ick Deckard siempre soñó con el unicornio de Legend. Por su parte, Miles Monroe, es decir, El dormilón, es decir, Rifkin, es decir, Woody Allen (en la fotografía) siempre lo ha hecho con todo aquello que a él nunca se le ocurrió rodar. Es normal, porque dormidos tenemos lo que anhelamos y, a la vez, nos define. Eso que hemos perdido, como todos los besos y los abrazos que una pesadilla nos ha arrebatado, pero que el sueño de los Lumière nos intenta devolver.