uincy Delight Jones Jr. (Chicago, marzo de 1933) es el más longevo compositor, director, arreglista y productor estadounidense. A lo largo de seis décadas ha demostrado su magisterio como trompetista, pianista, cantante y directivo discográfico, con incursiones en el jazz, el hip hop, el pop y las bandas sonoras. Tunante en lo personal, su obra compartida con Frank Sinatra, Ray Charles, Sarah Vaughan, Count Basie o Michael Jackson evidencian su genio. "Cualquier tipo de música me servía", explica en Q, (Libros del Kultrum), biografía sobre el príncipe de la música negra.

Jones, que ha recibido el Grammy Legend Award, Premio Kennedy, la Medalla Nacional de las Artes y la Legión de Honor, sigue entre nosotros a sus 88 años. Dos décadas después de su edición en inglés, su autobiografía, traducida por Luis Murillo Fort y de lectura obligada para cualquier amante de la música sin prejuicios, se publica mañana en castellano, repleta de información y de un amplio y sabroso anecdotario sobre su vida personal y profesional.

Q, abreviatura que se inventó Sinatra, no lo tuvo fácil. Fue un niño que creció en la calle, en un suburbio negro, con una madre con problemas psíquicos y a quien le salvó su pasión por la música. Empezó con el piano pero se pasó pronto a la trompeta. Acabó dominando ambos y también se interesó por el violín, el clarinete, la tuba€ Con 11 años trabajaba como limpiabotas y se colaba en los garitos para escuchar jazz. "Es lo que más me gustaba, pero cualquier tipo de música servía: blues, los coros, las orquestas€", escribe.

Antes de los 15 años conocía a Count Basie, Duke Ellington y Woody Herman. A todos les pedía clases e información porque tenía claro que en un Chicago en cuyas calles reinaba la pobreza y el racismo, la música le podía hacer fuerte, popular e independiente. Sus primeros ingresos estables los consiguió como miembro de la orquesta del vibrafonista Lionel Hampton, la que él mismo define como "la más marchosa de Estados Unidos" de mediados del siglo XX.

La biografía evidencia el hambre musical de Q desde su adolescencia, cuando estuvo a punto de ingresar en la banda de Hampton en 1949, con solo 15 años (llegó a montar en el autobús de la gira aunque la esposa le echó de él), pero tuvo que pasar antes, tras lograr una beca, por el después conocido como Berkely College of Music de Chicago y acabar sus estudios. Lo logró con 17 años, casi coincidiendo con su primera grabación para un disco del contrabajista y pionero del bebop Oscar Pettiford, para quien firmó unos arreglos, y tras haber acompañado a Billie Holiday (con 15 años) en un concierto. Cuenta en el libro que pasó un miedo atroz al actuar ante 900 personas y que Holiday iba "ciego de hierba".

El libro se enriquece con múltiples anécdotas e información sobre los músicos que fue encontrando en su camino, de Ray Charles en su juventud, a quien veía como un ejemplo de constancia, actitud e independencia a pesar de su ceguera, al trompetista Clifforf Brown, "un genio respetado por Miles Davis", pasando por su amigo Count Basie, que va entrando y saliendo de los capítulos hasta su muerte, con Q anegado por las lágrimas, o un divertido Dizzy Gillespie, trompetista con "estilo, alma, técnica y sustancia" que le introdujo en el tango, la bossa y los sonidos africanos. Sin olvidar a Sinatra, con el que "nunca firmé un contrato, bastaba con un apretón de manos". Con la Voz grabó como arreglista o productor clásicos como Fly me to the moon o su último álbum, L. A. is my lady.

Q recuerda en el libro su trabajo con grandes féminas de los sonidos jazz y soul, de Aretha Franklin a Sara Vaughan, Ella Fitzgerald o Dinah Washington. Con esta última su primera mujer le pilló con "las manos en la masa" en más de una ocasión. Y es que Jones, que tiene seis hijos de tres matrimonios, reconoce que era "un tunante" que llegó a simultanear "relaciones con seis mujeres en otros tantos países". Su vida afectiva y sexual, así como sus farras con Sidney Poitier y Marlon Brando, también copan muchas líneas.

Autor de un disco mítico con su propia banda, The birth of a band, y propietario de 28 Premios Grammy, Quincy también repasa su vida como directivo discográfico desde la vicepresidencia de Mercury Records, lo que le valió críticas de traidor. Ahí empezó su trabajo en la escena pop, que llegó al culmen con Thriller, de Michael Jackson. "Juntos hicimos historia", escribe, junto a anécdotas como que el vocalista ensayaba con él de espaldas y a oscuras por su timidez.

Quincy también repasa su duro trabajo en la producción y composición de bandas sonoras de cine y televisión, de El color púrpura y El prestamista a Ironside y Raíces, respectivamente, así como su dirección en la solidaria We are the world (con Cindy Lauper intentando sabotear la grabación) y su final cercano al hip hop, un estilo que "nació en la calle, como toda música buena". La prueba es Back on the block, disco en el que unió a Fitzgerald, George Benson, Bobby McFerrin, Ray Charles, Gillespie, Miles Davis, Ice T y Melle Mel. Son más de seis décadas de música, glamour y correrías contadas por uno de sus lenguaraces protagonistas.