El documental biográfico sobre El Drogas, de igual título que el artista, se estrenó ayer en cines, una semana después de su paso por la Sección Zinemira del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que este año ha cumplido su 68 edición. Dirigida por el navarro Natxo Leuza y producida por Narm Films y Marmoka Films, la cinta ofrece un retrato del músico Enrique Villarreal, ex bajista y vocalista de Barricada, en el que se "destapa la trayectoria vital y profesional de uno de los creadores fundamentales de la historia musical española de las últimas cuatro décadas. Primero al frente de un grupo imprescindible en el rock como Barricada, y después con su proyecto personal, El Drogas". Un documental de 80 minutos que, según Leuza, se ha podido fraguar "gracias al compromiso del artista y de todo su entorno, facilitándonos el acceso a su archivo personal, el contacto con colegas de profesión como Rosendo Mercado, Kutxi Romero, Christina Rosenvinge, Fito Cabrales, entre otros, así como la implicación de personas importantes en su vida: su mujer Mamen Irujo, sus hijos Gari y Araia, o amigos como Marino Goñi y José Landa". Hablamos con Natxo Leuza, el director.

Su carrera profesional está marcada por trabajos de denuncia social, principalmente en países africanos. Sin embargo, ahora apuesta por una historia local, con El Drogas como protagonista. ¿Cómo se fraguó este documental?

Yo conocí a Enrique Villarreal hace ya unos años, al principio de mi carrera, cuando entré a trabajar en la productora ITP, empresa en la que tuve ocasión de codearme con Manolo Gil, pionero en la realización de videoclips y contenidos musicales. Participamos en el 25 aniversario de Barricada y es ahí donde se me quedaron grabadas la personalidad única de El Drogas y la idea de hacer un proyecto biográfico. Después de varios viajes por territorio africano quise pensar en mi siguiente historia sin tener una carga emocional tan grande y lo hablé con varios compañeros que trabajábamos juntos en el Festival Punto de Vista de Pamplona. Pensamos en intentar convencer a El Drogas para poder contar su historia, y cuál fue nuestra sorpresa cuando nos dijo que sí. Creo que le pillamos en el momento oportuno: ya había pasado mucho tiempo de su etapa en Barricada y de su salida del grupo, que a su vez coincidió con la enfermedad de su madre. Cuando le propusimos hacer el documental ya miraba hacia atrás sin rencor. El acierto fue entrarle en ese justo momento.

¿Es quizás esa mirada sensible y humana con la que cuenta la historia la que le empujó a aceptar el proyecto?

En varias ocasiones le he comentado lo mucho que se arriesgó conmigo al aceptar este proyecto sin casi conocerme, pero Enrique nunca ha desconfiado. Siempre nos ha puesto las cosas muy fáciles y ha confiado mucho en nosotros, dándonos acceso a su archivo personal, a contactos con artistas... Durante todo el rodaje he querido mostrar a Enrique tal y como es, un artista indisoluble, que es igual encima del escenario que fuera de él. Kutxi Romero, en el documental, lo define como un hombre muy solitario que ha sacrificado todo por ser quien es. Y dice que sin esa soledad sería imposible hacer la carrera que ha hecho. A lo largo del documental se muestran imágenes personales del artista que se combinan con otras que tratan de explicar el contexto histórico y político que le ha tocado vivir. Creo que es la mejor manera de definir y entender quién es El Drogas.

¿Ha sido consciente en algún momento de la repercusión que podía tener este documental al tener como protagonista a uno de los artistas más influyentes del rock nacional?

Estoy siendo consciente ahora que he acabado la película de lo que arrastra Enrique. Es una especie en extinción. Muy pocos nacen para dejar influencia en varias generaciones y para luchar contra lo establecido, y Enrique es uno de esos elegidos. Por todo esto y por el respeto que se le tiene es un personaje muy demandado por los medios de comunicación, ya que puede hablar de cualquier tema aportando ideas muy novedosas e interesantes. Eso beneficia mucho a la película, que gracias a la aparición en tantos medios consigue ponernos en primera línea a los ojos de mucha gente. Estamos muy agradecidos todo el equipo a El Drogas por este apoyo y por el empujón que nos está dando.

"No hay banda que suene como la de El Drogas"

¿Cómo ha sido la experiencia de rodar con un rockero?

Brutal. Estar cerca de un artista como Enrique Villarreal ha sido un privilegio. Hemos vivido momentos únicos, y una de las ventajas que he tenido ha sido poder grabarle muy de cerca en sus conciertos, y eso es algo que me impactó muchísimo. Es impresionante ver cómo se mueve. Se ve que lo de El Drogas no es normal por cómo conecta con el público, por la fuerza que transmite y cómo controla el escenario. Verlo tan de cerca es una experiencia única que muy poca gente puede sentir. No hay banda que suene como la de El Drogas. He disfrutado esos momentos como algo muy especial, y me acuerdo que pensaba constantemente en la suerte de poder estar con una cámara durante tres horas tan cerca de Enrique.

En este proyecto une dos de sus pasiones: la música y el cine.

Siempre he estado muy vinculado a la música, de muchas maneras y no solo al rock. Es algo vital en mi día a día. No me suele gustar sentir silencios y escucho música todo el tiempo: en el coche, en casa y trabajando, e imagino constantemente esas músicas en posibles escenas cinematográficas. Creo que esa forma compulsiva de escuchar música se ve luego reflejado en mis montajes. Me tengo que contener muchísimo para no utilizarla en exceso y que no controle el acting ni el ritmo de las acciones, pero creo que la música me funciona como medidor perfecto para buscar el tono o la emoción principal de una secuencia o de una película.

Con cortometrajes como Born in Gambia oBorn in Gambia N'Diawaldi Bouly

Mi principal motivación como director es contar historias, da igual dónde sucedan, pero que lleguen a la gente. Los últimos años he estado muy vinculado a cuestiones que sucedían en países africanos, donde intentaba denunciar muchas injusticias que suceden todos los días y en las que los principales perjudicados, como casi siempre, son los niños que solo por nacer en su país están condenados a sufrir muchos tipos de violencia.

¿Ha vivido durante los rodajes momentos duros que le han marcado, sobre todo al volver a Pamplona y ver otra realidad?

He vivido muchísimos de esos momentos en los viajes que he hecho, pero tengo que decir que la mayoría de ellos los he realizado con mi gran amigo y maestro Raúl de la Fuente, que es alguien a quien admiro mucho. Él tiene mucha experiencia en todo tipo de situaciones y es muy fácil viajar con él y vivir esas experiencias juntos. Es alguien muy emocional que vive el cine como a mi me gusta: con pasión. Además, siempre es muy positivo y solemos conversar constantemente sobre esas experiencias, sobre cómo llevarlas, y me ha ayudado mucho estar con él y ver cómo lleva este tipo de cargas. Y después, está la suerte cuando vuelvo a casa de que tengo una gran familia y unos amigos que me acogen con mucho cariño y paciencia, y eso me ayuda a volver a entrar en la normalidad poco a poco y sin ese estrés post viaje.

Personal

Nacimiento: Pamplona, 1977.

Biofilmografía: Realizador, guionista, montador y postproductor de cine desde hace 15 años en proyectos por todo el mundo. Entre sus trabajos están los cortos Born in Gambia (2018) y N' Diawaldi Bouly (2014), con un destacado recorrido internacional en más de 70 festivales y más de 25 premios. Fue candidato a los Goya 2019 a Mejor cortometraje documental. El Drogas (2020) es su primer largo documental.