- A pesar de todos los contratiempos, de las restricciones de movilidad, del toque de queda y de los aforos reducidos, “la música sigue sobre los escenarios”. Un recordatorio que, meses después del regreso de los conciertos, parece ser igual de necesario avalado ahora por el buen hacer del sector y los cero contagios contabilizados en este tiempo. “La música en directo ha demostrado que se pueden hacer las cosas bien y que los escenarios son espacios seguros”, proclaman desde la asociación Euskal Herriko Musika Bulegoa, que ha puesto en marcha una campaña para promover el consumo de la cultura en vivo.

Consciente de que la forma de disfrutar de la música en directo ha cambiado, Musika Bulegoa quiere recordar bajo el lema Musikak behar zaitu-Vive la música en vivo que el público tiene la posibilidad de disfrutar de los espectáculos de una forma segura. “A mucha gente le sigue dando respeto acudir al ser una actividad social. Por eso necesitamos de la confianza del público. Recordarles que las medidas son adecuadas y seguras”, apunta a este periódico el compositor y técnico de la asociación Mikel Chamizo.

Desde el levantamiento del confinamiento, las salas de conciertos, los teatros y los auditorios han trabajado en aplicar los protocolos sanitarios establecidos con total control y rigor. Buena prueba de ello es que en todos estos meses de actuaciones no se ha registrado ningún brote. “Se podía haber hecho como en otros países, donde no se confió en la cultura, pero no fue así y se ha demostrado que se pueden hacer las cosas bien”, apunta Chamizo.

Lo más sencillo habría sido, tal y como ocurrió por fuerza mayor durante el confinamiento, mantener los conciertos en streaming, pero lo digital “no puede sustituir las emociones que genera una actuación musical en directo”. “El impacto de la música en directo no se puede reproducir a través de lo online. Eso es algo innegable”, puntualizan desde la asociación.

No obstante, es más que evidente que los conciertos, al menos por ahora, no tienen nada que ver con lo que conocíamos antes de la llegada del COVID-19. “Todos, músicos y espectadores, hemos aprendido a escuchar la música de otra manera. La gente entiende que ya no se puede estar en primera fila saltando con una cerveza en la mano, pero la magia de la música sigue ahí”, puntualiza Chamizo.

Esta campaña busca también ser una invitación a todas aquellas personas que desde el final del confinamiento todavía no se han atrevido a acudir a un espectáculo para acabar así con un temor cada vez más evidente entre los profesionales del sector: que el espectador haya cogido hábitos de los que no quiera desprenderse.

“La pandemia nos ha llevado a dinámicas nuevas. El caso más evidente es el del cine, donde cada vez más productoras apuestan por llevar sus películas a las plataformas y no estrenarlas en salas. Disfrutar de un filme en el cine no tiene nada que ver con hacerlo en casa, pero ya si hablamos de música no hay comparación alguna”, añade este compositor.

Entre ese público todavía reacio destacan las personas de más edad, aquellas situadas en las franjas de mayor riesgo. Aunque en algunos eventos, como el Jazzaldia, ya se vio que las ganas de disfrutar de la cultura en directo pueden con todo. “Por la naturaleza del virus, los jóvenes tienen más confianza, pero las reticencias siguen en cualquier edad. La gente se ha retraído y hay que animarles”, aclaran desde la asociación.

Invitar a la gente a los espectáculos en directo es el primer objetivo de la campaña iniciada por Musika Bulegoa. Informar de la industria que hay detrás, el segundo. “La imagen más visible es la del músico, el foco está en ellos, pero detrás hay alguien que pone en marcha ese foco, están las empresas culturales, los agentes, los derechos de imagen y las industrias que indirectamente viven de ello. Hasta los bares se benefician de la celebración de un concierto porque la gente va allí a consumir. La música es un activo cultural, pero también económico”, se muestra contundente Chamizo.

Las estimaciones de Musika Bulegoa fijan que el sector musical y los diferentes agentes que trabajan en la industria cultural generan un 3% del PIB en Euskadi. Todo un sector que durante meses estuvo parado y que no ha terminado de recuperarse al 100% de la crisis del coronavirus.

Además, las restricciones todavía vigentes -y las que se esperan- y el aforo reducido hacen que únicamente las grandes superficies puedan programar sin miedo, siendo las salas de conciertos las más perjudicadas. “Las instituciones públicas tienen una seguridad económica, pero las salas se la juegan. El aforo reducido resta, pero no se arrugan y proponen alternativas”, añade Chamizo, que pone como ejemplo los conciertos en acústico o las citas a horas más tempranas que han puesto en marcha algunos espacios.

La campaña de Musika Bulegoa va acompañada de un vídeo y de una canción, Zurekin batera, interpretada por el grupo En Tol Sarmiento.

“Ya no se puede ir a la primera línea de un concierto, pero la magia de la música sigue ahí”

Compositor y técnico de Musika Bulegoa