Qué buena noticia. Qué buena noticia que ganara el Eibar, obvio. Pero qué buena noticia, sobre todo, que el cuadro de Mendilibar nos recordara anoche aquellas versiones suyas de temporadas anteriores. Aquellas versiones que le han permitido salvarse sin agobios cuatro años consecutivos. Se hablará hoy de Sergi Enrich y de su gol. Se hablará hoy de la aportación de Escalante cambiándose de ropa constantemente: del mono del pivote al esmoquin del interior. Se hablará hoy de las filigranas de Takashi Inui. Sin embargo, por encima de individualidades y de nombres propios, nos quedaremos aquí con la recuperación de las bandas. Dos jugadores en un lado, el derecho, donde Tejero es ya uno más para la causa. Y dos en el otro, el izquierdo. A partir de ahí, ritmo, centros y segundas jugadas. Nada que no supiera de antemano el entrenador del Granada. Algo que, en cualquier caso, hacía tiempo que los armeros no ejecutaban así de bien.

¿Quizás ayudó que los andaluces se plantaran anoche en Ipurua poniendo a los locales un espejo enfrente? Calcó el Granada el 4-4-2 del Eibar. Y calcó, sobre todo, la idea y la intención con las que habitualmente se emplean los de Mendilibar. Haciéndolo, más allá de jugar luego bien, mal o regular, propició el rival un contexto en el que el conjunto azulgrana se sintió como pez en el agua. Porque implicó ritmo. Ida y vuelta. Balones en un lado y en el otro. Un caldo de cultivo idóneo para que el Eibar, alimentado también por ciertos rendimientos concretos, caminara siempre con paso firme hacia el triunfo. Encontró el equipo la senda hacia la victoria. Ojalá diera por fin, también, con esa fórmula exitosa del pasado. Tejero-Pedro León. Y Cote-Inui. Dos parejas. Dos alas. Dos focos de peligro. Desde este hallazgo, si se confirma como tal en siguientes citas, todo será mucho más fácil.

susto inicial El Granada comenzó amenazando. Soldado encontró la espalda de Cote. Centró al corazón de área y Carlos Fernández la echó fuera a puerta vacía. ¿Perdón visitante? De terminar la jugada en gol, posiblemente lo habría invalidado el VAR por fuera de juego previo. El caso es que en eso quedaron los andaluces. Siguieron buscando a sus hombres ofensivos en largo. Siguieron correspondiendo al juego directo del Eibar con la misma moneda. Y los armeros, cada vez más cómodos, empezaron a inclinar el campo hacia la meta de Rui Silva.

Sin Orellana, cuya presencia en el equipo suele condicionar los movimientos, Mendilibar apostó por una banda izquierda sin más apoyos que la caída del punta. Inui fijaba en el extremo. Cote centraba desde lejos. No necesita ganar muchos metros. En la derecha, mientras, Pedro León y Correa contaban con la ayuda de Escalante, tercer hombre y facilitador de triangulaciones. Ya había aparecido el argentino más de una vez por el sector cuando, aprovechando un gran cambio de orientación del propio Cote a Pedro León, corrió a la espalda del lateral Neva para recibir del murciano y asistir a Sergi Enrich. Hacía tiempo que el partido solo tenía una dirección. Apenas cinco minutos después, en el 26, Kike García hizo el segundo al aprovechar un gran pase de Edu Expósito. Otro fichaje que, como Tejero, empieza a hablar el idioma Mendilibar. Nadie dijo que fuera fácil. Les ha costado a muchos.

Algo se ajustó el Granada cuando, en el inicio de la segunda parte, pasó a jugar con tres centrales y dos carrileros, dentro de una formación muy ofensiva por la naturaleza de sus integrantes. En una banda figuraba Puertas. En la otra, Machís. Queda todo dicho. Los únicos agobios armeros, en cualquier caso, tuvieron lugar ya casi sin tiempo para la remontada. El Granada estrelló dos balones en los palos que habrían añadido emoción al duelo, pero acto seguido Inui sentenció al contragolpe. Fue una noche casi perfecta. Lo habría resultado de pleno de no mediar los problemas musculares de Kike García y Escalante. Les vendrá bien el parón navideño. Como al mismo Eibar. Para recuperar fuerzas y mirar al futuro con otra cara. Esto ya tiene mejor pinta.

3-0