La enorme pasión que Joseba del Valle de Lersundi siente por la caza de la paloma torcaz queda de manifiesto en el libro Diario de un palomero. 20 años de pasa, que está al alcance de cualquiera que desee disfrutar de un rato entretenido en la web www.fiebreazul.com, gestionada por el propio cazador hernaniarra.

Tras reconocer por adelantado que ni es escritor ni ornitólogo, biólogo o científico, el autor del libro se ha basado en su experiencia en líneas de pase cercanas a Hernani como Larregain, Oriamendi o Azketa, pero también en la provincia de Ávila, para explicar los pormenores de la caza de paloma torcaz al pase en puesto fijo.

Desde las características del ave hasta las rutas de su migración, pasando por los tres pilares de esta actividad como son el cazador, el perro y el puesto, así como la cuadrilla, el kit del palomero o el almuerzo, en esta obra tienen cabida todos los aspectos relacionados con esta modalidad cinegética que han sido escritos con algunas dosis de tono humorístico.

“Soy una persona a la que le gusta archivar datos y toda la información que consigo en relación con la caza, y hace año y medio escribí este libro que, además, quería dedicar a mi padre Javier por haberme transmitido la afición por esta actividad”. Sin embargo, tanto su progenitor como los amigos de este le ‘reprochan’ “que siempre esté con lo mismo y apuntando todo lo que me dicen” cuando comparte con ellos jornada de caza en aquella la provincia castellano-leonesa.

A pesar de ello, parte de sus conocimientos han quedado incluidos en el diario que hace un par de años subió su a la web que creó para agrupar tanto las investigaciones como otros contenidos relacionados con la actividad cinegética.

La frustración que muchos practicantes de esta modalidad sienten cada jornada de caza cuando vuelven con las manos vacías es una constante a la que del Valle se agarra en tono de broma. De hecho, no cree que esos fracasos se deban a una disminución de las poblaciones de torcaces y, en lugar de ello, se decanta por atribuirlos a los cambios en los hábitos migratorios de la especie y a la modificación de las rutas que utilizan para pasar el invierno.

A la contra

Aunque en su web muestra los datos correspondientes a 2018, cuando se contabilizaron en torno los tres millones de ejemplares durante el pase, Del Valle señala que “el año pasado fue un desastre porque apenas hubo pase”. Atribuye ese hecho a que “hubo mucha lluvia y el maíz se quedó sin recoger en muchas zonas de Francia”, por lo que las palomas no tenían que bajar en busca de alimento, ya que “las condiciones climatológicas tampoco les resultaban excesivamente adversas”.

De hecho, cree que “las que pasaron en 2019 eran las que provenían del norte de Italia que pasan por el corredor de los Pirineos, lo que, añadido a los cambios en los hábitos migratorios, ha propiciado nuevas zonas de pase. “Algunas palomas se dan la vuelta ante la lluvia o la niebla y eso ha propiciado una ‘contra’ que antes no se producía, lo que facilita su caza cerca de la costa y a que van a menor altura que cuando pasan. Hoy en día diría, que se caza más a la contra que al pase”, asegura.

Entre los aficionados es una opinión generalizada la reducción en el número de capturas, lo que lleva a muchos de sus compañeros de afición a asegurar cada jornada que “mañana no vuelvo” o “al final del pase vendo la escopeta”, como recoge Del Valle. Sin embargo, el cazador hernaniarra se reafirma en que “hay más torcaces que hace unos años, lo que sucede es que la mayoría pasan en un par de días, en bandos muy grandes y a mucha altura. Da la sensación de que saben lo que es un puesto de caza, ya que cogen altura cuando se acercan”, lo que atribuye “a la buena memoria de esta especie”.