donostia. Cuando le llamaron en otoño de 2009 para preguntarle si quería ser ciclista profesional, Alberto Morrás (Vitoria, 1987) no pestañeó. Colgó en el perchero la bata de enfermero, hizo las maletas y se marchó a Portugal, la periferia del ciclismo. No hay condición que detenga a un soñador. Dos años después, Morrás, soñador saciado, viste la misma bata de enfermero ahora que el otoño languidece en Gasteiz, convencido, casi entregado aunque ello contradiga la propia doctrina ciclista de la resistencia, de que no habrá un dorsal con su nombre en el pelotón de 2012. "Si finalmente, como parece, ocurre, no será un drama ni me tiraré de los pelos. He vivido la experiencia y me he enriquecido. Ahora, viendo lo que hay, no me rebajo a aceptar cualquier condición para seguir", dice.
Sobre esa misma dignidad podría hablar Jon Pardo (Luquín, 1988) compañero de Morrás en la aventura lusa durante la última temporada. El navarro lo daría todo para seguir siendo ciclista menos el orgullo. En Portugal le pagan habichuelas por él: un sueldo irrisorio en torno a los 600 euros al mes en el que le niegan los gastos por desplazamiento y, también, los de alojamiento durante los periodos que deba permanecer en el país luso. La temporada le saldría cara. Pagar por ser ciclista. Es lo que toca.
"Hay quien lo acepta, pero no es mi caso. En esas condiciones yo no corro en bicicleta. No nos podemos rebajar tanto porque eso crea precedentes que destruyen esta profesión. No es digno y no lo quiero. Para eso prefiero quedarme aquí, en casa", dice. Ocurre que la dignidad puede conducir al paro, el temor de Pardo, que se sacó hace tiempo un módulo de electromecánica con el que se asoma a una realidad laboral tan crítica como la ciclista. "Ambas realidades son muy parecidas", lamenta el navarro, que se aferra aún a la posibilidad de seguir siendo ciclista, aunque ello signifique viajar a Italia y enrolarse en un proyecto menor.
Hay quien hace una radiografía del mercado ciclista devastadora para el producto vasco o estatal. "Portugal está muerto, en España no hay espacio y la exportación a Europa -Francia, Bélgica, Inglaterra, Holanda- es de una complicación extrema", pone voz un representante a la crisis, que ha dado un mordisco importante al pelotón vasco, adelgazado, de momento, en ocho ciclistas para 2012. Tienen dorsal 47 corredores, por los 55 de 2011, los 52 de 2010 y lo 57 de 2009. La mayoría, 29, competirá en el World Tour con Euskaltel (17), Movistar (6), RadioShack (2), Rabobank (1), Cofidis (1), Garmin-Cervélo (1) y Sky (1). El Caja Rural navarro, que aspira a correr la Vuelta a España que arranca precisamente en Pamplona, y volverá a contar con el escaparate de la Vuelta al País Vasco, acoge a otros cuatro vascos. Orbea, a otro puñado de jóvenes promesas que aspiran a escalar hasta Euskaltel-Euskadi. Mientras, Patxi Vila se mantiene en Italia; e Iker Camaño, en su reino inglés del Endura. El impredecible futuro del equipo de Gianneti y Matxin, que siguen esperando una respuesta del Gobierno venezolano, podría rescatar de la retirada a Arkaitz Durán, el alavés que el propio Matxin subió hace unos años directamente de juveniles.
El dinero de la Vuelta Después de rescatar de los presupuestos del Gobierno vasco 200.000 euros para la Vuelta a España, PP y PSOE acordaron el lunes destinarlos finalmente a apuntalar económicamente la Vuelta al País Vasco. La decisión la impulsa la buena salud financiera de la carrera española, que tiene cubierto el presupuesto de las etapas vascas.