esde su fallecimiento, el 21 de noviembre de 2007, la imagen de Fernando Fernán Gómez, lejos de caer en el olvido, se ha agigantado. Hoy es carne de leyenda y sus compañeros, los que alguna vez coincidieron con él en algún trabajo, no cesan de invocarlo e incluso de imitarlo en cuanto se presenta la ocasión. Hubo un tiempo en el que, de Agustín González a Álvaro de Luna, muchos impostaban la voz cuando repetían anécdotas vividas a su lado. Todos jugaban a ser como él. Vano intento porque el director de Viaje a ninguna parte era tan fácil de remedar como imposible de resumir.

Hombre ilustrado; el cine, el teatro y la literatura supieron de él. Actor, director, guionista y escritor, Fernán Gómez, quien por cierto nació en Lima, en 1921, ocupa un lugar único en la historia de nuestra cultura. Heterodoxo en país de sumisos, desgarbado y pelirrojo en tiempo de estrecheces en blanco y negro, su figura, como su voz, hicieron de él una presencia estrafalaria. Fue insólito por raro, por extraño y por pintoresco. Actor carismático se suele recordar de él sus últimos tiempos, cuando ya de vuelta y harto de tantos agasajos, el tímido que habitaba en su interior le llevaba a mostrar su rostro más hosco. Entre otras cosas porque, con los años, se volvió cada vez más intolerable con la hipocresía y más irascible con la estupidez. Autor de películas inclasificables, creador de tipos entrañables, una especie de James Stewart hispano, Fernán Gómez trascendió los límites de la interpretación para convertirse en un referente cuya vida estuvo siempre sujeta a enormes altibajos.

Ahora, lo que entonces eran fracasos, hoy se califican como logros insólitos. Trabajó con casi todos y a casi todo lo hizo mejor.

Quizá, la mejor aportación de este documental reside en que, tras percibir todo lo que de él se acumula en Viaje a alguna parte, se sienta la necesidad de abundar en sus recuerdos leyendo, por ejemplo, El tiempo amarillo. Ese tiempo amarilleado por la nostalgia y la ausencia es el que Helena de Llanos, su nieta, recrea en este ensayo documental. Tras muchos esfuerzos y más recuerdos, lo que aquí acontece levanta un monumento emocionalmente rendido, pero intelectualmente fallido. Helena de Llanos, cuyo acceso al legado de su abuelo es absoluto, cuyo acopio de recuerdos, referencias, amigos y secretos la convierten en un testigo implicado, desarrolla un maratoniano cargamento de intenciones y recursos. Hay tantos y tan hondos que se pierde la necesaria distancia y con ello, su viaje se desbrujula por momentos. La biografía artística de Fernán Gómez resulta tan radiante que bastaría con empalmar, uno tras otro, fragmentos de sus películas para que el resultado fuera enciclopédico y deslumbrante. Con Fernán Gómez se puede entender la historia del cine español. Sin él, ese cine hubiera sido indudablemente mucho más anodino. Con esa idea como divisa y ubicado en la casa que Fernán Gómez habitó con la que fuera su compañera definitiva, Emma Cohen, el filme amalgama aportaciones directas, evocaciones de amigos, falsas dramatizaciones fantasmáticas y materiales de archivo.

Si Fernán Gómez fue un hombre singular, Helena de Llanos trata de hacer de su recuerdo algo diferente. Un experimento que mezcla lo chirriante con lo armónico, lo tierno con lo rotundo, lo hagiográfico con lo sorprendente. Vaya por delante que Llanos fracasa en su intento. Aquí la directora asume una presencia innecesaria e inapropiada. Si algo caracterizó el hacer de Fernán Gómez fue una actitud nada dada al exhibicionismo. Basta con revisar buena parte de su cine para percibir que la gran virtud de Fernán Gómez es que conseguía hacer mejores a los que trabajaban a su lado. Haciendo eso, él se hacía mejor. Su nieta olvida esta lección y no repara en que el verdadero protagonista de este viaje no debe ser ella, sino su abuelo.

VIAJE A ALGUNA PARTE

Dirección y guion: Helena de Llanos

Intérpretes: Documental sobre el universo de Fernando Fernán Gómez

País: España. 2021

Duración: 104 minutos