- El punk se hará oír mañana (20.00 horas) en el Teatro Victoria Eugenia. Será el último concierto de la banda donostiarra antes de encarar su 30º aniversario en 2022. Lo hacen además con tres temas inéditos rescatados del olvido y otras tres versiones, tal y como lo cuenta el líder de la formación, Gonzalo Ibáñez, toda una enciclopedia de la historia del punk y el rock.

Nuevo Catecismo Católico en el Victoria Eugenia. Ahí es nada.

-Es algo muy curioso, porque, aunque seamos de Donostia, siempre nos hemos movido en otro tipo de sitios. Con La Perrera llegué a tocar en el Teatro Principal, pero nunca en el Victoria Eugenia. Por una serie de carambolas va a suceder y tenemos muchas ganas.

Se les hará extraño, a un grupo punk como el suyo, tocar ahí.

-Bueno, yo he estado ahí viendo a grupos que no sé si se les puede llamar estrictamente punks como Wilko Johnson, Patti Smith... Lo que es un rollo es tocar con la gente sentada, pero muchos conciertos legendarios de los 60 y 70 también lo fueron así. El primer LP de MC5, por ejemplo, está grabado con el público sentado, o el primer directo de Kiss. Incluso hasta que The Clash no decidió que había que arrancar las sillas se tocaba sentado en el Rainbow Theatre.

Será, entonces, como volver al espíritu de los orígenes.

-Sí, aunque es algo que ya hemos tenido que estar haciendo por la pandemia. Es muy raro para nosotros porque somos un grupo que, aunque quizás no arengue a la gente, busca una actitud cercana con el espectador. No obstante, nosotros hacemos lo mismo de una manera o de otra.

La cita sirve además como adelanto de los 30 años que harán el próximo año.

-Sí. Cerramos en nuestra ciudad, en la que hace que no tocamos dos años, y el próximo nos dedicaremos al 30º aniversario. Dimos nuestro primer concierto en el Mogambo de Trintxerpe y ahora vamos al Victoria Eugenia. No está mal para un grupo modesto como el nuestro.

30 años en los que no han parado en ningún momento.

-No ha habido ningún año en el que no hayamos actuado. Sí que ha habido periodos de menos actividad, pero no nos hemos separado nunca. Tres de los cinco miembros llevamos juntos 30 años e Iker Illarramendi, que era el primer candidato para el grupo pero no pudo entonces, lleva 27. Mantenemos el 80% de la formación clásica.

Y continúan, además, sacando temas.

-Mi hermano -Arturo Ibáñez- y yo siempre hemos compuesto para otras bandas, pero los últimos singles que hemos sacado son canciones que estaban aparcadas. Eran una viejas maquetas que teníamos y que hemos arreglado. Pero, ¿quién sabe? Quizás el año que viene decidamos componer algo nuevo. No es algo que nos lo tomemos como obligación.

Tengo entendido que esas maquetas aparecieron durante el confinamiento, ¿no?

-Sí. Sabíamos que había cosas, pero nadie se había parado a escucharlas. Mi hermano empezó a mirar a ver qué había por ahí y aparecieron unas cuántas canciones que no estaban mal. Decidimos arreglar lo que no estaba bien del todo y Haritz Harreguy nos dio la opción de poder mezclarlas. Creo que ha quedado bastante bien.

Por lo tanto, no es descartable que recuperen más temas.

-Hay más maquetas porque en muchas sesiones grabábamos siete u ocho canciones que, por un motivo u otro, descartábamos. Hoy en día, en cambio, las escuchamos y vemos que no están mal del todo.

Entre los nuevos temas hay una versión de Flyin' Spiderz.

-Sí, todas las caras B de los singles son versiones. Con Internet todo se conoce, pero desde el principio hemos hecho versiones de cosas raras. Flyin' Spiderz son una banda holandesa de principios de los 70 de la que grabamos un tema que decidimos meter. También hay una versión del grupo francés Bijou en inglés para la que nos ha ayudado Kurt Baker y otra de los norteamericanos The Gizmos. Decidimos que íbamos a hacer una versión por cada single nuestro.

¿Es tiempo para el punk rock?

-No sé si soy el más adecuado para contestarlo. Creo que, a día de hoy, el punk es más un estilo de música que un estilo de vida, pero esto será aplicable al 90% de las músicas. Desconozco si con el trap pasa igual. Hay mucha gente que sigue viviendo el punk, pero ya es un estilo de música más. Parte de esa rebeldía la ha ido perdiendo, bien porque la gente la entiende de otra manera, bien porque tal y como son los cauces hoy en día no funciona. A pesar de ello, hace poco tocamos en Madrid y había bastantes jóvenes. Hay gente, pero creo que, como el jazz o el blues, hay épocas en las que está de moda y otras no. Hoy todo el mundo toca bien y tiene buenos equipos, es muy diferente a cómo empezamos nosotros. Otra cosa es que las letras estén más vigentes que nunca.

Hay muchas más posibilidades hoy en día.

-Hoy todos saben sonar bien gracias a cuatro tutoriales. El acceso a los instrumentos tampoco es el mismo. Esto no sé si es bueno o malo. No soy yo quién para juzgarlo.

Aún así, parece que estamos viviendo un 'revival' con la vuelta de míticos grupos como La Polla Records o ahora Delirium Tremens. ¿Cómo lo vive?

-Ví a todos ellos en su momento y me parece superbien que decidan volver a tocar, pero en mi caso prefiero ir a ver bandas nuevas. No estoy interesado en las viejas, ni de aquí ni de fuera.

No vivir en el pasado y en la nostalgia.

-Al final, todos vivimos en el pasado y en la nostalgia porque es una música que está hecha con anterioridad y los nuevos grupos son una copia de otros antiguos. Aún así, me quedo con los nuevos. Hay muy pocos clásicos que me gustaría volver a ver.

Las nuevas bandas carecen además de escenarios alternativos que antes sí había para darse a conocer.

-Me siento afortunado por haber tenido un circuito alternativo. En cualquier lugar se podía montar un concierto. Era todo mucho más pasional y amateur, con todo lo bueno y lo malo que tenía. Hoy en día, montar una banda nueva y empezar a tocar lo veo muy complicado. Si tuviera que hacerlo ahora, igual ni me gustaba la música. Desde luego, no montaría un grupo.