los entrenamientos serán individuales o en grupos pequeños que permitan mantener la distancia social”.

Los responsables del fútbol y de la administración central están pues decididos a que se juegue en verano. Aluden a que la celebración de partidos que puedan verse a través de la televisión es una fórmula que contribuye a “la normalización” de la vida social, a esa carrera por rescatar las sensaciones aparcadas desde mediados de marzo.