donostia - El Gipuzkoa Basket sigue ofreciendo malas sensaciones en este arranque liguero. Con el paso de las jornadas -cuatro ya- la preocupación sobre su rendimiento no solo no disminuye, sino que aumenta. Ayer, el conjunto entrenado por Jaume Ponsarnau encajó su cuarta derrota tras perder frente al FC Barcelona en Illunbe por 43-57. El resultado, incluso para quien no haya visto el encuentro, refleja una realidad: el GBC mejoró mucho su rendimiento en defensa en comparación con las tres primeras jornadas pero fracasó estrepitosamente en ataque. O dicho de otra manera: mucho esfuerzo, poco talento. Bien por lo primero, mal por lo segundo. Sigue siendo insuficiente, en cualquier caso, para competir con garantías en la Liga ACB porque para ganar hay que meterla.
El Gipuzkoa Basket es por ahora un equipo sin ningún equilibrio, incapaz de mantener un nivel óptimo durante los 40 minutos. Cuando Ponsarnau empieza a agitar el banquillo, se convierte en un conjunto muy poco fiable, que no ofrece ninguna garantía. El fondo de armario es escaso y el equilibrio en los quintetos -salvo el inicial- brilla por su ausencia. Cuando ataca más o menos bien, como sucedió ante Estudiantes, Real Madrid y Obradoiro, encaja 91, 90 y 85 puntos respectivamente. Y cuando es capaz de bajar esos exagerados guarismos, como sucedió contra el Barcelona, se queda en unos raquíticos 43 tantos.
Y pudo ser mucho peor, porque anotó 33 de esos puntos a partir del descanso. Es decir, en los primeros 20 minutos, el GBC se quedó en diez puntos. Números impropios de un conjunto que milita en la máxima categoría, números difíciles de creer pero tan reales como que los de Ponsarnau solo metieron tres de los 30 lanzamientos que intentaron en los dos primeros cuartos debido a ataques sin criterio ni cabeza ante una defensa muy sólida. Acciones forzadas, penetraciones imposibles, triples precipitados. Para irse corriendo de Illunbe y no parar hasta no tener una cancha de baloncesto a tres kilómetros a la redonda.
Las pésimas cifras anotadoras -sobre todo del GBC, aunque los 57 tantos del Barcelona no son para tirar cohetes- obligó a la ACB a desempolvar los archivos históricos desde sus inicios en 1983 en busca de récords anotadores negativos. Y peor que eso, hizo que los aficionados guipuzcoanos echaran la vista atrás a un fatídico 25 de abril de 2010 cuando su equipo, entonces entrenado por Pablo Laso, se quedó en 39 puntos en su visita al Pisuerga de Valladolid.
Ayer al menos el cuadro de Ponsarnau mejoró esa cifra, pero los 43 puntos son la menor anotación de un equipo jugando en casa, empeorando los 45 que había anotado el Gran Canaria en dos ocasiones a lo largo de su historia. El Gipuzkoa Basket, club fundado en 2001 y que cumple su octava campaña en la ACB, ya tiene las peores cifras como local y como visitante. Enhorabuena. Y los diez puntos al descanso suponen otra marca histórica negativa, ya que nunca antes un equipo había metido tan pocos tantos en 20 minutos. Después de más de tres décadas y miles de partidos de Liga ACB, el GBC de ayer lo hizo tan mal que hizo suyos dos récords históricos negativos. Ni siquiera tener enfrente un equipazo como el Barcelona sirve de excusa.
El encuentro pone de nuevo sobre la mesa el debate sobre el nivel de esta plantilla que ha construido el Gipuzkoa Basket con muy poco dinero, vaya eso por delante. El foco en este inicio se ha puesto sobre los bases, que ayer desde luego no zanjaron el debate. Más bien lo avivaron. Jordan naufragó por completo en la primera parte y mejoró algo en la segunda, pero al uno titular, que además ocupa plaza de extracomunitario, hay que pedirle bastante más. Peor fue lo de Josep Franch, que aportó muy poquito lo que estuvo en cancha y confirmó que no es un relevo de garantías. Si ambos no mejoran pronto, el problema empezará a ser importante.
También fue preocupante el 1/12 en tiros de Taquan Dean, la supuesta referencia ofensiva del equipo, y la poca aportación en ataque de Grimau, a buen nivel por otra parte en defensa. Solo Dani Díez, con más físico y talento que todos o casi todos sus compañeros, se salvó de la quema en el juego exterior. Y por dentro, parecido. Hanley y Doblas no estuvieron del todo mal, aunque el cántabro falló mucho en ataque, pero Olaizola y Huskic no dan la talla, algo que quedó demostrado un día más. No habla muy bien de la configuración de la plantilla el hecho de que la ausencia del ala-pívot reserva, Iarochevitch, provoque un agujero tan grande en la zona.
partido feo La visita del Barcelona, uno de los grandes de la ACB y de la Euroliga, siempre es una cita destacable, pero el choque de ayer decepcionó por completo. Si el baloncesto es anotar y divertir al espectador, ayer no ocurrió nada de eso. El 4-6 al término del primer cuarto habla por sí solo. El GBC, muy bien plantado atrás, ahogaba al Barcelona, pero se mostraba incapaz de atacar con un mínimo de lucidez. Los visitantes reaccionaron en el segundo cuarto con un parcial de 6-22 que avivó los problemas locales. Al descanso el marcador señalaba el ya citado e histórico 10-28, con solo tres canastas en juego por parte del Gipuzkoa Basket, 27 tiros fallados y una valoración global de -8.
El día tenía pinta de que iba a acabar muy mal y el único objetivo de cara a los siguientes 20 minutos parecía no encajar una paliza muy grande y superar los 39 puntos de hace cuatro años y medio en Valladolid. El GBC consiguió ambas cosas gracias sobre todo a un arranque de furia de Dani Díez en el tercer cuarto. Triste consuelo. El alero madrileño es hoy por hoy el único jugador de la plantilla que ofrece el nivel exigible y lideró un parcial de 18-15 que maquilló en cierta manera el marcador. Jordan, liderando un par de contraataques, y Doblas y Hanley también sumaron en estos buenos minutos.
El 28-43 dio paso a un último cuarto bastante insulso, en el que surgió Franch con dos canastas consecutivas para volver a desaparecer luego. El ejercicio de impotencia local continuó ante un Barcelona flojito, que ganó con muy poca cosa. La última jugada del encuentro, un triple que no tocó ni aro por parte de Jordan, fue un justo broche a un encuentro malísimo, con un ataque preocupante por parte del GBC. Mejorar en defensa puede ser un buen punto de partida, pero solo con eso no vale.
Y el domingo toca visitar al Unicaja, en otra cita que se antoja imposible. Así que la mirada se pone ya en la visita del Andorra a Illunbe el próximo 8 de noviembre. Mucho habrá que mejorar para estrenar el casillero de victorias ese día. Al menos hay margen de mejora, porque solo es la jornada cuatro. Falta por saber si hay capacidad para dar la vuelta a este pésimo inicio. Si esta plantilla tiene nivel para salvarse, lo tendrá que demostrar.