Los daneses del GOG Gudme ponen punto y final a la travesía europea del Bidasoa en la presente campaña, después de dos partidos en los que terminó ganando por dos goles de diferencia. Nada inesperado, porque los escandinavos eran claramente favoritos en cuanto se conoció el sorteo que les emparejaba. Si al Bidasoa le quedaban ilusiones por obrar un milagro en Odense, se diluyeron en la primera parte (20-12), donde los irundarras estuvieron lejos de su mejor versión. Demasiadas concesiones ante un rival con oficio y mejores recursos. Los daneses disfrutaron y se atrevieron con pases inverosímiles, jugadas de fly, contando con un hogareño arbitraje de los colegiados chipriotas. Basta fijarse en el número de exclusiones.

Prácticamente, los dos entrenadores contaron con los mismos 15 jugadores del partido de ida. Nicolej Krickau repitió la convocatoria y Jacobo Cuétara no pudo disponer, al igual que el pasado domingo en Logroño, de Iñaki Cavero. Es decir que, desde esa perspectiva, pocas sorpresas podían esperarse, ya que los mismos protagonistas volvían a verse la cara, con dos goles de ventaja para los daneses tras su victoria en Artaleku (28-30). Los irundarras partían con esa necesidad de ganar, remontando la diferencia, si querían continuar en el torneo. Llegaban los dos con la moral reforzada tras sendos triunfos en la competición doméstica. El Gudme derrotaba al Nordsjaelland (33-27), mientras que el Bidasoa, en uno de los mejores de la temporada, se imponía en Logroño (24-31).

Puede que al conjunto de Cuétara le atenazaran los nervios o la ansiedad, pero tropezó varias veces en la misma piedra. No acertó a tapar la conexión de Morten Olsen con los pivotes Bergenthal o Zachariassen que encontraron vía libre para ir subiendo goles al marcador. Al cuadro guipuzcoano le costaba una barbaridad sorprender en el ataque posicional, ya que las opciones de contraataque estaban siendo casi nulas. Justo lo contrario que su oponente que pudo correr y terminar con acierto. El técnico de Artaleku usó dos tiempos muertos para romper la dinámica, pero llegar al descanso con ocho goles de desventaja suponía caer eliminados.

Quizás por eso el segundo tiempo de los amarillos (esta vez, de azul) se acercó mucho más a lo habitual. Xoan Ledo detuvo varios balones que en las transiciones permitieron recortar diferencias. Fue Kauldi Odriozola, máximo goleador del partido, quien asumió responsabilidades, tanto en las terminaciones desde el extremo como en las entradas a seis metros. También Víctor Rodríguez, Adrián Fernández, Gorka Nieto y Eneko Furundarena se la jugaron para doblegar al meta Hallgrimsson que, sin estar mal, no brilló como en Artaleku. Tanto los pivotes como los extremos se encontraron con muros infranqueables, en las dos áreas. Pese a lo fornido de la defensa local, muy superior físicamente, el Bidasoa encontró espacios y juego para ir recuperando terreno y ajustar el marcador. Para los locales nunca peligró la eliminatoria, pero para los visitantes, más allá de caer eliminados, el segundo tiempo respondió a lo que saben hacer.

Perder ante un equipo como este de dos goles en cada terreno no es para rasgarse ninguna vestidura. Todo lo contrario, porque este doble compromiso ha dejado claro hasta dónde puede llegar y lo que le falta para seguir dando pasos al frente. Lecciones aprendidas, sin duda. Es probable que una vez terminado el partido, en mitad de la cancha, reunido el equipo junto a su técnico, sintieran orgullo de lo realizado hasta el momento y se confabularan para sacar adelante lo que asoma en el inmediato horizonte. El encuentro contó, además, con un punto emocional para el meta José Manuel Sierra que disputó su último partido europeo como jugador.