Luminaria del ciclismo, apenas 30 años, Tom Dumoulin ha decidido apagar su estrella y dejarla en stand by en una decisión que ha asombrado al universo ciclista. El ciclista neerlandés, que fue anunciado apenas horas antes por su equipo, el Jumbo, para competir en el próximo Tour, optó por frenar en seco y colgar la bicicleta para reflexionar sobre su futuro inmediato en el ciclismo. “Tomé la decisión ayer. Y el equipo me apoya y eso me hace sentirme realmente bien”, explicó Dumoulin, que reconoció haberse quitado un gran peso de encima una vez gritada a los cuatro vientos su decisión.

“Es realmente como si me hubiera quitado una mochila de cien kilos de los hombros. Inmediatamente me desperté feliz. Me siento bien después la decisión de tomarme un tiempo para mí. Eso dice suficiente”, expuso el corredor, que fue fichado la pasada campaña por el Jumbo para que resplandeciera y liderará la formación. Todos esperaban la mejor versión de Dumoulin, la del campeón del Giro de 2017, la del ciclista que fue segundo en el Tour de 2018, pero nunca llegó a cristalizar esa progresión. El neerlandés entró en un laberinto del que no sabe encontrar la salida. “Llevo bastante tiempo sintiendo que me es muy difícil saber encontrar mi camino como Tom Dumoulin el ciclista. Con la presión que conlleva, con las expectativas de diferentes partes”, disertó el neerlandés.

A un viaje lunar del ciclista que se supone que tiene que ser debido a su talento y calidad, el brillo de Dumoulin se ha atenuado en el último curso. Solo compitió 27 días en 2019 por culpa de una caída en el Giro que le provocó una lesión de rodilla y de unos problemas estomacales que le aquejaron después. El neerlandés tardó 14 meses en reaparecer en escena. En 2020, en el que se suponía su año para la redención, la mariposa de Maastricht apenas pudo mostrar el color de sus alas. Algo le impedía el baile de sus alas.

Nunca alcanzó el nivel que prodigó en 2018, cuando fue segundo en el Giro y en el Tour. Había dejado de ser Dumoulin, al que no pocos señalaban con el heredero natural de Chris Froome en el Tour. Sin embargo, ese relevo, no se produjo. Instalado en la filas del Jumbo, el neerlandés siempre estuvo a la sombra de Primoz Roglic, en continuo crecimiento. Como escudero del esloveno, Dumoulin, al que se esperaba peleando por el trono en París, concluyó el Tour en la séptima plaza. Después, acudió a la Vuelta, pero no tardó en abandonar. Probablemente, la falta de hambre competitiva, le destempló el ánimo. Sus adentros le pedían a gritos que parase.

Finalizada la campaña, Dumoulin saludó con entusiasmo la llegada de 2021, pero repentinamente se ha apartado del escaparate. El neerlandés decidió sentarse en el diván y mirarse para adentro. Quería reconocerse. Inició la búsqueda para encontrarse de nuevo y verse en el espejo como un gran ciclista. “Yo solo quiero hacerlo muy bien para mucha gente. Quiero que el equipo esté feliz conmigo. Quiero que mi esposa y mi familia sean felices. Y por eso quiero hacerlo bien para todos, pero por eso me he olvidado un poco de mí mismo en el último año. ¿Qué quiero? ¿Todavía quiero ser corredor? ¿Y cómo?”. Mientras la preguntas le miden, de momento, Dumoulin ha decidido acurrucarse lejos de los focos y de la bicicleta, plegado sobre sí mismo.