- El pasado 14 de marzo, hace tan solo un mes, Aitor Francesena se proclamó en California campeón del mundo de surf adaptado por segunda vez en su carrera. El zarauztarra, sin embargo, apenas pudo disfrutar de este éxito. Nada más volver a casa, empezó a notar los síntomas del COVID-19 en su cuerpo. Tras atravesar un tormento de problemas respiratorios, tos, fiebres e incertidumbre, fue hospitalizado y consiguió superar la enfermedad. El campeón del mundo también logró vencer al coronavirus. Francesena se encuentra ahora "muy bien. A gusto y fuerte. Ya le he dado la vuelta a todo". El surfista invidente, no obstante, pasó por momentos muy malos: "A mí me pilló muy fuerte. Al parecer, hay gente que no siente casi nada, pero a mí me metió una paliza. Tuve fiebres súper altas, las fiebres me tocaron las tripas y tuve diarreas muy fuertes, no tenía ni ganas de comer ni nada, y estuve así durante diez días. Y a los diez días me entró la tos. Eso ya fue un plus a todo lo demás. No podía respirar bien. No podía ni hablar, porque no podía estar ni un segundo sin toser. Era muy duro". El zarauztarra llegó incluso a temer por su vida: "Por supuestísimo. Había momentos en los que no entendía nada. No pensaba que esta historia fuera tan fuerte. Además, no saber si tenía o no coronavirus también me hizo daño psicológicamente".

Francesena sospecha que se contagió de camino al Campeonato del Mundo: "Creo que lo cogí al ir a Madrid, de Madrid me fui allí y esa semana lo estuve incubando". El zarauztarra disputó el torneo cuando ya estaba contagiado, "pero no tenía ni un síntoma. Esa semana me sentía bien, e hice vida normal". La victoria en el Campeonato del Mundo "fue una historia muy bonita, pero no me ha dado tiempo ni a saborearla. Aunque fue un campeonato de olas pequeñas, disfruté mucho porque las cosas salieron muy bien. Nada más acabar el campeonato tuvimos que salir de Estados Unidos cuanto antes porque igual se cerraban los aeropuertos. Volví el día 15 y y volví con fiebre. Ya tenía la película de que había algo aquí muy raro. Cuando llegué a Madrid tenía fiebres altas. Lo primero que hice fue llamar a un amigo cuyo hermano había tenido el coronavirus. Me dijo que dejara de tomar ibuprofeno y que tomara paracetamol, porque en Canadá, cuando volvía, había tenido unos escalofríos muy extraños y fuertes, y había tomado leche con ibuprofeno. Cuando volví a casa estaba tomando paracetamol, pero seguía con una fiebre súper alta. Veía que no arrancaba. Estaba sin fuerzas y no le daba la vuelta. Además, cuando tienes fiebres muy altas, tienes dolores en todo el cuerpo. Estaba todo el día sudando, por las noches deliraba, y con cualquier movimiento sentía escalofríos".

Francesena lamenta que en los primeros días no recibió la atención debida por parte del sistema sanitario: "Yo vivo cerca del ambulatorio de Zarautz y nadie se dignó a venir a verme o a ver qué temperatura tenía, y yo estoy ciego. Me llamaban todos los días para preguntarme qué tal estaba. ¿Qué tal estás? ¡Horrible! ¿Tienes fiebre? Por supuesto. ¿Cuanto? ¿A mí me preguntas? ¿Para qué llamaban si no podían subir? ¿Para preguntarme cómo estaba?". Además, "a los diez días fui al Hospital Donostia y me mandaron a casa sin hacer el análisis del coronavirus", porque no tenían el test.

Finalmente, Francesena tuvo que ser hospitalizado: "A los doce días ingresé en la Policlínica Gipuzkoa. La directora es amiga de mi familia, y me dijo que ingresara. Me hicieron el análisis del coronavirus, di positivo y estuve cinco días allí ingresado. Con el tratamiento que me dieron allí le di la vuelta muy rápido". El lunes de la semana pasada cumplió la cuarentena: "Ese día me trajeron un perro guía y ya lo saco al parque y todo, con mascarilla". Aún así, por precaución, el zarauztarra prefiere mantenerse aislado hasta finales de mes: "Llevo sin estar con mi hija de 15 años desde el 5 de marzo, y hasta el 30 no voy a estar con ella. Por si acaso, prefiero prolongar la cuarentena más en el tiempo para que no haya ningún tipo de problema".

El campeón mundial se siente ahora "optimista. Yo soy así. Toda mi vida he salido adelante a base de trabajo, esfuerzo y sacrificio". Lleva "bien" el confinamiento. En el día a día, hago trabajo físico, hago la casa...". De momento no está pensando en el surf: "Me lo tomo como un descanso, como un momento de reflexión. Aprovecho el tiempo para otras cosas. Como si fueran unas vacaciones. Ahora mismo hay preocupaciones más importantes en mi cabeza. Me preocupa cómo va a quedar todo esto, la salud de la gente y la economía, y cuánto se va a prolongar; me preocupa la incertidumbre del qué pasará".

"Ahora me encuentro muy bien. A gusto y fuerte. Ya le he dado la vuelta a todo"

Surfista