la noticia ha pasado bastante inadvertida por estos lares, pero tiene su gracia. El otrora díscolo Guti, vestido de punta en blanco con unas chaquetas más propias de un hipódromo inglés que del entrenador del Almería, ha decidido que ya es un hombre hecho y derecho y que quiere que le llamen por su nombre: "Una cosa, me gustaría que me llamaran José María Gutiérrez, no Guti, porque estoy escuchando en todos los sitios lo de Guti, Guti, y me llamo José María Gutiérrez, no Guti". Bueno, algo es algo y al menos no ha querido que le llamen James Bond o algún otro nombre más pintoresco o estrambótico. Yo no hubiese podido aguantar la risa...

Antes que nada, me gustaría decir que le conocí en la selección absoluta y en las distancias cortas era un gran tipo. Majo, educado y cercano. También inteligente, de los que sabían perfectamente las perlas que dejaba a un periodista. Por eso me sorprendía que solía evitar bastante hablar de sus orígenes -nació en Torrejón de Ardoz- y de los trabajos modestos de su madre para conseguir sacarle adelante y que le permitieron cumplir su sueño de ser futbolista. En ese mismo escenario, Raúl González Blanco tenía prohibido a Marca y As la reproducción de las fotos que le sacaron en la modesta vivienda de sus padres en el barrio madrileño de San Cristóbal de los Ángeles tras su debut cuando ya se había convertido en la estrella del Madrid. Por poner un ejemplo del lado contrario, Fernando Torres estaba tan orgulloso de ser de Fuenlabrada que incluso se mofó de sí mismo en esa campaña publicitaria de Pepsi en la que proclamaba que él era natural "de Fuenla". Para siempre torrista.

No me gusta que los futbolistas no tengan los pies en el suelo. Afortunadamente, esto no suele suceder por aquí, donde ninguno de nuestros canteranos se atreve a renegar de sus orígenes. Entre otras cosas, porque les desterrarían de sus respectivos pueblos. La semana ha estado marcada por la polémica de los cánticos que han obligado a suspender el Rayo-Albacete porque Los Bukaneros le estaban llamando nazi al ucranio Zozulia. Uno no puede más que quedarse boquiabierto después de todo lo que han escuchado los realistas en los fondos de muchos estadios de la Liga y, sobre todo, los insultos que mancillaban la memoria de Aitor Zabaleta durante años en la cloaca del Calderón, cuando allí pululaban varios cómplices del asesinato que ejecutó el malnacido Ricardo Guerra en una de las puertas del mismo recinto. Dio igual que hasta la Real lo denunciase, nadie hizo nunca nada durante una década, mientras no solo los árbitros, sino las propias tribunas del estadio llenas de gente de bien miraban hacia otro lado. Ahora la Real ya tiene un precedente; como los vuelvan a escuchar, espero y confío en que detengan el partido, porque somos nosotros los que no aguantamos esta intolerable tomadura de pelo. Lo mismo ha sucedido con Isak. La UEFA sancionó con dureza hace unos meses a Bulgaria por los cánticos racistas contra los ilustres ingleses negros y, en cambio, a los rumanos les han dejado sin castigo pese a que el árbitro tuvo que parar el encuentro porque estaban increpando al menos conocido sueco Isak. Sí, las campañas contra el racismo quedan muy bonitas, pero quizá deberían intentar curar también sus brotes incontrolables de clasismo. Ya lo saben, siempre fieles al color del dinero.

El caso es que me acuerdo de Raúl porque siempre que se juega el clásico todos los medios madrileños vuelven a publicar su fotografía mandando callar al Camp Nou tras marcar el empate en el último minuto de uno de sus partidos del siglo. Es justo reconocer que el 7 declaró años después que si pudiese retroceder en el tiempo no lo habría hecho, pero alucino con la doble moral de algunos, que demuestran tener la piel muy sensible con según qué provocaciones y festejan otras porque las ha hecho su ídolo en casa del maldito eterno enemigo. "¡Que se jodan!", seguro que piensan. Eso sí, que no se le ocurra hacer a un mindundi algún gesto en el Bernabéu, porque colocarán de inmediato y sin juicio previo su cabeza en la guillotina.

Los gigantes, esos abusones. Y su prensa, que les hace el juego y les baila el agua de tal manera que hasta les prepara campañas contra los árbitros para ver si obtienen réditos en los siguientes encuentros. Me parece inadmisible que el Barcelona saque el hacha de guerra por una jugada más que discutible que admite todo tipo de interpretaciones incluso viendo las imágenes por televisión. Solo se puede entender como una treta para evitar que se hablara del baño que habían recibido durante muchos minutos en La Concha (no comparto el "tú más" de la Real porque en el fondo está reconociendo que sí fue penalti; no es inteligente, si se protesta, que salga el presidente y lo haga de verdad). Es por eso que vuelvo al valor de tener los pies en el suelo. Y solo deseo que la Real sí esté a la altura que debe en el papel de gigante que le toca interpretar hoy en la fiesta del fútbol más modesto en Palencia. Ingredientes obligatorios para hoy: respeto máximo, reconocimiento de méritos al rival, atención a su parroquia local y sellar una victoria ineludible para continuar en la competición.

He querido pasar casi de puntillas por la mancha más negra de la historia de la Real. No necesitamos que algunos nos recuerden que el Jaén nos enseñó el camino el martes ante el Alavés, porque desgraciadamente lo conocemos de sobra. Han sido tantos años vagando por el desierto que como no sé muy bien ya cómo alentar el espíritu copero, voy a lanzar un órdago. Esta Real tiene todas las herramientas para hacer algo muy grande en esta competición. Ha demostrado que a partido único puede ganar a cualquiera, compite tan bien fuera como en casa, tiene un estadio que intimida, capaz de generar una atmósfera muy copera, y cuenta con una plantilla equilibrada, amplia y con hambre, además de muy joven, que le tiene que allanar el sendero a la gloria. Allá ellos si de verdad no están dispuestos a comprar ese billete al cielo. Nosotros estamos preparados para empujarles lo que haga falta. Pero, cuidado, que batacazos en escenarios y en situaciones casi imposibles como las que va a vivir hoy tenemos unos cuantos en nuestra leyenda negra. E Imanol y sus jugadores saben más que nadie que la noche de la eliminación de Copa suele ser la más dura y triste del año y puede pinchar cualquier globo. Por mucha ilusión que exista. Con los pies en el suelo y el máximo respeto, ¡a por ellos!