l recorrido del Giro fue presentado en otoño. Dibujó una tercera semana infernal, con puertos míticos como el Pordoi o la Marmolada. Pero a casi todos se nos fueron los ojos a las contrarrelojes. O, mejor dicho, a la escasez de kilómetros contra el crono: solo 26. En algunas pruebas los hay más y en otras menos, pero hablamos de una tendencia más o menos generalizada que los organizadores explican desde un repetido argumento. Sostienen que cada vez existe una mayor igualdad entre ciclistas en las etapas de montaña y que, por lo tanto, cualquier contrarreloj mínimamente larga puede sentenciar antes de tiempo una carrera, acabando con toda la emoción. Es lo que dicen.

carapaz, hindley y landa

Supongo a los defensores de la teoría sacando pecho estos días, visto el transcurso del propio Giro. Carapaz, Hindley y Landa son, de forma clara, los corredores más fuertes cuando la carretera se empina. Tras 18 jornadas, un minuto engloba en la general al momentáneo podio, por los solo tres segundos que separan a ecuatoriano y australiano. La clasificación viene a reflejar de modo fidedigno las sensaciones que ofrece la carrera, vista por televisión: apenas hay diferencia entre los tres. Toca preguntarse, sin embargo, si esa aparente igualdad resulta real. Las imágenes denotan mucho equilibrio, pero también cierto respeto.

miedo a reventar

Al fin y al cabo, los tres primeros de la general tienen algo que perder, separados por diferencias tan exiguas. Quizás sin la amenaza de Almeida, retirado ayer por covid, retirado ayer por covid, las cosas se habrían dado de forma algo distinta, pero lo sustancial no cambia: Carapaz, Hindley y Landa sienten que pueden ganar el Giro, así que de momento se centran en no perderlo. Un solo ataque serio, de resultar exitoso, puede ser susceptible de vestir de rosa en Verona, lo que les lleva a guardarse el demarraje más fuerte que sus cuerpos puedan producir. ¿Igualdad? Sí, existe. Pero la siguiente pregunta debe cuestionar si dicha igualdad no se ve multiplicada por el miedo de unos y de otros a reventar. Se trata de un temor que no sería tal si hubiese minutos y no segundos que remontar. Un temor que quizás desaparecería de haber mediado antes una crono en condiciones.

el dilema

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Es decir. ¿Hay que diseñar pocos kilómetros de contrarreloj porque existe un gran equilibrio en la montaña? ¿O estas escasas diferencias que se abren cuesta arriba responden a la ausencia de cronos y a la nula necesidad de arriesgar desde lejos? A día de hoy, 27 de mayo de 2022, parece existir cierta unanimidad entre los promotores de las carreras: responden sí a la primera de las preguntas y obran en consecuencia, sin ni siquiera plantearse lo que cuestiona la segunda. Menos mal que en el ciclismo, como en todo, se generan modas que de repente quiebra alguien, rompiendo moldes. ¿Vergni, Prudhomme o Guillén? Alguno se animará a probar, más pronto que tarde, con una etapa tempranera de lucha individual y más de 40 kilómetros llanos. Ojalá. A ver qué resulta del experimento en el contexto competitivo actual.

lo que espera

Regresando al presente Giro, volvamos también a lo comentado sobre Almeida: ya no está, lo que no deja de significar una pena, como toda baja ajena a motivos puramente deportivos. Con el portugués fuera de combate, los del podio no se van a caer del mismo, y además ya se aprecia la luz al final del túnel, en forma de última etapa. El aperitivo de hoy y el plato fuerte de mañana apuntan a ofrecernos, por fin, ataques en clave maglia rosa, ataques para ganar. Bienvenidos sean.

GASTRONOMÍAVAN DE POEL: KETCHUP EN LA PASTA Y PIÑA EN LA PIZZA

Mathieu Van der Poel disputa en Italia la segunda

grande Inició el pasado Tour de Francia, que abandonó enseguida para centrarse en la prueba olímpica de bicicleta de montaña. Ahora, se divierte y compite a partes iguales en el Giro, honrando a la corsa rosa y ganando adeptos en el país transalpino. Fuera del asfalto, sin embargo, está sumando detractores, debido a circunstancias culinarias. Durante la primera semana de competición, se hizo viral un vídeo del neerlandés condimentando con ketchup un suculento plato de spaghettis. El pasado domingo, mientras, se comió una pizza de aspecto desangelado después de la etapa, y comentó en las redes sociales que le habría gustado aderezarla con un poco de piña. En un lugar con la tradición gastronómica de Italia, hablamos de dos auténticas aberraciones.

vuelta a noruega

la inaudita ‘parada técnica’ de evenepoel

“Remco Evenepoel saca la chorra”. Se trata de un titular que nadie podrá leer en la prensa, al incluir una expresión vulgar que se suele emplear de forma coloquial para ponderar una exhibición deportiva. Sin embargo, la malsonante frase hecha ilustra de forma gráfica y literal lo acontecido el martes en tierras escandinavas. Durante la primera etapa de la Vuelta a Noruega, mientras su equipo (Quick-Step) tiraba del pelotón para dar caza a la fuga, Remco Evenepoel decidió parar a orinar... ¡a solo diez kilómetros de meta! “Mi vejiga estaba a punto de explotar”, relataría después. El belga se detuvo en el arcén, hizo pis, volvió al gran grupo y se alzó con la victoria. Pese al feliz desenlace, no parece muy recomendable poner pie a tierra, aunque sea por poco tiempo, cuando una carrera ha alcanzado su fase decisiva.