ernando Trueba y Javier Cámara han hecho las maletas y han viajado a Colombia para narrar la vida de uno de los personajes más queridos de la sociedad de allí. El director y el actor clausuraron ayer el Zinemaldia con El olvido que seremos, un melodrama sobre el doctor Héctor Abad Gómez que toma como punto de partida los recuerdos de su hijo -también llamado Héctor- y que ha adaptado el hermano del cineasta, David.

“Ha sido un canto de celebración para todos, un rodaje que nos ha maravillado. La película nos estaba esperando a todos”, afirmó ayer Trueba en la presentación del filme. Él y Cámara han sido los únicos españoles en una producción 100% colombiana pero, sin embargo, ambos se han sentido “como en casa”. “Ha sido un disfrute. Trabajar con los actores colombianos me ha hecho muy feliz. Está claro que no ha sido una película más”, apuntó el director.

El olvido que seremos cuenta la historia del médico Héctor Abad Gómez, un activista por los derechos humanos y sociales en Medellín que fue asesinado por sus ideas. Su hijo escribió su relato en una novela homónima muy querida por la sociedad colombiana y cuya adaptación cinematográfica fue ofrecida al cineasta español. “Siempre me ofrecen libros que no me interesan, pero este, no solo me gustaba mucho, sino que lo había regalado muchas veces. Sin embargo, dije que era imposible convertirlo en película. Afortunadamente, insistieron y me dijeron que lo leyese de nuevo. Lo hice y les dije de nuevo que no, que no se podía contar lo que se decía en el libro en una película. Entonces me dijeron que cogiera dos momentos, su vida familiar y la de su hijo, y que con ello hiciera algo, y me pareció bien”, contó.

No obstante, Trueba ya se encontraba inmerso en el guion de su segunda película de animación -They Shot the Piano Player, cuyo estreno está previsto para el próximo año-, por lo que pidió a los productores dos o tres meses más de margen. “Me dijeron que no podían esperar, que tenía que ser ya y a ver si conocía a alguien que pudiera ir avanzando en la escritura”, añadió Trueba, que en un primer momento pensó en el propio autor de la novela, pero este le dijo que “no podía abrir de nuevo la herida”, por lo que pensó en alguien más cercano: “Les dije que sí, que sabía quién era perfecto para ello, pero es la persona más ocupada del mundo y seguro que no podría hacerlo”.

Esa persona no era otra que el hermano del cineasta, David, que, sorprendentemente, estaba libre. “Me dijo que podía hacerlo, pero solo si era ya, que en unos meses tenía un libro. Le dije que no se preocupase, que lo querían ya”, explicó el cineasta, que le entregó su visión de la historia para que elaborase él solo el guion.

Con Fernando en la dirección y David en el guion, solo quedaba saber quién podía dar vida a un personaje tan querido. Y este también iba a formar parte de la misma familia cinematográfica.

El productor Dago García pensó en el protagonista de Vivir con los ojos cerrados, de David, y La reina de España, de Fernando: Javier Cámara. “Incluso le pregunté a Héctor qué actor podría dar vida a su padre y me confesó que Cámara siempre le había recordado a él”, apuntó.

“Es un persona tan querida por los colombianos que impresiona. Para prepararme hablé con su hijo y su familia, me mandaron muchos vídeos y entrevistas, y descubrí a un hombre bueno sí, pero sobre todo a un personaje que sigue vivo en Colombia”, señaló el intérprete.

La dificultad iba a estar en el acento: “Pensé que como ya había hecho de colombiano en la serie Narcos, estaría chupado, pero no. El acento que yo hacía no tenía nada que ver con él y tuve que prepararme, estar atento a cómo se hablaba... un trabajo solo posible gracias a mis compañeros de reparto”.

El resultado de esta mezcla de dirección e interpretación española para una historia y producción colombiana es una película que creen “que servirá para dar perspectiva humana a la problemática que a día de hoy seguimos viviendo en Colombia”: la violencia. Un resultado que, a pesar de sus buenas intenciones, parece no estar firmado por un director como Fernando Trueba al ofrecer cierto aroma a melodrama.