- A sus 86 años y con una trayectoria que lo encumbra como uno de los referentes universales de la arquitectura, Norman Foster ha regresado a Bilbao pero en esta ocasión por otra de sus grandes pasiones, el automóvil. No es extraño verle en su Instagram admirando o conduciendo alguno, muchos de su colección privada, en la cual contiene verdaderas joyas.

El arquitecto, que ha redefinido el perfil de muchas ciudades y reinventado los rascacielos, aeropuertos y oficinas, presentó y comisarió este pasado miércoles una exposición en el Guggenheim Bilbao con 38 fabulosos coches, objetos de culto, muchos de ellos nunca vistos hasta ahora por el gran público, la mayoría procedentes de su propia colección y de instituciones públicas y colecciones privadas.

Pero que nadie se engañe. No es una exposición de coches al uso. "Todo es diseño", se reafirma el arquitecto británico, y sus coches conviven en el museo con esculturas y pinturas de grandes maestros del arte. La exposición celebra la dimensión artística del automóvil a la vez que revisa más de un siglo de creación automovilística en diálogo con otros ámbitos artísticos como son la arquitectura, la escultura, la pintura, el cine y la fotografía. "Cuestiona la separación entre las distintas disciplinas y ofrece una exploración de los modos en que estas se relacionan visual y culturalmente", explicó el director general del museo, Juan Ignacio Vidarte, en la presentación. Vidarte definió la exposición "como uno de los hitos de nuestra programación de este año, en el que cumplimos nuestro 25 aniversario".

La génesis del proyecto surgió hace tres años cuando Norman Foster abordó la posibilidad de hacer esta muestra en el Guggenheim de Nueva York. Pronto recibiría la llamada de Vidarte proponiéndole celebrarla en Bilbao, una ciudad con la que el arquitecto británico mantiene una especial relación. El estrecho vínculo comenzó hace décadas cuando en 1988 su estudio se adjudicó el concurso para la construcción del metro de Bilbao. Para él, aquella experiencia bajo tierra fue inolvidable, "casi religiosa", comentó en cierta ocasión. Desde entonces, los fosteritos (las populares marquesinas de acero y vidrio que decoran las bocas del metropolitano bilbaíno) se convirtieron en uno de los símbolos de la transformación urbanística de la capital vizcaína.

"Desde el principio, fuimos conscientes de la complejidad de esta exposición, independientemente de los problemas que han tenido lugar en ese tiempo, como la pandemia o la crisis de Ucrania. Pero al final, ha podido salir adelante contra viento y marea y supera en ambición a la que repasó la historia de la motocicleta exhibida en 1999".

Foster confesó que los automóviles le fascinan desde pequeño. "Hace mucho tiempo que siento fascinación por los vehículos, he conducido helicópteros, aviones, motocicletas, barcos... La primera vez que conduje un coche fue un Morris de los años 30, un utilitario. Después, tuve un jeep, que forma parte de mi colección. ¿Si tuviera que escoger uno de esta exposición? Me quedaría con el Dimaxion", dijo sin dudarlo el prestigioso arquitecto británico.

En su opinión, los automóviles tienen una dimensión artística que se deriva de su capacidad para conmover emocionalmente al espectador, para suscitar asombro o placer visual. "Con esta exposición - explica- mi intención era aunar belleza y tecnología y buscar un equilibrio para presentar un recorrido por la historia de la evolución del automóvil desde 1886, cuando empieza a sustituir a la tracción animal en las ciudades, a nuestros días". Considera que exposiciones de coches se han hecho muchas, pero esta es la primera en la que se relaciona al automóvil con el arte y la arquitectura, y que analiza el futuro de la movilidad en la ciudades. "Los automóviles han transformado el planeta desde su aparición y seguirán transformándolo en el futuro. Soy optimista respecto al futuro del automóvil". "Al hallarnos en el umbral de una nueva revolución de la energía eléctrica, esta exposición podría contemplarse como un réquiem por los últimos días de la combustión".

Foster también habló de movilidad y de sostenibilidad en el encuentro del miércoles con los medios de comunicación y de su concepto de cómo debe ser la ciudad de la época pospandémica. Está convencido de que la pandemia ha acelerado tendencias que ya existían, "como ha ocurrido siempre a lo largo de la historia. Pasó lo mismo con el cólera que asoló Londres en 1854, por ejemplo. La historia de las ciudades y los edificios que las componen está indisolublemente ligada al patrón recurrente de la enfermedad y los problemas de salud pública. Hay innumerables ejemplos de ello. El brote de cólera de la década de 1850 que diezmó la población de Londres condujo a la limpieza del Támesis, a la construcción del Victoria Enbankment y a la instalación de buena parte de la red actual de saneamiento que sigue disfrutando la ciudad. Los problemas de salud propiciaron también la construcción de zonas verdes como el Central Park en Nueva York y el Emerald Necklace de Boston. Probablemente, la ciudad del futuro va a ser más verde, más segura y más fuerte. Va a ser un mundo muy atractivo, más sostenible y seguro, y con mucho más confort. Estamos unidos a las ciudades nos guste o no".

En la presentación estuvo acompañado además de por Juan Ignacio Vidarte, por Ignacio S. Galán, presidente de Iberdrola, y Herbert Diess, CEO de Grupo Volkswagen, patrocinadores de la muestra. Motion. Autos art achitecture by Norman Foster se puede ver en el Guggenheim hasta el 18 de septiembre.

Recorrido. En la exposición se pueden ver máquinas fabulosas tan exclusivas como un Rolls Royce 40/50 Alpine Eagle de 1914, un Bugatti Type 35 de 1924, un Aston Martin DB5 James Bond de 1964, un Hispano-Suiza H6B Dubonnet Xenia de 1938, un Cadillac Eldorado Biarritz de 1959 o un Ford Mustang PRJCT50 de 1965 compartiendo espacio con creaciones de Andy Warhol, Christo, Alexander Calder, Margaret Bourke-White, Frank Lloyd Wright y Le Corbusier. Ocupa la segunda planta y cada una de las siete galerías aborda un tema, partiendo de los inicios, continuando con las tituladas Sculptures, Popularising, Sporting, Visionaries y Americana, y concluyendo con lo que el futuro de la movilidad puede deparar.

Una de estas máquinas fabulosas es un Bugatti Type 35 de 1924. Fotos: José Mari Martínez