itigada la euforia y rebajado el shock inicial que produjo el anuncio de la compra de la licencia del Mitchelton, tasada en más de cuatro millones de euros, por parte de Manuela Fundación, una organización sin ánimo de lucro, las dudas se ciernen sobre un proyecto del que no pocos recelan por su singularidad y por la escasa información que le rodea. “Manuela Fundación es la culminación de un macro proyecto social con fines solidarios que se diversifica en favor del necesitado, el deporte o las artes escénicas”, reza en la página web de la entidad a modo de presentación. De hecho, la entidad, con sede en Granada, no ha echado a andar oficialmente, si bien tiene previsto hacerlo en octubre.

¿Pero quién está detrás de esta operación millonaria? La respuesta se encuentra en Francisco Huertas, un empresario granadino vinculado a la construcción, y su mujer, María Angustias González, que son los mecenas que financian la entidad y han avalado con su patrimonio la adquisición del Mitchelton. La escuadra australiana pasará a denominarse Team Manuela Fundación en cuanto la actividad ciclista retome el calendario y reciba el visto bueno de la UCI (Unión Ciclista Internacional). El nombre de la fundación, simbolizada con dos alas, responde al de la hija fallecida del matrimonio. A partir de ese luctuoso hecho, la pareja se volcó en proyectos solidarios.

Sin embargo, poco más se conoce de una entidad que hasta el momento impulsa una formación sub’23 pero que con la compra de la licencia de la escuadra australiana dará un salto de gigante para entrar en el WorldTour, la llave de acceso a la mejores carreras del mundo, entre ellas el Tour de Francia. En su nueva aventura, Manuela Fundación deberá asumir el coste de una estructura que maneja un presupuesto anual de al menos 20 millones de euros y donde compiten los gemelos Simon y Adam Yates, dos cotizadas estrellas del ciclismo, y Mikel Nieve, entre otros. El desembarco de Manuela Fundación ha generado asombro en el mundo del ciclismo, donde la desconfianza es moneda de cambio porque han sido numerosos los proyectos evaporados entre promesas y sueños de grandeza.

Cuando se supo que Mitchelton buscaba un patrocinador y la rumorología apuntó a que este podría ser español, las miradas se posaron sobre reconocidas compañías estatales de avalada solvencia. Era lo lógico. Disponer de una liquidez de 20 millones anuales para el mantenimiento de un equipo no está al alcance de muchas empresas. El sentido común apelaba a la aparición de alguna compañía con gran músculo financiero con ganas de adentrarse en el ciclismo. Esa posibilidad agitó el mercado de posibles fichajes para reforzar la antigua estructura australiana.

Por eso, la irrupción de Manuela Fundación ha desconcertado a muchos, que jamás imaginaron semejante desenlace. El júbilo desatado se ha enfriado y ahora manda la prudencia a la espera de cómo se desarrollen los acontecimientos y se conozcan más detalles sobre una operación gestada en tiempos de pandemia y cuyas negociaciones se desarrollaron entre vídeollamadas y mensajes de WhatsApp. Frustrada la posibilidad de que una gran empresa recogiera la herencia del Mitchelton, son numerosas las voces que reconocen sin ambages el shock que les produjo una noticia absolutamente inesperada para un proyecto recibido con ciertas suspicacias ante la escasa información que le rodea.

De hecho, son pocas las personas del ciclismo que conocen a Francisco Huertas, el hombre detrás de esta singular operación y que deberá garantizar los pagos después de depositar el dinero para hacerse con la licencia. Los auditores de Ernst&Young solicitarán el historial económico de la entidad, aún en diseño, para conocer al detalle la solidez de la propuesta que sostendrá la estructura, que podría tener su sede en Granada. En caso último exigirán las garantías necesarias a los mecenas que avalan la fundación para dar validez al equipo. Si la UCI da la luz verde, el equipo tendrá el nombre de Team Manuela Fundación. Todo un enigma.