Yaroslava Mahuchikh, de solo 20 años, logró con un salto de 2,02 metros una emotiva victoria en la final de altura de los Mundiales en pista cubierta que regaló al equipo de Ucrania el consuelo de escuchar el himno nacional en el Stark Arena de Belgrado, en plena guerra contra Rusia.

Su vuelta de honor, enarbolando la bandera nacional azul y amarilla, fue seguida con emoción por la delegación ucraniana desde la grada.

Mahuchikh, originaria de Dnipro, recordó después en la rueda de prensa cómo tuvo que escapar de la guerra. "Me desperté el 24 de febrero con dos explosiones y tuve que llamar a mis padres. Fue muy difícil, tuvimos que ir al campo desde Dnipro". Tras escapar, decidió empezar a prepararse para la competición en Belgrado y demostrar así que los ucranianos "son fuertes".

Yaroslava cargaba con la responsabilidad de liderar al pequeño equipo ucraniano, formado por seis mujeres (los hombres están en la guerra), en busca de la medalla de oro, y tenía credenciales bastantes para lograrlo: bronce olímpico, plata mundial y oro europeo en sala, pero había rivales dispuestas a impedírselo.

No lo tuvo fácil, porque la australiana Eleanor Patterson, que encabezaba el ránking mundial del año con una marca de 1,99, estuvo por delante cuando saltó los 2 metros justos. La ucraniana tuvo que agotar sus tres intentos para conseguirlo. Luego superó los 2,02 a la primera, dejando sentenciada la contienda. La australiana no pudo con esa altura.

La kazaja Nadezhda Dubovitskaya se alzó con la medalla de bronce con un salto de 1,98, por delante de la montenegrina Marija Vukovic (1,95) y de la segunda ucraniana, Iryna Gerashchenko (1,92).