El escritor Ibon Martín sitúa sus novelas policíacas en Euskadi, la última con un asesino en serie de mujeres en el Alarde de Hondarribia, un paisaje que le ha llevado a rebautizar el género como "euskandinavo", por "las similitudes con el territorio nórdico".

Martín, que participa en el festival BCNegra, señala que a la hora de forjarse como escritor su principal fuente creativa fue la novela escandinava de suspense: "Me fascinan sus localizaciones rurales, la fuerza de su contenido social y la atmósfera opresiva que crean el clima y el aislamiento que conlleva".

El autor donostiarra, que acaba de publicar La hora de las gaviotas (Plaza & Janés), piensa que existen muchos paralelismos entre los paisajes nórdicos y las tramas de la novela nórdica con el País Vasco. "Tal vez en mi tierra el invierno no sea tan glacial, pero es igualmente duro, con lluvias y nieblas persistentes, y también hay mucho en común entre la forma de ser de nuestros vecinos nórdicos y los vascos: somos gentes de mar, de un mar inclemente que ha marcado nuestras vidas", apunta Martín.

Sin embargo, los temas, los conflictos y los escenarios que el autor aborda en sus novelas son "mucho más cercanos y reconocibles". En La hora de las gaviotas, en mitad del desfile se desata el horror cuando una puñalada mata a una mujer -no será la última- en pleno Alarde, y la suboficial Ane Cestero y su unidad especial tendrán que dar caza a un asesino capaz de ocultarse a la vista de todo un pueblo.

La idea de la novela surgió, revela Martín, un 8 de septiembre en Hondarribia, "entre el asombro y la vergüenza de ver a medio pueblo increpando al otro medio por atreverse a reclamar la igualdad en sus fiestas patronales, una escena que se repite desde hace 25 años, cuando un grupo de mujeres pidió participar en un desfile en el que solo podían hacerlo los hombres, y hoy son dos los desfiles que tienen lugar".

Martín considera que "la violencia machista es uno de los males más dañinos que afectan a nuestra sociedad", aunque ve peor la "insensibilización" en la que caemos ante esos casos: "La estadística indica que es más que probable que, un día cualquiera, en tu camino al trabajo, a sacar la basura o a tomar unas cañas, te cruces con un maltratador, pero nos inspira más miedo la remota posibilidad de cruzarnos con un asesino en serie".

Admite que el amor y el odio son los sentimientos más poderosos con los que convive el ser humano y, en el caso de la novela, el denominador común es el odio. Según avanza la investigación policial se constata que el asesino se ha ocultado a la vista de todo un pueblo y que lo ha conseguido aprovechándose del enfrentamiento larvado que se ha alimentado pacientemente durante años.

"Quería mostrar que el odio es un motor presente en todos nosotros, que puede alcanzar a cualquiera. Por eso todos los personajes de esta novela se enfrentan de un modo u otro a ese oscuro influjo, ese instante decisivo en el que sienten la tentación de cruzar esa línea que ya no tiene vuelta atrás", finalizó Martín.