Dock of The Bay no son solo documentales, tal y como demuestra la amplia programación de su 15ª edición. El festival de cine documental musical contará del lunes al sábado con proyecciones de largometrajes y cortometrajes, conciertos, presentaciones de libros y varias actividades paralelas más que se repartirán por toda la ciudad. "Para los festivales pequeños como este, sumar es lo interesante y que a la gente que está alrededor nuestro la podamos integrar", asegura su directora, Eva Rivera.

Cambian de localización: de los Trueba a los Príncipe.

-Es fruto de las circunstancias. En principio no era algo buscado ya que de aforo va a ser bastante similar. No va a cambiar mucho.

El festival coincide con la fiesta del cine, ¿cree que se pueden beneficiar de ello?

-Puede haber un público que quiere ir al cine y que se encuentra con el festival, pero lo cierto es que no sé qué va a pasar. Estamos un poco a la expectativa.

Lo que sí está claro es que, tras dos años extraños, la edición vuelve a la normalidad.

-Noto una mayor necesidad de volver a la normalidad en todo. Llevamos una semana sin mascarillas y se han recuperado las ganas de salir. Espero que también de volver a las salas. No tenemos una experiencia a la que agarrarnos porque el año pasado fue una edición pandémica, así que estamos con algo de incertidumbre por lo que pueda pasar.

En cuanto a la programación, hay una clara presencia de mujeres, tanto directoras como protagonistas.

-Sí. Hay una sensibilidad especial por mi parte como programadora de proyectar películas con mujeres como protagonistas. Eso sí, también me tiene que interesar el trabajo. Siempre llegan producciones que cumplen esos requisitos y este año también ha sido así.

Además, artistas reconocidas como Sinéad O'Connor.

-Sí, espero que les interese al público. Al final, aunque programas para una ciudad y un público y que conoces, siempre hay una parte de riesgo. Es un diálogo continuo entre él y el programador.

En la sección paralela han incluido películas como 'Magaluf Ghost Town' y 'Atlantide' que no son documentales puros. La división en el género parece cada vez más difusa.

-Las fronteras se diluyen. Siempre nos planteamos incluir películas que cumplen esa premisa, pero quizás este año ha sido más intencionado. Son trabajos que dialogan muy bien con el documental musical y por eso están ahí. También la división entre cortometraje y largometraje es algo que nos planteamos mucho. El púbclico de Dock of the Bay espera un tipo de películas concretas pero que aparezcan otras producciones que dialogan con ellas también es interesante. Los festivales nos tenemos que abrir a las películas que juegan con la ambigüedad.

¿Se plantean incluir videoclips?

-No. No porque no haya un valor artístico dentro del videoclip, sino porque nos hemos dedicado a otro tipo de proyecciones que no tienen que ver tanto con un criterio marketiniano que a veces tiene el videoclip.

¿Cuál suele ser la acogida de los cortometrajes?

-Son sesiones que funcionan superbien. El formato es una posibilidad ideal para contar una historia sintetizada que funciona muy bien con el género. Son pases, además, muy dinámicos, donde ves diferentes historias en poco tiempo.

En los últimos tiempos, el documental goza de una vida más prolongada gracias a las plataformas. ¿Es así?

-Sí, cada vez aparecen más documentales musicales en las plataformas. Hay muchísima oferta. Creo que es algo que siempre ha despertado mucho interés, es popular, y que siempre atrae a un público que acude a él por la música. Se convierten en pequeñas historias que mucha gente descubre a través de su grupo de música o de su estilo. Es un género que goza de muy buena salud y que es muy diferente entre sí. Pueden darse documentales más de culto, como puede ser en nuestra programación Talking Like Her, a más populares, como puede ser Nothing Compares o el de Lydia Lunch.

En el Zinemaldia mismo cada vez tienen mayor presencia, lo que en su caso no se si es bueno o malo al quitarles material.

-Es algo con lo que convivimos, como es también programar una película que está en una plataforma. Somos una parte minúscula del circuito de distribución y somos conscientes de ello. Somos pequeños y llegamos hasta donde podemos.

No obstante, este año mismo cuentan con un documental muy esperado como 'The Sparks Brothers', dirigido por Edgar Wright.

-Exacto. En este caso estaba ya estrenado, pero no en Donostia y por eso hemos decidido ponerlo. Nos parece suficientemente interesante como para proyectarlo en pantalla grande. Si están en una plataforma valoramos mucho eso, porque no es lo mismo la experiencia de verlo y escucharlao en un ordenador que en una sala de cine. Si ya cambia en una película normal, en una en la que escuchas música todavía más.

Más allá de las proyecciones, han vuelto los conciertos, una de las señas de identidad del festival.

-Es algo con lo que hemos convivido siempre. Tenemos, por un lado, la colaboración con la sala Dabadaba, y, por otro, Dock Live!. Siempre hemos querido crear estos espacios donde haya conciertos pero también entren las artes escénicas o la imagen. Este año tenemos las propuestas de Verde Prato y Ainara LeGardon.

En el caso de Ainara LeGardon, es además la protagonista de uno de los cortometrajes.

-Sí, el de Hannot mintegia, que es de producción vasca. Dock of the Bay siempre ha querido ser una pantalla de lo nuestro. Tener un compromiso con los trabajos que está haciendo la gente de aquí. A veces nos llegan más cosas y otras veces menos, pero ojalá todos los directores vascos decidan mandarnos algo. Intentar ser una pantalla para las producciones locales es un compromiso real del festival.

Una de las novedades de este año es la presentación de libros de forma constante.

-Sí, siempre han aparecido pero este año hemos querido darle una vocación de continuidad y crear una sección de libros y música. Empezamos a trabajar en esta idea con Inés García, de Tobacco Days, y han salido tres presentaciones: una sobre Battiato, otra de Concha Piquer y una tercera de Jorge Martí, de La habitación roja. Para los festivales pequeños como, este sumar es lo interesante y que a la gente que está alrededor nuestro la podamos integrar.

¿Hay más creación relacionada con la música que nunca?

-Una cosa es la creación de documentales musicales, que creo que goza de muy buena salud, y otra cosa hablar de músicos actuales. Parece que siempre miramos a Bowie, a los Rolling o a los Beatles porque los clásicos siempre atraen a mucha gente, pero también está bien mirar a lo que está pasando ahora. Me encantaría pasar un documental sobre el trap, por ejemplo. Las cosas que pasan ahora mismo son una manera de renovar públicos. Es muy interesante que podamos tomar el pulso a la realidad. La temática es secundaria y lo importante es que la película sea interesante, pero ojalá podamos entrar en historias que no hemos podido mostrar hasta ahora.