- Único testigo, de Peter Weir (1985), es considerado el inicio canónico en el cine de Viggo Mortensen. No obstante, en la rueda de prensa previa a recibir el Premio Donostia que tuvo lugar ayer en el Kursaal, el actor explicó con no poco humor que, previamente, tuvo dos papeles con diálogo en obras de sendos directores: Chicas en pie de guerra, de Jonathan Demme (1984) y La rosa púrpura de El Cairo, de Woody Allen (1985).

El intérprete anunció a su madre su presencia en ambas cintas pero cuando la progenitora fue a verla, se dio cuenta de que su hijo no aparecía en pantalla, ni figuraba en los créditos; había sido retirado, en ambos casos, del montaje final. Alarmada, llamó al actor: “¿Qué estás haciendo en Nueva York? ¿Estás tomando muchas drogas?”. Mortensen recordó la anécdota con humor y luego añadió que “desde entonces hasta aquí no ha conocido otra vida”. “Han sido 38 años vinculados al cine”, subrayó.

Ahora, en su figura como director de cine, ha intentado enmendar algunos de los errores del sector con los jóvenes intérpretes. Asimismo, explicó que en el casting para Falling, por respeto, procuró llamar uno por uno a todos los candidatos que llegaron a la final del proceso, pero que no consiguieron los papeles. Al hilo de esto comentó la crueldad de la industria: “Después de hacer una prueba ni te enteras si no te dan un papel, hay un silencio abrumador durante semanas y luego lees en el periódico quién lo va a hacer”.