Un total de 76 escritores vascos, entre ellos Anjel Lertxundi, Joseba Sarrionaindia, Toti Martínez de Lezea e Ignacio Amestoy, han propuesto en un manifiesto que el Gernikako Arbola, del bardo guipuzcoano José María Iparraguirre, sea el himno "de todos los vascos". Consideran que el himno trasciende ideologías y sensibilidades, antaño reconocido como patrimonio común de toda Vasconia.

Los firmantes se han sumado a la propuesta planteada en agosto por un grupo de músicos en Iruñea. Desde su primera interpretación conocida en 1853, Gernikako Arbola fue cantado con solemnidad por todos y todas, desde carlistas a comunistas, pasando por conservadores, liberales, nacionalistas, republicanos y socialistas

Por ello, en su manifiesto, difundido hoy mismo, los escritores indican que "por encima de nuestro territorio fragmentado, de la diversidad cultural y de los diferentes proyectos políticos, tenemos una comunidad y necesitamos símbolos comunes y consensuados".

Los firmantes explican que el Árbol de Gernika surgió en la época de las guerras carlistas y "pronto lo cantaron tanto carlistas como liberales". "Se extendió entre los vascos peninsulares y también en Iparralde, y como himno patrio fue considerado por los vascos y vascas que se esparcieron por todo el mundo", sostienen.

Según indican, esta canción "fue capaz de aunar durante mucho tiempo los corazones de los vascos, tanto los partidarios de la España monárquica como los que imaginaban la independencia del pueblo vasco; los que deseaban la Francia republicana o los comunistas y anarquistas internacionalistas".

Los escritores lamentan que aunque el Gernikako Arbola parecía que "era el himno natural de los vascos", hace 40 años se oficializaron otros himnos.

Recuerdan que la Comunidad Autónoma Vasca tomó el Eusko Abendaren Ereserkia como himno en 1983 y la Comunidad Foral de Navarra eligió en 1986 el Himno de las Cortes. "El tercer país vasco, Iparralde, sigue sin himno oficial", añaden.

Los firmantes también se hacen eco de las "miles de referencias literarias" que tiene el Gernikako Arbola, "muchas veces" mencionado por Miguel de Unamuno, según recuerdan. "Félix Urabayen escribió que, en los territorios vascos, hasta el humilde campesino del más alejado caserío conocía esta imponente canción" mientras que "Roberto Arlt, en su libro Aguafuertes vascas, nombró al Gernikako Arbola 'Marsellesa de los vascos', por el entusiasmo con el que lo cantaba la gente", ponen como ejemplo.

Los promotores del manifiesto lamentan "la larga historia de división vivida por los vascos", pero defienden que por encima de su "territorio fragmentado, de la diversidad cultural y de los diferentes proyectos políticos", existe "una comunidad" que necesita "símbolos comunes y consensuados".

Entre los firmantes del manifiesto se encuentran autores como Anjel Lertxundi, Toti Martínez de Lezea, Joseba Sarrionaindia, Ignacio Amestoy Eguiguren, Iñaki Egaña, Juan Martin Elexpuru, Edorta Jimenez, Xabier Mendiguren, Eider Rodríguez y Jean-Louis Davant, entre otros.

La historia de este lienzo es también la de una histórica aspiración y reivindicación de los vascos, que ven en el cuadro de Picasso la denuncia contra la barbarie cometida en Gernika y la exaltación de las libertades democráticas. Una reivindicación, que ha abanderado el PNV, para que el Guernica se pueda ver en Euskadi. "El Guernica, a Gernika", ha sido un leit motiv por el que se ha luchado durante décadas. Algo que el Estado español siempre ha denegado aduciendo razones técnicas.