Hasta que concluyan las obras de ampliación del Bellas Artes de Bilbao en 2024, una monumental instalación del artista Sergio Prego (Donostia, 1969) ocupa diez de las salas recién reformadas del edificio antiguo que, como podrá comprobar el público, han ganado altura y luz natural al instalarse grandes lucernarios. A medio camino entre la escultura y la arquitectura, Trece a Centauro está formada por diferentes módulos de forma geométrica, realizados con membranas neumáticas de plástico transparente que habitan este espacio del museo “y que funcionarán como un diafragma que se abre o se cierra en función de las necesidades derivadas del proceso de transformación del museo”, según explica el director del museo, Miguel Zugaza.

La instalación está compuesta, principalmente, por una serie de catorce esculturas neumáticas de gran escala que transforma la percepción de las diez estancias creando un patrón en el que se alternan elementos enlazados. “Ha sido un reto difícil por un lado, pero atractivo para mí, especialmente porque este es el museo que más importancia ha tenido en mi formación artística. Estudié Bellas Artes en la UPV y realmente las visitas al museo en aquella época fueron fundamentales para mi acercamiento al arte”, confiesa el artista, afincado en Nueva York.

Mi interés en la arquitectura neumática tiene que ver con determinadas cuestiones básicas que se plantean en la escultura: el peso, el volumen, la masa y el equilibrio. Las membranas neumáticas responden a cuestiones que no han sido desarrolladas en la escultura tradicional, que tienen que ver con la inmaterialidad”, añade Prego, cuya relación con la arquitectura comenzó durante los cinco años que trabajó en el estudio de Vito Acconci, en Nueva York.

“En sus últimos años, este creador estadounidense pensaba que el único arte era el de la arquitectura, cosa en la que yo no estoy del todo de acuerdo, pero reconozco que a mí me influenció. En ese momento ya me pareció que había algo en este fenómeno de vanguardia de los años 60 y 70 que era interesante y que había que revisitar desde la escultura”. Prego tardó bastantes años en realizar este tipo de intervenciones, “que se caracterizan precisamente por unas dimensiones que difícilmente son acometibles por un artista con los medios que yo utilizo. Todo lo que se ve en las salas ha sido fabricado por nuestras manos, no se ha encargado nada fuera. El aluminio, el cartón, el plástico... los soldamos, los perforamos y lo construimos y ejecutamos en el mismo museo”.

La monumentalidad de la obra contrasta con la inmaterialidad y la ligereza de su material: “Mi preocupación tiene que ver con la relación entre el espectador, el objeto, que en estos momentos son estas estructuras neumáticas, y la institución que la acoge”.

Sergio Prego toma como referencia la arquitectura de membranas inflables de finales de los años 60, donde el sentido utópico de una arquitectura efímera y móvil se transformaba en una experiencia para la visita. El visitante puede transitar entre los elementos que forman las piezas, puede circularlas, contemplarlas, mientras contempla también dibujos de figuras aisladas que están diseminadas por el espacio.

Trece a Centauro es la segunda intervención específica de Sergio Prego Trece a Centauroen el Bellas Artes de Bilbao. En 2001, dentro de la exposición Gaur, Hemen, Orain que sirvió de inauguración de la última reforma del museo, realizó una de sus primeras instalaciones sonoras titulada House, where is house?