or haber sido uno de los pilares del Jazzaldia, por haber contribuido a hacer muy grande este Festival. Por conseguir récords de entradas como aquellos míticos 14.000 en el velódromo a principios de los 80 y, en este caso, por ser el responsable de un legado que, entre otras muchas cosas, ha hecho que disfrutemos de músicas y de músicos que, influidos por tu saber hacer, mantienen viva la llama de tu creatividad. Cuando no hace ni año y medio de tu desaparición, el Jazzaldia invitó a dos grandes de la música española como Jorge Pardo y Niño Josele a una celebración-homenaje que resultó en la tarde de ayer más que estimulante. Jorge Pardo recibió hace un año el premio Donostiako Jazzaldia y ayer se presentó en formato trío acompañado de Niño Josele en la guitarra y José Heredia, José de Josele, en el piano. En el último momento faltó a la cita por motivos sanitarios el percusionista Jonathan Cortés Heredia. Muy buena entrada para este espectáculo que mantuvo una línea sobria, en general bastante relajada y en la que lógicamente se puso de manifiesto el interés y el conocimiento que Chick Corea tenía de la música española. El concierto estuvo repleto de música, lógicamente (dos horas), y muchas anécdotas sobre la relación de los músicos con Corea. El hecho de que faltara el percusionista le dio un toque de linealidad al show, en el que los tres músicos tuvieron posibilidad de demostrar sus cualidades tanto en solitario como en grupo. Parece que cada vez más Jorge Pardo se decanta por la flauta travesera, marginando el saxo, que tuvo un pequeñísimo protagonismo. Lo más atractivo fue esa mirada hacia la música de Corea hecha con mucha humildad, sin mitificación, ofreciéndole un homenaje con mucho respeto y hablando de él como un compañero más. El jovencísimo pianista José de Josele tuvo su momento de gloria con una sencilla interpretación, solo al piano, sin malabarismo pero con muchísima delicadeza. Tuvo la suerte de ser discípulo y alumno del propio Chick y su influencia es más que evidente El espíritu de Chick sobrevolaba el escenario. Se fueron turnando en sus monólogos musicales. Pardo en la flauta, atrevida su propuesta, sin ningún tipo de defensa. No es un instrumento fácil para escucharlo a palo seco. Niño Josele deslumbró en solitario con una interpretación llena de matices y de técnica depuradísima de su tema A mi compadre Antonio, con el que confesó que Chick Corea le pidió la partitura pero le tuvo que confesar que no sabía escribir música.

Yellow Nimbus es un tema de Corea en el que la guitarra tiene una fuerte presencia y Josele dio buena cuenta de la larga pieza, pena de percusión. La tarde transcurrió entre anécdotas sobre los gustos de Corea y los encuentros con estos músicos. Sonaron Saudade o El mar de mi ventana, de Niño Josele, así como Surcos, Zapatito o "Más, de Jorge Pardo.

El público disfrutó de la velada, asistiendo con mucha atención a las a veces interminables piezas interpretadas por el trío. En el bis sonó un clásico de Chick Corea, Spain, que se abre con ese guiño al Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, y que hizo que las dos horas de concierto nos parecieran un tiempo muy bien invertido.