"Gran acontecimiento: en el tren primero de la tarde ha llegado por fin el órgano, inmediatamente se pusieron en movimiento dos carros de bueyes y el coche o carro de caballos; antes de la colocación ya estaban listos todos los cajones que contenían el instrumento dentro del colegio". Era el 21 de julio de 1922, pronto se cumplirán 100 años de, en efecto, un "gran acontecimiento" por años deseado y esperado en el colegio de los P.P. Capuchinos en Lekaroz que por más de un siglo fue ejemplo y referente del sistema educativo.Mañana, 26 de abril, es la festividad de Nuestra Señora del Buen Consejo, a cuya advocación se acogió el Colegio de Lekaroz. Parece buena oportunidad para recordar la efemérides, muestra del interés que siempre siguió la gestión del colegio por dotarse de lo necesario y los últimos adelantos tecnológicos para desarrollar su actividad, centrada en un régimen de autarquía y autosuficiencia donde música y bellas artes eran una premisa fundamental.

el órgano

"La instalación del órgano en 1922 fue la culminación de una idea largamente acariciada", escribe Crisanto de Iturgoyen, en el mundo Eulogio Zudaire, en su libro del centenario Lecároz. Colegio "Nuestra Señora del Buen Consejo" (1888-1988), por un memorándum de Anatolio Anatol (agente de aduanas e intermediario, relacionado con la Red Comète de evasión por su hija Maritxu), se sabe que el mismo Aita Donostia realizó las primeras gestiones.

A 14 de abril de 1921 el Padre Emiliano de Andoain escribe: "Han dado comienzo las obras del coro para el emplazamiento del órgano", pero no se volverá a hablar del asunto hasta el 20 de julio de 1922, cuando anota: "aunque se esperaba hoy el órgano no ha venido" y es al día siguiente cuando llega desde Irun, en el Ferrocarril del Bidasoa igual tristemente desaparecido.

El día 9 de agosto empieza a sonar y el 20 será la inauguración oficial. Asiste la familia de Aita Donostia (Donostia, 10 de enero de 1886 - 30 de agosto de 1956), sus padres José Antonio Zulaica y Felipa Arregui que lo regalaron al colegio (costó 35.000 pesetas) y su hermano Fortunato, también capuchino prematuramente fallecido. Sus primeros organistas "oficiales" fueron los padres Hilario de Olazaran y Donostia, y el último, Claudio Zudaire, que lo fue además de la Agrupación Coral de Elizondo, para grabar la Missa pro defunctis que se cantará en el funeral del Padre José Antonio.

Desde 2003, tras el desmantelamiento del Colegio de Lekaroz (el "expolio", según escribió un excolegial) el órgano se trasladó y se encuentra en Pamplona, en la Parroquia de San Antonio de los Padres Capuchinos.

EL PIANO

Hubo varios en el colegio, donde la música fue materia escolar que gozó de ascendiente como ninguna otra, contando incluso con orquesta propia de notable prestigio y de coro cuya postrera actuación se produciría al cantar la Misa del Padre Hilario de Olazaran en 1965. Pero el que utilizará hasta sus últimos días de 1956, será el de media cola ("al que profesaba gran cariño") que con un coste de 7.000 pesetas regalaron al colegio sus padres, sempiternos benefactores (llegaron a prestar hasta 50.000 pesetas sin interés más un donativo de 5.000 en la posguerra 1914-18) que sería instalado en su particular estudio y archivo.

"Siempre he deseado que el colegio fuese algo más que una fábrica de bachilleres, futbolistas y tortilla", manifestó Aita Donostia en alguna ocasión. Así, hasta que se le liberó de actividad pedagógica para dedicación a la creación musical y la investigación folklórica a tiempo completo.

Como profesor de música impartió enseñanza a contados alumnos, entre ellos a dos baztandarras, los dos de Elizondo. Dio clases a Gregorio Marín de violín, el instrumento que tantas veces plasmaría en sus cuadros su hermana, la pintora Ana Mari Marín, y de piano a Juantxo Viguria, un sobrino de su gran amigo y luego continuador de su obra, el Padre Jorge de Riezu.

Juantxo Viguria, que marcharía a México donde falleció, hablaba 50 años después del eximio capuchino: "Le recuerdo, mirada inteligente y penetrante. Movimientos ágiles, ligeros. No usaba las sandalias tradicionales de los frailes. Siempre alpargatas negras. En su estudio, el piano que regalaron sus padres al colegio, así como el órgano de la iglesia".

En ese piano, compartió un concierto privado con Maurice Ravel, en visita que el autor de Ziburu (San Juan de Luz), compositor en 1928 del Bolero famosomundialmente. Los dos eran muy amigos, estrechamente relacionados, consta su visita a Lekaroz en varias fotografías con Hilario de Olazaran, Jorge de Riezu, el rector Dámaso de Elizondo y el propio Aita Donostia.

Nació para la música que cultivó desde temprana edad (compuso su primera obra con 10 años) y a la que dedicó su vida entera y tanto el órgano como el piano que cumplen ahora un siglo fueron sin duda ninguna dos medios que ayudaron a su creativa labor, como la más relevante figura del que se llamó el "nacionalismo musical vasco". Dos instrumentos que atesoran pues una muy hermosa historia.