na muestra a dos manos, entre Marta Marugán (Donostia, 1964) y Ramón Zuriarrain (Donostia, 1948), en la galería Ekain de la Parte Vieja donostiarra, ofrece acuarelas y óleos de estos dos pintores que se mueven entre el simbolismo, la primera, y el surrealismo, el segundo.

Marta Marugán presenta una serie de paisajes basados en lecturas de viajes de diversos autores que le sirven a la autora para plasmar sus vivencias personales sobre la mujer, la pandemia, y paisajes mentales vividos por ella misma.

Río Congo, una de sus más interesantes obras, llena de color, de repertorios biomorfos y pequeñas figuras, es un hermoso tapiz lleno de fuerza, color y de vida. Otro tanto sucede con su Paisaje mediterráneo, paisaje playa entreverado desde la vegetación, plasmado como paisaje onírico y simbolista, al igual que Estas son nuestras chumberas. Los primeros desde sintaxis expresionistas, y más simbolista este último. Lo que también ocurre con otros seis pequeños formatos de repertorios biomorfos, llenos de color, movimiento y curvas, y con algunos paisajes interiores oníricos, trazados con óleo en barras, sueltos y ensortijados, algo más expresionistas.

Ramón Zuriarrain, por su parte, se muestra como un excelente acuarelista, fino y refinado en sus ocho acuarelas S.T. Rostros humanos, animales, ojos, flores... todo le sirve para crear un mundo abigarrado y sutil, al mismo tiempo que se mueve en sintaxis surrealistas y cercanas al realismo mágico. En la misma línea se mueven también algunos formatos medios al óleo, en los que personajes y cabezas forman entrelazos y sugieren figuras deformes y fantásticas.

Algo crudos y menos acabados nos parecen sus dos grandes óleos, realizados sobre personajes dobles, y figuras entrelazadas, a manera de grutas y rocas, en los que destacan sus azules esmeralda.

En los pequeños formatos al óleo, de sintaxis y personajes surrealistas, plantea unos espacios más claros y diáfanos que los de sus anteriores etapas, y que pueden ser un anticipo de posteriores desarrollos por donde pueden discurrir sus obras: Oreja que se asoma entre arquitecturas, personajes que arrojan sus sombras sobre el paisaje.