- Dos cuestiones sobrevuelan inevitablemente sobre el visitante mientras pasea por las salas de la muestra Mujeres en la abstracción. La primera, más subjetiva, remite a la definición de la propia abstracción. Y la segunda, más objetiva pero igual de compleja, cuestiona los motivos que han llevado a que el trabajo de las artistas se haya invisibilizado en la historia de la abstracción. A través de más de 400 obras de más de 100 mujeres, el Museo Guggenheim propone una rectificación en la cronología del arte abstracto apuntalando hitos y cuestionando los cánones. La muestra, que podrá verse hasta el 27 de febrero, abarca diferentes disciplinas, desde la pintura hasta el cine pasando por una importante presencia de las artes decorativas y del textil. Los organizadores destacan, a su vez, la visión holística de la muestra, que va más allá de canon Occidental y abarca desde los orígenes de la abstracción hasta los años 80.

Comisariada junto al Centre Pompidou, su curator Christine Macel explica que “se dio una invisibilización de las artistas por razones sociológicas y educativas, al menos hasta la década de los 80 del siglo pasado; a partir de ahí, este proceso cambió de tendencia”. De hecho, considera que si se hubiera incluido el período temporal a partir de ese año, la exposición ocuparía dos museos. “No quiero definir un arte femenino, el arte no debería tener género, pero el hecho es que ha sido así”, asevera Macel, quien trató de “revelar el proceso de invisibilización que marcó el trabajo de estas artistas, al tiempo que presenta sus posicionamientos, con todas sus complejidades y paradojas”. En este sentido, es destacable que muchas de las autoras seleccionadas adoptaron una identidad carente de género mientras que otras propugnaron un arte femenino.

Juan Ignacio Vidarte, director del Museo Guggenheim, asegura que no hubo ninguna duda sobre la conveniencia de sumarse a este proyecto. “Esta exposición completa la programación de otoño que este año, de manera muy afortunada, está protagonizada exclusivamente por obras y exposiciones de mujeres artistas”, asevera el director, quien recuerda que hace unas semanas se inauguró la muestra consagrada a Alice Neel. Además, destaca que la exhibición -probablemente una de las que más obras ha reunido en la historia del museo, lo que ha supuesto un reto en su diseño- concentra dos ámbitos de particular interés para la pinacoteca: “la abstracción, el tema nuclear de la primera colección del Guggenheim, y la atención al arte desarrollado por las mujeres”. Así, rememora exposiciones dedicadas al trabajo de Helen Frankenthaler o la muestra Amazonas de la vanguardia.

A juicio del Vidarte, la muestra “va a permitir reflejar otra visión de la historia del desarrollo de la abstracción y del arte del siglo XX”. De hecho, más que una exposición, apunta que se puede considerar una tesis, dado el conocimiento que genera de un determinado momento de la historia. Así lo considera, a su vez, Silvia Churruca, directora de Comunicación y Relaciones Institucionales de la Fundación BBVA, patrocinadora de la exhibición, quien señala que la exposición marcará un hito. “Es un relato abierto, cronológico, con una perspectiva muy multidisciplinar”, matiza el director del museo, quien concreta que reúne piezas de pintura y escultura, pero también campos como la danza, el cine, la fotografía... y otorga una particular y nada casual atención el ámbito textil. “Es a esas disciplinas a las que se abocaron muchas de estas artistas para poder desarrollar su creatividad”, reconoce.

Ejemplo de ello es Aurelia Muñoz, artista catalana que trabajó entre las décadas de los 60 y los 80. Según recuerda Lekha Hileman, curator del Guggenheim, que ha comisariado la exposición junto a Macel y Karolina Lewandowska, directora del Museo de Varsovia, se trata de una artista que “hizo obras importantes pero fueron consideradas en el entorno doméstico y en las artes decorativas, realmente no recibió mucho reconocimiento”. Hileman, que ha incluido varias artistas estatales que contribuyeron a la creación del arte abstracto, apunta que la exposición cuenta con una instalación de papel de Aurelia Muñoz, además de otras dos obras de arte textil, ámbito al que el MoMA de Nueva York ya dedicó una exposición en 1969.

De hecho, Mujeres en la abstracción destina una sección a la historia del arte textil que comienza con la Bienale que se organizó en los 60 en Lausanne. “Fue un momento en el que artistas internacionales pudieron compartir las ideas que tenían y sacar el textil del entorno doméstico y decorativo para repensarlo como algo que podía ser escultórico”, concretó. Otro apartado de la muestra exhibe trabajos de “artistas internacionales que analizaron qué podrían hacer con la línea”: destacan la canadiense Agnes Martin, la venezolana Gego, la india Arpita Singh o la donostiarra Esther Ferrer. “En la última sala vemos cómo los avances tecnológicos ayudaron a ciertos artistas a crear obras muy novedosas, usando el ordenador, el cine... diferentes técnicas”. Entre ellas está Elena Asins, creadora española que fue una pionera en arte asistido por el ordenador. “Tenemos una maqueta muy interesante que fue una propuesta para un proyecto arquitectónico”, detalla Hileman.

La exposición, además, abarca una perspectiva global. Según Vidarte, “va más allá del canon Occidental con obras de artistas que trabajaban en Asia, presencia de artistas afroamericanas o artistas españolas no siempre suficientemente reconocidas”. La sueca Hilma af Klint, la libanesa Saloua Raouda Choucair, la austríaca Tess Jaray, la georgiana Vera Pagava, la turca Fahrelnissa Zeid o la libanesa Huguette Caland comparten espacio expositivo con la francesa Louise Bourgeois o la estadounidense Lee Krasner.