enemos en el equipo de gastrolekus, un gran amigo gallego, José, para más señas ourensano de la zona de Verín, todo un morrito fino, que nos acompaña en muchas de nuestras incursiones y ayuda con sus, casi siempre, acertadas opiniones, no contaminadas por el exceso de rigor o deformación profesional de lo que padecemos, muchas veces los críticos gastrosóficos.

Pues bien, este compinche nos echa muchas veces en cara que solo nos gusta el lujo culinario y la cocina (según su singular expresión) de "pitiminí". O sea, de altos vuelos, finolis y plagada de pijaditas. Cosa que siento no compartir, ya que, por supuesto, me entusiasma la culinaria moderna, creativa, plena de imaginación, eso sí, respetando siempre el producto, rupturista, pero con cabeza, basada en la técnica, pero cargada de emociones gustativas y visuales.

Pero también, asimismo, quiero reivindicar a tantas casas de comidas, bodegones y bodeguillas, tascas y tascos, tabernas, cantinas, chiringuitos canallas, baretos de pueblo o de barrio, con esa culinaria tradicional y popular, pero no apolillada, hecha sin otra pretensión que la de complacer al cliente dándole bien de comer, con soportables precios, sin duda, pero exaltando los buenos productos de proximidad, o los lejanos cuando aquí no los tenemos, así como los sabores genuinos en los que la gustosidad reina y donde el lujo no está, precisamente, en la decoración de ringo rango de sus locales y sus encopetadas prestaciones, sino en lo que se sirve en el plato y en la copa, así como, en la sensación familiar de sentirse como en casa. Pero como la cosa en sí da mucho juego, hemos dividido este papeo para todos los gustos y bolsillos al menos en dos entregas.

Nuestra primera incursión a la población fabril, multicultural y mestiza de la banlieue donostiarra, Lasarte-Oria, en este caso, no era para hablar de sitios estelares como Martín Berasategui o emergentes como el Txitxardin del joven Sergio Humada, sino de establecimientos como el bar Epel, en donde la oreja de cerdo es su verdadero buque insignia que se solicita en pintxo, en ración e incluso en bocata y plato combinado. De todas formas, nos vamos a centrar en una de las tabernas de más personalidad de la zona, siendo toda una institución: Avenida Jatetxea.

Se ha dicho en numerosas ocasiones que esta tasca marchosa hoy día y tras largo recorrido, sintetiza perfectamente la multiculturalidad de la zona, con una clientela variopinta en edades, razas e idiomas. O sea, para todos los gustos y posibles. Es decir, un box to box o todo terreno. Conocido el local que ocupa en sus inicios como Urkola, y posteriormente rebautizado como Cafetería Avenida, este establecimiento está dirigido desde 2012 por el entusiasta Yon Mikel Rodríguez, joven hostelero local.

Si bien empezó a trabajar en el mismo los fines de semana, siendo un chaval con tan sólo 16 primaveras, ya que entonces eran sus padres, Juan Miguel Rodríguez y Rosa Ventoso (gran guisandera) quienes lo dirigían, Yon Mikel ha sabido actualizar las formas siendo fiel a su esencia tradicional, pero con la marcha de hoy.

Su compañera, la cocinera colombiana (de raíces armenias) Liza Rendón le ha venido acompañando todo este tiempo, aunque muy recientemente (para diversificar los negocios) se ha hecho cargo de otro establecimiento, en las inmediaciones del Avenida, el conocido bar El Punto, que visitaremos en breve para probar sus especialidades de más éxito como, por ejemplo, las empanadas colombianas (elaboradas con carne mechada y patatas picantes).

El locuaz y empático Yon Mikel está especialmente interesado en resaltar lo que él mismo considera fruto de esa diversidad que tan patente es en Lasarte-Oria: "A pesar de ser de aquí, yo me considero un 75% gallego y 25% vasco, ya que mis padres son ambos de raíces gallegas, pero mi abuela paterna era de Mutiloa, aunque nacida en Baztan".

Todo ello se refleja totalmente en sus ofertas de las que en parte pudimos disfrutar en dos recientes y gozosas visitas. Por un lado, los clásicos de la casa como su aclamada ensaladilla rusa (con patata alavesa entre sus magníficos ingredientes); los sensacionales mejillones con salsita casera y prudentemente picantona o con vinagreta; la suculenta sopa de pescado (baste decir que era clavadita a la que hacía mi amona Gabina); la carrillera con piperrada; o las albóndigas de ternera en salsa, que como pintxo o plato es una de sus estrellas.

Uno de los secretos a voces es que utilizan la carne de la carnicería Etxezarreta, situada a unos metros del Avenida, que trabaja con euskal txekorra, género con el que también preparan la lengua y otras elaboraciones cárnicas.

Otros platos a destacar en nuestras visitas son los gambones con salsa de marisco, el pastel de hongos, las kokotxas de bacalao en salsa verde con berberechos de la ría de Arousa o un sensacional revuelto de hongos otoñales. Por otra parte, dentro de este carrusel de delicias, afloró la parte más galaica de Yon Mikel con un pulpo a feira impecable (por cierto, un cefalópodo no galego sino procedente de nuestra cercana costa guipuzcoana), así como unas rotundas navajas a la plancha y unas increíbles zamburiñas, ambas de las Rías Gallegas. No perderse su magistral y a la vez sencilla oreja de cerdo rebozada.

Hicimos sitio para los postres, porque valía la pena su delicada dulcería casera, como la tarta de queso, las cremitas de café, chocolate blanco y negro, una colosal leche frita y, sobre todo, una especialidad colombiana (creación de Liza) denominada Dulce de las 3 leches; una laminera mezcla de leche condensada, nata y leche entera. Conviene señalar sobre esta tasca de lujo, que aparte de sus raciones y pinchos, al mediodía se sirve un cuidado menú del día por tan sólo 11,90 euros (15 euros los sábados). También los sábados se ofrecen cenas.

Salimos plenamente satisfechos de esta gloriosa taberna dirigiéndonos, para rematar la jugada, al cercano Coctail Bar Patricio de Yon Pavón, mientras seguía sonando a tope la música en el Avenida, en concreto, el tema Palabras para Julia del poeta José Agustín Goytisolo, musicada primeramente por Paco Ibáñez, y en este caso con la potente versión punk rock de Los Suaves. "La vida es bella, tú verás /como a pesar de los pesares /tendrás amor, tendrás amigos".

Crítico gastronómico y premio nacional de Gastronomía