- El director Michel Franco llegó la semana pasada al Zinemaldia con un doble objetivo: ser miembro del jurado de la Sección Oficial y presentar en Perlak su película Nuevo orden, una distopía muy cercana, premiada en Venecia con el León de Plata, sobre una revolución social vista desde los ojos de una familia de clase alta.

Llegó a Donostia después de haber sido galardonado con dos de los premios más importantes. Usted es uno de los que hoy decidirá el palmarés. ¿Qué supone?

-Es un placer estar en la sala viendo películas y mucho más después de la cuarentena. Juntarse en una sala, aunque sea a mitad de la capacidad, y discutir después con el jurado parecía una fantasía. Rebordinos hizo muy buen trabajo a la hora de conformar el jurado de la Sección Oficial. Me lo estoy pasando de maravilla.

¿Qué características debe tener una película para que sea premiada?

-Que te sorprenda. Es mucho exigir, pero encontrar algo nuevo. Trato de ver las películas como parte del público. Trato de dejarme llevar y me entrego a ellas, trato de verlas con buenos ojos.

¿Los premios ayudan en la trayectoria de las películas?

-Nuevo orden recibió el León de Plata en Venecia y eso ayuda mucho: aunque alguien quisiera descalificar la película de antemano, es necesario verla aunque sea por lo cinematográfico. A mí me interesa más lo cinematográfico que lo social.

Su película habla de una revolución social de las clases bajas contra las altas que acaba siendo sofocada por el estamento militar. Los revolucionarios portan el verde como emblema. ¿Por qué este color?

-El verde tiene que ver con la esperanza, pero también es el color que ha abanderado algunas causas como la feminista o la ecologista. Pero, sobre todo, es el verde de la bandera de México, que se completa con el rojo del vestido de la protagonista. En mi país se entenderá rápido porque son nuestros colores. Para mí, Nuevo orden es un acto patriótico y no busqué cargarla de simbolismo, pero algunos están ahí. El nombre del personaje protagonista, Marianne, también es un juego con la simbología francesa.

Habla de patriotismo pero es evidente que 'Nuevo orden' es extrapolable a otros países.

-Nuevo orden no es relevante solo para México. Cuando el CNC de nuestro país -el Centro Nacional del Cine y de la Imagen Animada- nos aprobó los recursos para llevar a cabo la producción, nos dijo que, aunque nosotros lo planteásemos como una película ambientada allí, podría ser francesa debido a los chalecos amarillos y a esa situación que ya ha explotado en Europa.

Se ha comparado 'Nuevo orden' con 'Parásitos' y con 'Joker'.

-Los chalecos amarillos, la Primavera Árabe, Hong Kong por sus propios motivos, Black Lives Matters... Todos estos hechos confirmaron que era necesario hacer esta película. Otra confirmación: mi rodaje lo terminé en mayo y tres semanas después Parásitos recibió la Palma de Oro en Cannes, y cuatro meses después, Joker en Venecia. Que todo el mundo esté obsesionado con atender a través del cine la desigualdad es obvio. Me extraña que no se haya hecho más.

'Parásitos' y 'Joker', además de ser reconocidas en festivales europeos, fueron premiadas en los Óscar. ¿Se ve nominado por la Academia de Hollywood?

-El Óscar, como cualquier reconocimiento de Venecia o de Cannes, sirve para encontrar más público y para poder filmar más películas batallando un poco menos. En ese sentido claro que me gustaría que México postule mi película a los Óscar y que se haga una buena campaña en EEUU. Es cierto que rara vez veo las películas que ganan los Óscar, no es mi cine. Hago una excepción con las de la categoría de Mejor Película Extranjera. El año pasado también hice una excepción con Parásitos; me encanta Bong Joon-ho.

¿Es una casualidad que haya dirigido esta película durante el mandato de López Obrador?

-Empecé a pensar en la película hace seis años, la escribí hace tres y terminé de rodarla hace año y medio. La película no es política, porque hacer una película política me parece un despropósito. En el proceso entre que la escribes y la acabas ya no está vigente. Para ser político hay que escribir en los periódicos o sacar cápsulas en YouTube. No me interesa la política, no tengo nada que opinar. Soy director de cine, no es mi terreno. Ahora bien, escribí, dirigí y produje una película en México porque hay que contextualizar la ficción y mi país es ese. Cuando me preguntan cuál fue la investigación para esta película, respondo que haber vivido 41 años en México. Desde niño preguntaba por qué era todo tan injusto y la respetuosa generalizada es que no es culpa de nadie y que no se puede hacer nada para cambiarlo. La clase alta y el Gobierno, el nuestro o cualquiera, es la clase que concentra la riqueza, siendo un porcentaje pequeño de la sociedad. Es la clase rica dominante la que, realmente, podría hacer un cambio, más allá de los políticos que van y vienen. La clase dominante, en vez de mejorar las cosas, arma a seguridad privada y acota barrios para vivir; nos estamos acercando a la distopía.

¿Cree que esa distopía va a llegar?

-Soy bastante positivo, no creo que lo que planteo en la película va a suceder. La rodé para llamar a la reflexión, no a la polémica. Podemos tener una sociedad más justa, pero solo si tomamos cartas en el asunto. ¿Cómo? No lo sé, yo solo hago películas.

Aunque no quiera hablar de política su película plantea el auge del estamento militar ante una revuelta social y el subsiguiente recorte de libertades. Haciendo un paralelismo con la situación que vivimos, ¿cree que va a haber derechos que no van a ser devueltos a la sociedad?

