uién es Pello Bilbao? La pregunta se contesta por sí sola, pero en los últimos días en la prensa española se pudo leer algún titular idéntico a ese y otros muchos muy similares. Como si el ciclista de Gernika, que a sus 30 años vive su madurez deportiva, fuera un recién llegado al mundillo. Y no lo es, ni mucho menos. Debutó hace ya diez largos años como profesional en las filas del Orbea para dar solo una temporada después y debido a su gran rendimiento, el salto al Euskaltel-Euskadi. Caja Rural (2014-16), Astana (2017-19) y Bahrain (2020-...) han sido testigos de la evolución del corredor desde la desaparición del conjunto naranja en 2013 y las tres últimas ediciones del Giro de Italia le han proyectado a lo largo y ancho del planeta. Pello despuntó en la corsa rosa de 2018 con un sexto puesto en la general, ganó dos etapas el año pasado y en la edición que tocó ayer a su fin en Milán firmó su mejor participación en una grande con una meritoria quinta plaza en la general.

El vizcaino arrancó en cuarto lugar la última etapa, una contrarreloj llana de 15,7 kilómetros, pero con el aliento de Joao Almeida (Deceuninck), líder de la carrera durante un buen puñado de días, en su cogote. El portugués, un tremendo rodador que se ha destapado en la presente edición de la carrera italiana como un buen escalador, fue capaz de recortar los 23 segundos que le separaban de Pello Bilbao, hasta el punto de que en la general final le terminó aventajando en doce, los que separaran al ciclista del Bahrain de la cuarta plaza. Algo que entraba dentro de toda lógica, más aún después de que el propio Pello admitiera el sábado que si la última subida a Sestriere hubiera tenido un kilómetro más habría tenido que entrar a pie y no sobre su bicicleta. Recuperado del esfuerzo, el vizcaino trató de vender cara su derrota camino de Milán, pero tuvo que hincar la rodilla ante el empuje de Almeida.

Su quinta posición final, pese a todo, puede catalogarse como un logro. No obstante, ningún otro corredor que ha acabado en el top20 del Giro completó el Tour de Francia, que finalizó solo trece días antes del inicio de la corsa rosa. De hecho, únicamente Domenico Pozzovivo tomó la salida en la ronda gala, de la que se retiró antes del inicio de la décima etapa.

La acumulación de fatiga, lógica tras empalmar dos carreras de la entidad del Giro y el Tour sin apenas tiempo para descansar, han mermado a un Pello Bilbao que se erigió en uno de los protagonistas de la etapa reina, la disputada el pasado jueves camino de Laghi di Cancano y tras superar la temible subida al Paso del Stelvio y sus más de 2.700 metros de altitud.

Se le terminó haciendo larga la carrera al gernikarra, lo que entraba dentro de toda lógica, ya que jugó un papel relevante en el Tour, donde fue la mano derecha de Mikel Landa para que el de Murgia firmara una notable cuarta posición en la general. Su desempeño en la ronda francesa le lastró de cara al Giro, donde su actuación deja una pregunta en el aire: ¿hasta dónde habría llegado Pello de no haber corrido el Tour?

La pregunta tiene una difícil respuesta y es posible que ni el propio corredor tenga certeza alguna. Lo que sí parece claro es que habría estado en la pelea por entrar en el podio, el que hubiera sido su primero en una grande. Sus tres actuaciones seguidas en la carrera italiana podrían abrirle una nueva vía de cara al próximo curso, centrarse en disputar el Giro como jefe de filas del Bahrain o, en caso de que fuese Landa quien decidiera disputar la carrera italiana, que el equipo le dé la alternativa en el Tour para que pueda pelear por el podio. Tal vez sean palabras mayores, pero lo que está claro es que Pello Bilbao se ha ganado por méritos propios que su equipo apueste por su liderazgo en una grande y ver hasta dónde puede llegar sin haber ejercido previamente de gregario y con tan pocos días de descanso como ha sucedido en el presente año.