Feliz y muy emocionada. Así se mostraba Maialen Chourraut, prácticamente recién aterrizada de Tokio, con la medalla de plata al cuello. Un premio tras un ciclo olímpico difícil, duro, más largo de lo habitual, que se ha saldado con un nuevo éxito. Su tercera medalla olímpica: bronce en Londres 2012, oro en Río de Janeiro 2016 y plata en Tokio 2021. " Tengo la colección de todos los colores de medallas, me hacía ilusión. Tres medallas hasta me asusta un poco", reconoció en la rueda de prensa que ofreció junto a su marido y entrenador, Xabier Etxaniz, antes de recibir el homenaje de todos sus compañeros y amigos del Atlético San Sebastián.

Sus primeras palabras fueron de agradecimiento: "Tenía ganas de volver a casa para dar las gracias, esta medalla es el premio para mucha gente. La guardo yo, pero es para toda la gente del piragüismo. No sé ni cómo agradecer a toda la gente el calor y el apoyo que he recibido en este ciclo olímpico. Me he caído muchas veces y me he levantado porque había mucha gente apoyándome. En todo momento he encontrado un apoyo, un aúpa Maialen, que ayuda mucho. Me exijo mucho y en los entrenamientos, cuando ves que no estás en la mejor forma, cueta aceptarlo, y todo ese calor que me ha dado la gente hace que no sepa ni cómo agradecerlo. Siento que esta medalla es de todos. Me la quedo yo, pero sentimentalmente es muy compartida".

La cuestión mental está muy en boga en estos Juegos Olímpicos tras el episodio protagonizado por la gimnasta Simone Biles. Chourraut reconoció ayer que la cabeza ha tenido mucho peso en su elevado rendimiento y explicó cómo ha sido el proceso de preparación durante estos últimos meses: "Yo no había trabajado con un psicólogo hasta octubre de 2020. En junio habíamos decidido venir a vivir a Donosti, volver a casa, estar con la familia. Queríamos afrontar aquí el último año del ciclo olímpico. Competir siempre me ha costado muchísimo. El proceso de selección para los Juegos es muy duro, llegar es dificilísimo. Había competiciones en las que pensaba que con la tensión el cuerpo se me iba a colapsar. Decidí empezar a entrenar con un psicólogo, Josean Arruza, que me ha ayudado muchísimo a centrarme en el momento. Es imposible controlar los pensamientos que te vienen a la cabeza, pero tú puedes decidir qué hacer con ellos. Hasta hace un mes, la medalla de oro de Río me pesaba muchísimo. Hasta que me di cuenta de que no tenía nada que perder y que debía estar orgullosa del camino que había hecho. Llegué a Tokio sintiéndome muy bien conmigo misma y así competí. Estaba nerviosa como otras veces, pero fui igual más capaz de controlar ese nerviosismo y leer más fríamente los Juegos.

Comentó Chourraut, al hilo de ese control de las emociones, que los Juegos Olímpicos son "la competición más emotiva que hay": "Cuando estás en la salida es un bombardeo de emociones. Lo quieres hacer bien para ti y para los demás, pero también entra en juego esa decepción que sería la de mucha gente. Ahí vi mis 38 años como una gran ventaja, porque sabía lo que era estar en esa salida. Me sentía feliz con el trabajo que había hecho. Sentir ese orgullo por mi trabajo me liberó. Yo no soy tan rápida como otras, pero Xabi me decía que había que ir paso a paso: pasar el corte, llegar a la final y una vez ahí dar lo mejor y a ver qué pasaba. Una final en los Juegos es muy emocional y es muy difícil dar lo mejor ahí, y lo conseguí. Llegaba a buen nivel a Tokio, he estado en todas la finales del Europeo, de Copa del Mundo, aunque sin medallas. Pese a no ser ni la más rápida, ni la más fuerte, ni la más hábil, tenía experiencia.