-No soy partidario de las teorías de conspiración, creo que había que encerrarse y ponerse la mascarilla; las medidas que se han tomado son las correctas. Pero tampoco soy ingenuo, mucho del control que han ganado los gobiernos no lo van a devolver; la sociedad no va a volver a una situación anterior. El GPS en el móvil, la identificación facial y todo lo que estamos cediendo voluntariamente es una locura. Me preocupa mucho la militarización en todos los lados. En las revueltas del Black Lives Matters hemos visto a soldados y policías, pero también hemos visto a otros grupos uniformados que nadie sabía de dónde salían ni quiénes eran, moviéndose en vehículos sin placas oficiales; esto ocurre en el supuesto país más democrático que existe. Hay que ser ingenuo para pensar que el mundo va bien.

En Madrid se han confinado barrios en función a su renta y nivel de vida.

-Si se restablece el confinamiento y es necesario, como he dicho, me parece bien, pero se ha hecho solo en ciertos barrios y no en los de clase alta; se jodió la cosa. Eso es lo que planteo en Nuevo orden. Pero también es cierto que en mi película, pierden todos al final. La clase privilegiada cree que está por encima y que está ganando pero está pagando un precio alto. La única garantía está en la igualdad, en la equidad.

En 'Nuevo orden' no es solo que "todos pierdan", sino que la bondad es castigada.

-Desgraciadamente pienso que la vida es así. Muchas veces, los mejor intencionados y los que anteponen el bien del otro, son castigados por el sistema. No es casualidad que en mi película los que tratan de actuar mejor, pagan el precio y les va mal. El público quiere ver que se recompensa al héroe que hace lo correcto, pero en nuestra sociedad no gana el bueno. Me resulta interesante la literatura y el cine que no van en ese sentido. Respeto mucho al público y creo que el juego es mucho más interesante si no vamos a lo simplista.

¿Tuvo problemas en su país para rodar 'Nuevo orden'?

-No pedí mucho permiso. El Eficine -ayudas públicas mexicanas para rodar películas- nos lo dieron hace tres años y el comité que valora esas ayudas está compuesto por profesionales; valoran los aspectos cinematográficos. Y para el rodaje no pedí mucho permiso. Reconozco, aún así, que hacerla fue caminar en la cuerda floja.

¿Por qué?

-Ha sido la más difícil que he hecho. Muchos miembros del equipo técnico fueron renunciando. Leían el guion y les gustaba. Existía un presupuesto ideal que nunca se logró, como siempre; pero cuando dije con el dinero que hay, hay que hacerla, muchos renunciaron. Me decían que con ese dinero no se podía hacer lo que había escrito, pero como soy el productor principal, con otros dos, fuimos hacia adelante. Además, nunca había usado la cámara en mano y había ocho puntos de vista a los que seguir. Fue un rodaje costoso.

En la Sección Oficial, aunque no están a competición, se han exhibido varias series. ¿El lenguaje cinematográfico se ha estancado y se tiene que replantear?

-El cine ha pasado por periodos de crisis en los que la gramática visual y el lenguaje cinematográfico se ha estancado y no hay una exploración. Cuando ves lo que hacía Godard hace 60, te preguntas, ¿dónde quedó aquello? Nos debería dar vergüenza. Hablo de la Nouvelle Vague, del Neorrealismo Italiano, de la ola alemana con Herzog... Muchos países han tenido periodos en los que ha progresado el cine. Definitivamente el lenguaje de las series, están restándole el misterio; no hay nada cinematográfico. Parece, además, que los directores prefieren hacer series que cine. Incluso, hay películas que parecen hechas para desarrollarse luego como una serie. Hay que ser más radicales que nunca en el cine.

¿Qué implica ser más radical?

-Es muy sencillo, tiremos a la basura las tonterías hollywoodienses que quieren homogeneizar y que todo el cine sea igual; no partamos de esa mediocridad. Si combinas forma y fondo y eres congruente, no sé si vas a descubrir algo nuevo; no voy a decir que soy un director que lo haya hecho, pero estoy apostando por ello. En ese sentido, soy respetuoso con el público, no estoy malgastando su tiempo.

El año pasado compitió en la Sección Oficial 'Mano de obra', de David Zoana, producida por usted. ¿Se considera productor?

-Es cierto que coproduzco con otros y que me gustaría producir la ópera prima de mi hermana, que es la primera en leer todos mis guiones y que es la que se sienta conmigo para ver todos los montajes. Ayudo a otros directores, es cierto que tengo una productora, pero la razón principal para ello es porque quiero sacar adelante mis películas, porque me gustaría hacer una al año. Estamos con la posproducción de La caja, de Lorenzo Vigas, que creo que va a ser muy buena, pero no tengo planes como productor, me interesa más dirigir.

Una por año, ¿cuál será la siguiente?

-Hablar de la siguiente película cuando estás con la promoción de una es como estar con tu novia y hablar de otra mujer.

"El público quiere ver que se recompensa al héroe que hace lo correcto, pero en nuestra sociedad no gana el bueno"

"Hay que ser radicales: tiremos a la basura las tonterías hollywoodienses que quieren homogeneizar

y que todo el cine sea igual"

"Que todo el mundo esté obsesionado con atender a través del cine la desigualdad es obvio, me extraña que no se hayan hecho más películas"

"Podemos tener una sociedad más justa, pero solo si tomamos cartas en el asunto. ¿Cómo? No lo sé, yo solo hago películas"