BIDASOA-IRUN Xoan Ledo; Crowley (4, 1p), Kauldi Odriozola (6), Leo Renaud (2), Rodrigo Salinas (6, 2p), Tesoriere, Matheus da Silva -equipo inicial- Rangel (p), Cavero, Iker Serrano (2), Esteban Salinas (1), De la Salud, Azkue (2), Bartok (4, 1p), Rudy Seri y Martín Santano.

BENIDORM Leo Vial; Cabanas (1), Pablo Simonet (5, 1p), Borja Méndez (3), Parker (3), Da Costa (6), Folques (4) -equipo inicial- R. Rodríguez (p), Carlos Grau (1), Nolasco (1), Oliver, Basualdo, Ligneres (3) y Dorado.

Parciales 2-3, 5-5, 7-8, 10-10, 11-11, 14-12 (descanso), 15-14, 18-18, 20-21, 22-24, 25-25, 27-27.

Árbitros Jordi Ausas y Miquel Florenza. Exclusiones de Esteban Salinas y Seri, por los irundarras; Oliver (2), Parker y Grau, por los visitantes.

Incidencias Artaleku, ante 1.376 espectadores.

Irun - A la tercera, tampoco fue la vencida. Bidasoa no consiguió anoche la primera victoria de la segunda vuelta en la Liga Asobal, tras las derrotas ante Ademar y Barça. Debieron conformarse con un empate (27-27), después de un partido plagado de errores y desaciertos. No era lo que querían ni el entrenador ni los jugadores, porque vienen pasando un calvario en las últimas semanas y quieren salir de él. No es fácil. La vuelta de Jon Azkue al equipo, después de varios partidos de baja por lesión, aumentó los recursos ofensivos del grupo. Le vino bien a Jacobo Cuétara poder contar con el oriotarra para gestionar mejor los esfuerzos, teniendo en cuenta lo que les viene encima.

Los irundarras comenzaron el nuevo periplo trastabillándose ante los alicantinos. Afrontan ahora un maratón de partidos, ya que mañana salen de viaje con destino a Polonia para jugar el partido de ida de la eliminatoria de EHF Champions League frente al Wisla Plock. En cuanto regresen, desplazamiento a Puente Genil pocos días antes de dirimir la vuelta de la competición europea. Cuando se recuperen de ese intenso trajín, llega de inmediato la Copa, con un primer partido de cuartos de final, precisamente, ante el rival de ayer en Artaleku. El Benidorm sembró de dudas a los locales. ¿Quién dijo miedo?

Si ante el Ademar las constantes del equipo se alejaron bastante del mejor nivel, ante el Barça en el Palau mejoraron notablemente sus prestaciones. Era el clavo al que se aferraban todos para afrontar este tercer partido ante los de Fernando Latorre. Las ausencias de los zurdos Paban y Rivero, con los que no puede contar el técnico, le obligan a plagar de diestros toda la primera línea. Hoy por hoy, Borja Méndez, Parker y Pablo Simonet llevan el peso del lanzamiento exterior. Prácticamente lo jugaron todo en ataque, con aportaciones de Ligneres y Nolasco para oxigenar a sus compañeros y de paso mantener el nivel de juego y acierto.

Parece que juegan de memoria. Alargaron todo lo que pudieron los ataques hasta que los árbitros avisaban el pasivo o encontraban la conexión con el pivote Da Costa, una pesadilla toda la contienda. Los locales no daban con la mejor tecla en defensa en busca del rendimiento esperado y tampoco la portería ayudó mucho. Cuétara movió varias veces a los dos guardametas tratando de encontrar mejores prestaciones. Que el Bidasoa encaje 27 goles ante su público no es habitual. Buscando mayor eficacia, la defensa en varias fases del partido abandonó el 6-0 para adelantar la posición de Kauldi Odriozola, de largo el mejor del equipo, y jugar en el avanzado (5-1). Eso le permitió robar algún balón, contraatacar y mantener viva la posibilidad de ganar.

Si en defensa el Bidasoa no brillaba, podría decirse que en ataque el atasco era señorial. Faltaban fluidez, ritmo, acierto e ideas. Los alicantinos contenían con orden, también 6-0, aunque a veces adelantando a Folques y Ligneres en el avanzado. Eso les bastaba para estar en el partido hasta el final. El Bidasoa a día de hoy echa en falta los goles desde el lateral izquierdo. La falta de decisión y resolución desde esa posición permite a los rivales fijar la atención en jugadores que hoy son decisivos en los amarillos.

Casi desde el principio se intuía el desarrollo del partido, porque los irundarras no estaban redondos. Se acumulaban pérdidas, errores no forzados, penaltis fallados y desacierto en las finalizaciones. Jugando tan mal parecía imposible ganar. Por eso, pese a todo el cúmulo de despropósitos, no perder significa una noticia positiva.

Cuando llegó al descanso con dos goles de ventaja, que fueron tres en la primera jugada de la reanudación (15-12), el partido en otras circunstancias hubiera estado sentenciado. El Benidorm niveló en menos de tres minutos anunciando la que venía. Los de Latorre llegaron a contar con dos goles de ventaja varias veces (18-20, 20-22, 22-24), por lo que a los de Artaleku les costó ir a remolque todo el tiempo, aunque sin perder la cara al partido, ni las opciones de éxito final.

Cuando faltaban cinco minutos para la conclusión (25-25), cualquier cosa podía suceder. Los dos entrenadores, casi de seguido, solicitaron sendos tiempos muertos. El ambiente se cortaba con cuchillo y las gradas trataban de aportar lo que al equipo le faltaba. Los goles de Iker Serrano y Rodrigo Salinas neutralizaban los de Ligneres y Simonet (26-26).

A falta de medio minuto para el final, Costa desnivela. El Bidasoa, hecho un manojo de nervios, ataca con siete jugadores y es el chileno Rodrigo Salinas el que logra las tablas salvadoras, porque las cosas podían haber salido peor.