a película es Hijos de los hombres, de Alfonso Cuarón. La cita es a una determinada hora en la plaza Nornahi de Trintxerpe, donde alguien les dará la contraseña para acceder a la proyección. Esa es toda la información que tienen para hoy los espectadores de la nueva propuesta de Bang Bang Zinema, que hasta último momento no sabrán en qué lugar verán el filme.

"Es el siguiente nivel. Llevar el concepto de cine expandido a su máxima expresión, en la que el entorno tiene relación con la película y en la que, esperamos, todo el mundo se lo pase bien", cuenta Jon Paul Arroyo, uno de los organizadores de la propuesta que, confiesa, el coronavirus no les ha puesto las cosas fáciles: "Habremos considerado en serio tres o cuatro sitios, pero ni sé a cuántas puertas habremos llamado".

El espacio finalmente escogido, del que no se puede revelar nada hasta que dé inicio la actividad, es, apunta, el que mejor les ha permitido combinar su propuesta y las medidas sanitarias. "Había sitios más especiales y vamos a perder una mayor interacción que nos gustaría tener con el público, pero toca hacer las cosas bien y además ello nos ha permitido incluso reconvertir algunas propuestas", cuenta.

De este modo, los visitantes no podrán recorrer el espacio a su libre albedrío, como le habría gustado a la organización, y deberán estar sentados con la mascarilla puesta. De igual manera, por lo tanto, de como si estuviesen en un Bang Bang clásico en el Teatro Principal, pero con la salvedad de que están en un lugar "que remite al mensaje de la película".

La temporada de este año para Bang Bang ha sido atípica, ya que, salvo las proyecciones en Irun y Tolosa, no han contado con sus citas habituales, dejando todo el foco puesto en este proyecto paralelo. Algo que, al parecer, ha sido muy bien recibido por el público, ya que la iniciativa ha participado en el programa Meta! de la Diputación, consiguiendo el óptimo para salir adelante en poco tiempo.

"Notamos que la gente tiene ganas de Bang Bang, pero todavía no sabemos si habrá más sesiones así. Nos gustaría incluir propuestas más lúdicas y divertidas, como las que hacemos en el formato tradicional, pero crear una sala de cine donde no la hay exige mucho trabajo y es muy costoso", concluye Arroyo.