e una manera orgánica, natural, Leire Vargas comenzó a escribir poesía, un género que le permitía aflorar aspectos que hasta entonces no había expresado, con apenas 14 años. Cinco años después, ha obtenido el Premio Literario Kutxa Ciudad de Irun, lo que ha posibilitado la publicación de su poemario Dena da ametsen irudipena, situándola en el cada vez más amplio mapa de escritores noveles vascos. El relevo generacional de la cultura vasca ya ha recogido el testigo de aquellos que crearon la industria prácticamente desde cero y que ahora se van retirando a un segundo plano. Así lo corroboran profesionales de distintos ámbitos que estos días se dan cita en Durangoko Azoka. La feria reunió ayer ejemplos de esta realidad en una mesa redonda que contó con Uxue Razquin, editora de Erein desde abril; Ander Sagardoy, fundador de la productora Sumendi Films; y Eneritz Dueso, directiva de la Asociación de Músicos desde el año pasado. Ninguno alcanza la treintena y reconocen haber sentido el síndrome del impostor, pero reflexionan con una autoridad incuestionable desde sus respectivos ámbitos de actuación.

En la charla conducida por Ane Zuazubiskar, presentadora del proyecto Zulora de Gaztea, todos ellos aseguraron que han conseguido llegar hasta donde están gracias a que ha habido otras personas que han creído en su trabajo. Uxue Razquin explicó que recibió una llamada de la editorial Erein para formar parte del equipo en abril. La periodista reconoció que entonces apenas sabía sobre el oficio, más allá de que consistía en leer libros y valorarlos. “Antes de que yo comenzara a ejercer ya se había dado el primer paso. Querían a una mujer joven que atrajera contenidos nuevos y cambiara las dinámicas”, reveló la iruindarra, quien aseguró que desde el inicio ha sentido el apoyo necesario para obrar con base en su criterio. “Sé que me van a escuchar”, sostuvo la editora, consciente de haber entrado en “una casa” con 45 años de trayectoria, con todo lo que ese legado conlleva.

En el caso de la cantautora Eneritz Furiya, el nombre artístico de Eneritz Dueso, señaló que el cambio en la directiva de Musikari, Asociación de los/as profesionales de la música, tuvo su germen en un encuentro de un centenar de mujeres profesionales del sector que se celebró antes de la crisis sanitaria en Gernika. “En el confinamiento, cuando comenzamos a compartir experiencias nos dimos cuenta de que muchos de los problemas que teníamos estaban ahí antes de la pandemia”, reveló la actual presidenta de la asociación, que el año pasado renovó su directiva incorporando a siete mujeres. Según explicó, Musikari pretende ofrecer asesoramiento a músicos que, en la mayoría de los casos, no obtienen esa orientación por parte de las instituciones o por parte de la propia industria musical.

El principal motivo por el que la productora Irusoin reclutó a Ander Sagardoy fue la necesidad de incorporar talento joven que no estaba fichado. Una vez en marcha en la productora con 30 años de recorrido, el durangarra tuvo la oportunidad de crear su propia productora, Sumendi Films, junto a su hermano, el actor Eneko Sagardoy. “Entonces sentí la libertad para hacer los proyectos que quería, pero pude hacerlo porque tengo otro trabajo, si no, no hubiera sido viable”, meditó el productor, quien confesó que en un inicio le costaba identificarse con ese título. Ahora, el desafío consiste en llevar a cabo proyectos afines a su filosofía: “En euskera, con gente local; si es joven, mejor; y con el foco puesto en las mujeres. En los titulares queda muy bien, pero ahora lo estamos llevando a la práctica siendo conscientes de que a la hora de buscar directoras de fotografía no me vienen mujeres a la mente”.

Conocedora de que vivir de la escritura es muy complicado, Leire Vargas estudia Traducción e Interpretación con la intención de poder traducir literatura del inglés y francés al euskera. A pesar de ello, la durangarra aseguraba ayer que hay gente joven, con entusiasmo, por la que se está apostando. “Lo que no sé es en qué medida han cambiado las condiciones y las estructuras de poder. Hay ganas pero también resistencia”, apuntaba. Sobre cómo entroncar la experiencia con la savia nueva preguntó también Ane Zuazubiskar a los ponentes de la mesa redonda. “Es una cuestión de equilibrio. Lo que se ha hecho hasta ahora no está mal. Pero ahora hay voces nuevas a las que se tiene que dar cabida: no solo a los editores sino a los escritores. Es algo en lo que nos tenemos que fijar para no quedarnos atrás”, aseveró la editora de Erein.

Ander Sagardoy convino que es natural que haya gente joven que proponga formas de hacer nuevas. “Pero estamos viendo que el problema de fondo es la propia estructura”, consideró respecto a las resistencias que se encuentran a la hora de plantear esas perspectivas innovadoras. “Impactar en ello de manera individual es muy difícil, necesitamos un espacio para organizarnos. Me refiero a una unión de jóvenes productores, por ejemplo; algo que hasta ahora no se ha planteado”, expuso. A su lado, Eneritz Furiya cuestionó, a modo de metáfora, la conveniencia de construir una nueva casa cuando ya hay una erigida. “En lo que respecta a la música vasca basta con mirar la Azoka para darte cuenta de todo lo que ha cambiado la industria. Antes las discográficas tenían un peso enorme y la siguen teniendo, pero la autoproducción ha tomado un espacio muy importante. Eso se tiene que reflejar. Cuando la situación cambia, quizás podemos mantener la casa, pero podemos renovar la cocina”, aseguró.

En todos los casos, coincidieron en destacar el peso del género a la hora de ejercer su profesión. Uxue Razquin destacó que, a menudo, al rechazar manuscritos de escritores consagrados ha recibido respuestas muy duras. “El 80% de los textos que recibo son de hombres. Y cuando las escritoras envían sus manuscritos parece que están pidiendo perdón. Me gustaría ofrecerles el apoyo y la confianza para que me manden sus trabajos”, apuntó. En alguna ocasión, Eneritz Furiyak reveló haberse sentido “infantilizada” previamente a un concierto, porque en lugar de dirigirle a ella las preguntas que le concernían se las hacían a su técnico de sonido. En ese sentido, apuntó que el hecho de que Musikari tenga una directiva de mujeres está facilitando que cuestiones como estas se traten “en profundidad”. Desde una experiencia diferente, Ander Sagardoy reconoció que tiene la suerte de que su proyecto personal no solo parte con el aval de Irusoin. “Soy un hombre con un entorno social y cultural concreto, soy muy privilegiado en ese sentido”, admitió.

“Cuando las escritoras envían sus manuscritos parece que están pidiendo perdón”

Editora de Erein

“Sentí la libertad para hacer lo que quería pero porque tengo otro trabajo”

Fundador de Sumendi Films

“La autoproducción ha tomado un peso muy importante, eso se tiene que reflejar”

Cantautora y presidenta de Musikari