"MUY EXIGENTE"

Sobre ese manejo de la presión no solo durante la propia competición sino durante todo el ciclo olímpico, habló también Xabier Etxaniz, pareja y entrenador de Chourraut. "Lo que ha conseguido es por el trabajo de hace muchos años, empezó en Pekín 2008. Cuando se le mete algo en la cabeza, no para hasta conseguirlo. Estos últimos cinco años no han sido fáciles, han sido largos. Pensábamos que tenía que llegar a la final y ahí hacer su trabajo. Hizo justo lo que tenía que hacer. Conseguir esta medalla con 38 años tiene un valor increíble".

Dijo Etxaniz que la palista guipuzcoana es "tan exigente consigo misma y con los demás que es difícil contentarla": "Es difícil convencerla de algo a lo que ella está dando vueltas. A unos días de Tokio, dejé de rebatirle, porque su estrategia era liberarse para competir sin presión. Es muy exigente. Yo tenía que convenecerle de que había hecho algo bien en los entrenamientos, porque ella me decía 25 cosas malas. Ese trabajo mental que hemos ido haciendo le ha hecho rendir así en el agua, hacer una navegación consistente. Igual no es la más rápida, pero sí la más segura. Cuando ella, unos minutos antes de tomar la salida, visualiza lo que tiene que hacer y me dice vete, eso es buena señal, significa que está preparada. Su cara antes de salir lo decía todo, había concentración".

Una vez completado el recorrido, que le otorgó el mejor tiempo provisional entre las participantes, le tocó esperar a que compitieran otras seis palistas. ¿Cómo vivió esa espera? Con "mucha emoción", aunque con una mezcla de sensaciones porque no le gusta "ver fallar a las compañeras". "Las piragüistas somos una familia", indicó y puso como ejemplo el ritual que tienen en la inauguración de los Juegos: "No podíamos ir a la ceremonia porque competíamos al día siguiente. Desde los Juegos de Londres las chicas que competimos en piragüismo tenemos la tradición de ir a los aros olímpicos que hay en la Villa y nos sacamos una foto todas juntas. Para mí es un momentazo". Retomando esa espera con el mejor crono provisional, indicó que "las favoritas fueron cayendo", entre ellas la principal aspirante al oro, la australiana Jessica Fox, finalmente tercera. "Me dolió tanto que fallara que pensaba que le había robado la posición". Sobre la ganadora, Ricarda Funk, señaló que "ha estado muy rápida todo el ciclo olímpico". "Tanto Ricarda como Jessica tienen un nivelazo, es un espectáculo verlas entrenar y competir. Yo se lo decía a Xabi y el me decía: Tú también. Fui segunda porque lo hice bien. Tengo la colección de todos los colores de medalla, me hacía ilusión. Tres medallas hasta me asusta un poco. He tenido suerte, pero también trabajo".

LA DECISIÓN DE HACE UN AÑO

También ha sido importante en el éxito la decisión que tomaron Chourraut y Etxaniz hace un año de volver junto a su hija Ane de La Seu d'Urgell, donde llevaban años residiendo, a Donostia. "Lo hicimos por volver a casa y estar con la familia. La Su es un sitio ideal para entrenar y teníamos muchos amigos ahí, así que fue una decisión dura, pero la familia es la familia y tocaba volver. Supuso estímulos nuevos, porque llevaba muchos años entrenando en el mismo sitio y vas adquiriendo unos vicios. Me estaba costando remar en sitios fuera de La Seu, fue una gozada volver al club, al gimnasio, a la bahía, a la curva San Miguel (en el río Bidasoa). Entrenar en el canal de Pau me vino bien porque es un canal que me cuesta y cada entrenamiento ahí me tenía que concentrar muchísimo. Ha sido la vuelta a los orígenes. Los entrenamientos nuevos me han enriquecido, he aprovechado las olas del mar... nos hemos adecuado a lo que teníamos y hemos sacado el lado positivo".

¿Y EL FUTURO?

No se quiso pronunciar Chourraut sobre su futuro. Los Juegos de París se celebrarán dentro de tres años, en 2024, y la deportista lasarte-oriotarra, de 38 años, con dio pistas sobre cuál será su decisión. "Hemos pasado muchas horas de viaje desde Tokio y todavía ni lo he asimilado. No puedo pensar aún en París. Me gusta tener organizado el futuro, pero no tengo una respuesta. Vivir el momento es algo que hemos trabajado mucho".