- La sorpresa que incluyó la proyección sorpresa del Zinemaldia es que el director del largometraje fue a presentar la cinta, tanto al pase del público como al de prensa que tuvo lugar un par de horas antes. Abel Ferrara apareció en el escenario del Victoria Eugenia -su presencia estaba confirmada- antes de la proyección de Sportin’ Life, el documental que rodó durante el transcurso de la última Berlinale, y también se dejó caer por los cines Príncipe para dar alguna que otra explicación ante la prensa sobre la génesis de este proyecto. Antes de su llegada a Donostia, dentro de este apartado a ciegas que el Zinemaldia recuperó el año pasado con Joker, el también realizador de El rey de Nueva York presentó su último largo de no ficción en el Festival de Venecia.

Ferrara explicó que la producción de su película Siberia, presentada en el último Festival de Berlín, fue muy costosa, tanto en términos económicos como en términos cinematográficos -casualmente, los cines comerciales acogieron ayer el estreno de Tommaso, cinta protagonizada por Willem Dafoe y que el cineasta neoyorquino dirigió en 2019-. Mientras se encontra en plena producción de Siberia, recibió la propuesta de la casa de moda Saint Laurent para que rodase la cinta que él quisiese, con absoluta libertad creativa. Algo que, por otra parte, Ferrara “siempre” ha hecho. De esta manera, Sportin’ Life es el sexto proyecto de la iniciativa cinematográfica Self de la empresa textil.

La idea seminal del realizador era rodar “un documental sobre documentales”. Así, filma una especie de making of sobre su paso por la Berlinale: muestra las entrevistas que ofreció todo el elenco de Siberia -incluyendo a Dafoe- y también su presentación oficial. Aún más, haciendo gala de su espíritu creador, el estadounidense también incluye en su documental insertos de escenas de películas que ha rodado y también de varios conciertos que ofreció con su banda en su estancia en Berlín. De hecho, el título de la cinta proviene de la canción Sportin’ Life, del guitarrista y cantante estadounidense de blues Brownie McGhee.

El festival de la capital germana fue el último encuentro cinematográfico que se llevó a cabo antes del confinamiento. Así, una obra que buscaba reflexionar sobre el proceso creativo se convirtió en un documental que, de forma abrupta y sin establecer muy claras conexiones en su narrativa, en un largometraje bastante caótico sobre el COVID-19.