punto de echarse a rodar el balón, los presidentes de primera y segunda división se han tirado los trastos a cabeza a la búsqueda de cantidades millonarias que alivien las cuentas futboleras que a unos salen y a otros no. La historia del fútbol recuerda momentos críticos de los millonarios clubes asfixiados por deudas comerciales y fiscales, que hoy vuelve a asomar en el horizonte de los grandes con el escandaloso caso del Barça y la huida del argentino de oro.

A unas horas del arranque del campeonato, los presidentes se disputan la tela y se amenazan unos a otros disputándose millones televisivos a tutiplén, en pelea callejera más propia de patio de Monipodio. Las arcas futboleras se nutren de los derechos televisivos y los fichajes, grandes o reducidos, se pagan por la emisión del pago de los partidos semanales que sustenta las cifras millonarias del fútbol televisivo que sostienen los aficionados a base de pagar la cuota de pantalla en emisión en cerrado.

Es el modelo que amenazan los poderosos y que puede provocar revolución, desequilibrio presupuestario y choque de trenes. La arriesgada jugada del presidente Tebas colocando un poderoso fondo de inversión en las necesidades monetarias del fútbol actual y arriesgando la propiedad y titularidad de históricos clubes produce vértigo en las relaciones presidenciales y amenaza la marcha del espectáculo rey de las masas opiáceas del pueblo. Cifras millonarias que se pagan por contratos millonarios, cantidades escandalosas por las habilidades de tal o cual chaval, fabulosos derechos de imagen que se embolsan unos y otros elevan al fútbol a categoría de espectáculo de masas y de lujo. Todo sea por la pasta necesaria para alimentar las ilusiones semanales del espectáculo de nuestros días. Mareantes masas de dinero que manejan unos y otros, millonarios consumados del deporte rey que mantiene vivos a millones de consumidores en peleas de aficiones desatadas de pasión ante el televisor.