donostia - Sufría el Gipuzkoa Basket superado ya el ecuador del último cuarto. En el marcador figuraba un 68-70 favorable al Manresa, que había logrado remontar 17 puntos de desventaja hasta ponerse por delante y meter el miedo en el cuerpo a los alrededor de 4.000 aficionados que se dieron cita en Illunbe. Jaume Ponsarnau puso en cancha a sus mejores hombres, los que tienen que tirar del carro. Es decir, el capitán, David Doblas; el base titular, Jared Jordan; y el escolta llamado a marcar las diferencias, Taquan Dean. Junto a ellos, Dani Díez, que volvía al equipo tras su lesión, y un renqueante Will Hanley. Toda la artillería en cancha. No cabía otra opción, porque el partido era una verdadera final en noviembre entre los dos equipos. Era el momento de que los buenos respondieran, y lo hicieron.
Tras un ataque trabado, Taquan Dean, medio cayéndose, anotó un triple que devolvió la delantera al GBC (71-70), acción clave que dio alas al equipo y a la que dieron continuidad Doblas (73-70) y Jordan, con un triple, el primero que lanzaba en todo el partido (76-70), que culminó un parcial de 8-0 que dejó el partido encarrilado a dos minutos de la conclusión. Sakic, con un triple, puso la incertidumbre, pero surgió de nuevo Jordan con una preciosa asistencia a Hanley, que anotó bajo aro (78-73). Por si había dudas, Dani Díez cogió un rebote pleno de fuerza y en la siguiente jugada anotó el 80-73. Fue la sentencia de un partido al que apenas le quedó una canasta por equipo antes del bocinazo final (82-75). Los buenos aparecieron en el momento justo para dar una victoria importantísima al Gipuzkoa Basket frente a un rival directo por la permanencia.
Visto lo visto hasta ahora, parece claro que tanto guipuzcoanos como manresanos van a luchar por la salvación hasta la jornada 34 y la victoria de ayer -segunda de la temporada- permite al conjunto entrenado por Ponsarnau quedarse con un balance de 2-6, igualado con el Estudiantes y el Sevilla, y con una victoria de margen sobre el propio Manresa y el Fuenlabrada, que quedan en la cola de la tabla con una única alegría después de ocho jornadas. Se presenta una temporada larga y difícil para un GBC que no está sobrado de recursos, pero el de ayer fue otro pasito más hacia el objetivo. Tiene toda la pinta de que cada triunfo costará sangre, sudor y lágrimas. Los dos logrados hasta ahora -contra el Andorra en la sexta jornada y ayer- han sido, desde luego, muy sufridos.
50-33 al descanso Contra el Manresa se vio durante algunos minutos al mejor Gipuzkoa Basket de la temporada y durante otros, al peor. En los dos primeros cuartos, el equipo de Ponsarnau se desató. Hasta el descanso anotó 50 puntos cuando su media hasta ayer por partido era de 64. Buena parte de culpa la tuvo Jordi Grimau, que se confirmó como el hermano bueno ante Roger, absolutamente desdibujado. El escolta del GBC fue quien lideró el ataque de los suyos en los primeros 20 minutos. En el último ataque del primer cuarto metió un triple que puso el 23-22 y en la primera acción del segundo anotó otro. Luego dio una asistencia a Hanley, por lo que fue el jugador clave en el parcial de 11-0 para los guipuzcoanos, que empezaban a marcharse en el marcador (31-22). Seis puntos casi consecutivos de Taquan Dean, más entonado ayer, dos robos culminados en contraataque de Dani Díez, líder en defensa, y un par de acciones de Doblas -a quien además regalaron dos puntos porque un jugador del Manresa palmeó el balón hacia su propia canasta y en ese caso los puntos son para el capitán- sellaron un segundo cuarto que rozó la perfección, con un parcial de 27-11 que parecía dejar el partido visto para sentencia (50-33).
El mismo equipo que solo en una de las cuatro últimas jornadas había podido superar los 65 puntos a favor estaba mostrando todas sus armas ofensivas, además de una intensa actividad defensiva convertida ya en seña de identidad. Pero, de repente, todo eso se perdió en la reanudación. El Manresa, hasta entonces bastante blando, todo hay que decirlo, empezó a apretar en defensa y con ello llegó el habitual atasco ofensivo del Gipuzkoa Basket. Solo Jordi Grimau mantuvo el nivel cuando los contactos se endurecieron y esos problemas locales permitieron a los de Pedro Martínez creerse capaces de meterse de lleno en el partido. Fue Marius Grigonis, un jugador procedente del Huesca de LEB Oro, quien cambió totalmente el signo del encuentro con cuatro triples en el tercer cuarto que posibilitaron un parcial de 11-28 y dejaron el marcador igualado en el minuto 30 (61-61). Increíble, pero el GBC había tirado por la borda todo lo bueno que había hecho antes y el encuentro volvía a empezar en un último cuarto que prometía ser agónico.
Dos pérdidas seguidas de Huskic confirmaron el mal momento de los locales, que al menos taparon a Grigonis y dejaron a cero al Manresa en los dos primeros minutos del último acto. Dani Díez, con un tiro libre y un triple, era el único que daba señales de vida en ataque, así que Ponsarnau fue rehaciendo el quinteto y metió a los que tenía que meter, a los titulares, a los jugadores que deben decidir en estos momentos. Grimau había hecho su trabajo y era el turno de Jordan, Dean, Díez, Hanley y Doblas, que encontraron la inspiración necesaria para dar una victoria de un valor incalculable para el GBC, que saca un poco la cabeza del fondo de la tabla. El equipo aún despierta dudas y el calendario ahora vuelve a endurecerse, pero al menos, por ahora, ha ganado los dos partidos que tenía que ganar.