o que era una promesa se hizo realidad el jueves y la portada original del quinto álbum de Tintín, El loto azul, fue vendida en París por 2,6 millones de euros, según informó la casa de subastas Artcurial. Un precio que entra dentro de la "línea ascendente" que el trabajo del dibujante belga Hergé lleva desde hace años en el mundo de las subastas. Y si esto es un hecho constatado es porque los pocos originales que existen del intrépido reportero y su perro Milú están totalmente controlados por Moulinsart, que no es el castillo donde vive el barbudo marinero Archibald Haddock, sino la sociedad que se encarga de explotar los derechos de autor de Hergé. A ello se suma la consecuencia de esta situación, explica a Efe el experto en cómics Alvaro Pons: la alta demanda que hay de este material debido a su escasez.

Así, añade Pons, es una evidencia que la presencia del cómic en el mundo del arte se ha "normalizado" hasta el punto de que "está llegando a unos precios que rivalizan con los de las obras artísticas más establecidas y consolidadas". El mundo de la viñeta ya no es un extraño en las subastas internacionales y ha habido otros casos en los que ha copado titulares de los medios mundiales. Así sucedió en 2016 cuando un dibujo original del cómic Exploradores en la Luna de Hergé fue vendido por 1,55 millones de euros o cuando en 2017 una plancha original para la edición de 1937 del álbum de cómic Tintín en América, también de Hergé, fue adjudicada en una puja en París por 753.000 euros.

Rozando cifras parecidas, en 2011 se pagaron 2,8 millones de euros por el Action Comics 1, el debut de Superman, obra de Jerry Siegel y Joe Shuster; y este mismo año alguien compró por 980.000 euros el primer cómic en el que aparece Spider-Man, en 1962, creado por Steve Ditko y Stan Lee. Por eso, según Pons, ya no se puede decir que la subasta del jueves sea algo "extraordinario". La pieza subastada es la cubierta que Georges Rémi, más conocido como Hergé, creó en 1936 para El loto azul, descartada entonces por su editor, Casterman, pues la técnica de color que requería su reproducción era muy costosa. El dibujante se la regaló a Jean-Paul Casterman, hijo del editor, este la conservó con cuidado y apego hasta su muerte en 2009 y ha sido ahora puesta en venta por sus herederos tal y como estaba guardada, con las señales marcadas de los pliegues que se hicieron para guardarla. En la ilustración aparece el pequeño reportero sobre un fondo negro, dentro de un jarrón de porcelana y junto a su inseparable Milú, asustados ante la presencia de un enorme dragón rojo. El dibujo con el que el álbum salió finalmente a la venta tenía un dragón negro sobre fondo rojo.

Desde la Asociación Mil Rayos, su presidente Nino Paredes no puede ocultar la "envidia mala", dice entre risas, que tiene a la persona que se ha llevado esta "joya". Pero advierte de que no se sabe si ha sido un "coleccionista puro y duro" o un inversor al que le da igual "comprar bonos u oro". "El coleccionista compra para guardar, yo jamás he comprado nada para venderlo; sin embargo, el inversor compra pensando en venderlo y revertir su plusvalía", cuenta, aunque alerta de que en subastas "de estos niveles" los compradores suelen ser inversores.

Los pocos originales que existen del intrépido reportero y su perro 'Milú' están controlados por la sociedad Moulinsart