- La Behobia-San Sebastián es una carrera especial, más allá de las marcas. La comunión existente entre los participantes y los aficionados convierten a esta prueba en la favorita para muchos de los que han cruzado la línea de meta en primer lugar. NOTICIAS DE GIPUZKOA ha pulsado la opinión de sus últimos ganadores y todos coinciden en señalar que "es una carrera que tiene alma".

"Se te pone la piel de gallina con solo pensar que vas a volver a correrla", reconoce Jaume Leiva, ganador en 2012 y 2018. "He corrido en el extranjero y pocas se parecen a la Behobia", apostilla el atleta catalán, que viene con la intención de repetir triunfo. "Por lo menos, voy a intentarlo. No lo descarto. Si quieren ganarme, tendrán que correr mucho. No se lo voy a poner fácil. Es una carrera que se me da muy bien por el perfil y llego con muchas ganas", advierte Leiva, para quien cruzar la línea en primer lugar "es la hostia".

Y ofrece su razonamiento: "No hay otra carrera que ganes y sientas el apoyo tan brutal de la gente. Las dos veces que he ganado pude llegar con bastante margen con respecto al segundo, y lo disfrutas mucho más. Es como una explosión. Llegas al clímax total. Lo sientes durante toda la carrera, pero el último kilómetro y medio es una pasada. Es muy especial", asiente el catalán.

Pedro Nimo ganó en 2013, una edición marcada por el fallecimiento de una participante. El gallego tira de memoria y no puede evitar emocionarse al hablar de la Behobia-San Sebastián. "Estoy hablando contigo y se me pone la piel de gallina porque en ningún sitio me he sentido corriendo como allí. Y ya no lo sentiré", reconoce el gallego, que va más allá en su admiración hacia la prueba donostiarra: "A veces es muy difícil ponerle adjetivos a sentimientos, porque precisamente esa es la magia de esa prueba, que está por encima de tiempos, de objetivos y hasta que la corres no te das cuenta de por qué es especial". Para Pedro Nimo, la prueba "no cuenta con el recorrido más bonito del mundo", pero, en su opinión, "la gente la hace mágica. Es una carrera a la que le dan magia las personas". Sostiene que en la Behobia-San Sebastián, "el deporte como recorrer una distancia en el menor tiempo posible pasa a un segundo o un tercer plano". Es más, "antes que atleta soy persona y me quedo con el cariño, que no sé si me merezco, pero que decidieron que gané, de la gente de Donosti".

Carles Castillejo, a sus 43 años, también será de la partida en esta ocasión. Ganador en tres ocasiones (2015, 1016 y 2017), los recuerdos son los mejores. "Te podría decir que de todas las carreras que he corrido en el mundo, pocas hay con esa cantidad de público, esa cantidad de animación en la totalidad del circuito. Es brutal", confiesa el atleta nacido en Barcelona, que destaca los pasos por Gaintxurizketa y Miracruz: "Reflejan todo lo que es la Behobia, esa comunión de los corredores con el público. Les da lo mismo que haga calor, que llueva... El público siempre está ahí", ensalza. Sobre sus participaciones en la Behobia, se queda con la de 2018, precisamente una edición que no ganó. "Venía de una fractura bastante grave de espalda e hice 1h15. Fue como si hubiera ganado. Para mí, fue una victoria", recuerda con orgullo.

El salmantino Rafa Iglesias rompió la hegemonía de Chema Martínez en la Behobia-San Sebastián. Y los recuerdos, tanto deportivos como personales, son los mejores. "Los años que yo corrí le gané al mejor Chema Martínez. Es de las pocas veces que le he ganado", recuerda entre risas. Lo primero que se le viene a la cabeza a Iglesias cuando habla de la prueba es la ciudad de San Sebastián: "Es una ciudad que emana atletismo de larga distancia por los cuatro costados. Es mi ciudad talismán y la ciudad que más me ha podido aportar en mi trayectoria deportiva", destaca. Sobre la carrera en sí, dice que "es una prueba que tiene su carácter especial y su propia esencia".

El arrecifeño José Carlos Hernández también saboreó las mieles del triunfo. Lo hizo en la 50ª edición, la primera con el recorrido moderno. "Era la prueba que estaba en boca de todo el mundo y yo quería correrla", recuerda el atleta canario. "Iba bastante en forma y gané, algo que me sorprendió porque había muy buenos rivales como Pablo Villalobos o Rafa Iglesias. Era la primera vez que corría y tenía mis miedos, pero ese día las piernas estaban espectaculares; fue mi día y pude disfrutar de todo ese público", confiesa. "Ese año inauguraron un tramo nuevo y ese pasillo estaba lleno de personas. Fue donde ataqué y pude disfrutar de llegar al Boulevard, en esa recta larga llena de público que te pone los pelos de punta. La vivencia de la Behobia se quedó en mi corazón", remarca un atleta que volvió al año siguiente, una edición en la que quedó tercero. De su primera participación, la de 2014, guarda dos anécdotas. La primera: "La única vez que me pusieron un pincho antes de pasar un control antidoping fue en la Behobia-San Sebastián". Y la segunda, el cariño de la afición: "Después de la carrera fui a comer con mis amigos a un restaurante y a la entrada me conocía todo el mundo. Era una pasada".