he Rolling Stones siguen en los escenarios a un año de festejar su 60 cumpleaños, pero vivieron a finales de los años 80 la peor crisis entre Mick Jagger y Keith Richards, cuando el vocalista salió de gira en solitario. El guitarrista nunca se lo perdonó - "fue una gran traición"-, pero aprovechó para editar dos discos "magníficos y ganar credibilidad", explicó. Ahora, Richards reedita el segundo, Main offender (BMG), en una edición de lujo y con extras, incluido un álbum en vivo.

Jagger acaba de publicar Strange game, la canción principal de la nueva serie de espionaje Slow horses, protagonizada por Gary Oldman, y, además, a pesar de la muerte del hierático pero magnífico batería Charlie Watts, los Stones siguen en activo, protagonizando una gira europea que recalará en Madrid, en el Wanda Metropolitano, el 1 de junio. Hace 40 años no pintaba tan bien para su continuidad debido a la crisis surgida entre sus dos líderes.

Hace justo 35 años, Jagger decidió salir de gira para presentar su segundo disco en solitario, Primitive cool, En su autobiografía, Vida (Global Rhythm), Richards lo recuerda como "la gran traición", una muestra "de la más absoluta falta de amistad y camaradería". Al otro lado, el vocalista defendía que "me he ganado el derecho a expresarme de otra manera" aunque, finalmente, acabó con un repertorio con mayoría de canciones de los Stones.

Sin poder salir de gira, Richards optó por formar su banda. Era 1987 y empezó a llamar a "tipos con los que siempre quise trabajar". El primero fue el multiinstrumentista Steve Jordan, quien ya había colaborado con los Stones en el disco Dirty works y que ha sustituido a Watts a la batería del grupo. El trabajo conjunto derivó en el debut en solitario de Richards, Talk is cheap, que incluía gemas como Big enough y Take it so hard, y dardos contra Mick como "lo que te hace tan avaro te hace también tan sórdido".

La situación entre los autores de Satisfaction se recondujo, Jagger reculó y los Stones regresaron para grabar Steel wheels. Pero la experiencia de Richards con su banda, X-Pensive Winos, fue tal que repitió en 1992 con Main offender, el disco ahora reeditado en varios formatos. "Es imposible escucharlos sin elevarte del suelo", defiende el guitarrista, que alaba también la versatilidad de una banda que completaron el guitarrista Waddy Wachtel -"gran sentido musical, gusto y capacidad para la empatía"-, el bajista Charley Drayton y el teclista Ivan Neville. "Casi todos tocan múltiples instrumentos, pueden intercambiarlos y prácticamente todos cantan", explicaba el stone.

Main offender se ha reeditado en varios formatos, desde el disco básico a una edición de lujo con libreto exclusivo con fotos inéditas, reproducciones de letras a mano, réplicas de materiales promocionales y de la gira posterior, y un disco en vivo grabado en Londres en 1992 con los temas del álbum, de su predecesor y algunas de las piezas favoritas de Kiz de los Stones como Happy y Before they make me run.

Main offender sigue muy vivo y evidencia que su repertorio supera a la mayoría de la producción de los Stones de la época. Su sonido orgánico, real y cercano despeja las dudas de quién es el verdadero portador de la esencia de la banda. Basta con escuchar 999, el tema que lo abre con ese riff contagioso, sucio y r&b, que se repite, ralentizado, en la sexy Wicked as it seem, que incorpora un gran estribillo y mejores coros, tan buenos como los de Eileen.

La cadencia reggae de sus residencias en Jamaica se apodera de Words of wonder, donde se lucen las coristas, a quienes casi ves bailar entre el humo de la kaya. Yap Yap (algo así como bla bla bla) es un baladón perezoso del copón -"hablas demasiado, te oigo hasta cuando duermo"- y el colchón de los teclados rellena huecos con brochazos de soul, como en Hate it when you leave, con refuerzo de metales. Y el riff omnipresente se torna salvaje en Runnin' too deep y juguetón en Will but you won't, con las guitarras como llamaradas.

Son, en palabras de Kiz, "canciones más serenas, baladas y temas de amor que salían del corazón". ¿El resultado de esta aventura en solitario? Sirvió para reagrupar a los Stones, por un lado, pero no tuvo efectos económicos directos, ya que ni Jagger sin Richards vendieron demasiado por su cuenta. "La gente solo quiere a los malditos Stones", escribió. Eso sí, Richards se sacó de la manga dos discos muy recomendables. "Son magníficos y me dieron credibilidad", defendió.

El guitarrista nunca perdonó a Jagger que saliera de gira en solitario hace justo ahora 35 años. "Fue una gran traición", recuerda Richards