t. Vincent y The Black Keys es una referencia de la música popular reciente. Asentada como una creadora emocionante a la par que esquiva, regresa a sus raíces, a la música de los 70 y al seno familiar, en su disco Daddy’s home (Loma Vista Recordings).

Annie Clark, conocida como St. Vincent, se ha revelado como una artista en constante evolución gracias a colaboraciones con The Polyphonic Spree, Dua Lipa, David Byrne y Sufjan Stevens, y discos como Actor, Strange Mercy o Love this giant, este último con gran peso de los metales. En su penúltimo álbum, Masseduction, dejó atrás su faceta más inconformista, experimental y turbia, para concretar su estilo ecléctico, con pasajes mecidos tanto por el funk como por la electrónica, el pop y el rock, y la reveló como una de las figuras más innovadoras de la música actual.

Y ahora, tras buscar al público masivo con el productor de Lorde y Taylor Swift aunque con letras ácidas sobre el poder, la fama, el miedo o las drogas, la expareja de la modelo Cara Delevingne recula para ofrecer su disco más personal, Daddy’s home, quizás un álbum de transición aunque refleja su estatus de artista independiente y ajena a presiones externas. Este sexto disco surge de la excarcelación de su padre tras una década en prisión por delitos económicos y una vez ganados sendos Grammy en 2018.

El reencuentro familiar trajo consigo el recuerdo de la música con la que creció, la de los 70 realizada en Nueva York y su entorno. Y ambos hechos se evidencian en el disco. “Me inspiraron discos clásicos de Stevie Wonder, Sly & The Family Stone, Steely Dan, Bowie... Eran días en los que la armonía y el ritmo sofisticado no sonaban embriagadores, simplemente sonaban y se sentían bien”, explica St. Vincent, que apuesta por la modestia y ofrece un disco natural de “gente tocando junta”, sin aparatosidad alguna.

Es un álbum de muchas guitarras pero con “sonidos cálidos, sin distorsión ni caos”, con efectos wah wah en Down. Y nos mece también con el groove funk de Prince y el Fame de Bowie en Pay your way in pain; sitares en Down and out downtown; leves aires reggae y gritos que remiten a James Brown; la psicodelia de Live your dream y The melting of the sun; el r&b melódico de My baby wants a baby, con tributo a Sheena Easton, aires de gospel... Canciones centradas en Nueva York y que usan a personajes cercanos y otros como la actriz Candy Darling, Joni Mitchell o Marilyn Monroe, para criticar al sistema y cantarle al dolor, la pobreza, el vacío tras fiestas interminables y la necesidad de salir adelante. “Todos nacemos inocentes... ¿adónde puedes huir cuando el forajido está dentro de ti?”, canta.